domingo, 20 de enero de 2013

En este mes de enero, el Santo Padre Benedicto XVI invita a todos los creyentes cristianos a una Intención General referida al año que se viene celebrando en la Iglesia.
"Para que en este Año de la Fe los cristianos puedan profundizar en el conocimiento del misterio de Cristo y testimoniar con alegría el don de la fe en Él".
En la sociedad nos contagiamos de muchas cosas –algunas de ellas no muy buenas- pero, el Año de la Fe, nos invita a contagiar a otros nuestras convicciones cristianas. "Comprometerse a favor de una nueva evangelización para redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la Fe" (Benedicto XVI)
El tono menor no es mejor altavoz para transmitir las verdades fundamentales de la vida cristiana. Donde hay un cristiano debiera de existir un testimonio de sus ideales, confesar la fe con plenitud y renovada convicción, con confianza y esperanza.
Con creer no basta. No es suficiente. El Año de la Fe nos empuja a entregarnos con más plenitud y libertad a la voluntad de Dios. Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" Hebreos 11:1 Escuchemos pues el siguiente relato:
“En un pueblito de zona rural en los años 50, se produjo una larga sequía que amenazaba con dejar en la ruina a todos sus habitantes, debido a que subsistían con el fruto del trabajo del campo.
A pesar de que la mayoría de sus habitantes eran creyentes, ante la situación límite, marcharon a ver al sacerdote de la iglesia y le dijeron:
- "Padre, si Dios es tan poderoso, pidámosle que envíe la lluvia necesaria para revertir esta angustiante situación."
- "Está bien, le pediremos al Señor, pero deberá haber una condición indispensable."
- "¡Díganos cuál es!", respondieron todos.
- "Hay que pedírselo con fe, con mucha fe", contestó el sacerdote.
- "¡Así lo haremos, y también vendremos a los cultos de la iglesia todos los días!"
Los campesinos comenzaron a ir al templo todos los días, pero las semanas transcurrían y la esperada lluvia no se hacía presente. Un día, fueron todos a enfrentar al padre y reclamarle: - "Padre, usted nos dijo que si le pediamos con fe a Dios que enviara las lluvias, Él iba a acceder a nuestras peticiones. Pero ya van varias semanas y no obtenemos respuesta alguna."
- "¿Han ustedes pedido con fe verdadera?", les preguntó el sacerdote.
- "¡Sí, por supuesto!", respondieron al unísono.
- "Entonces, si dicen haber pedido con Fe Verdadera... ¿por qué durante todos estos días ni uno solo de ustedes ha traído el paraguas?"
Pongamos nuestra fe en obra.

Para algunos, la FE, es un misterio, para otros es una ilusión; aún hay otros que piensan que es locura y otros tantos la consideran… fanatismo. Para el que cree… Es poder de Dios. Aún entre los creyentes, muchos no la entienden, razón por la cual no saben cómo ejercitarla, resultando en el descuido de la fuente que la origina, entonces viene el desánimo, la indiferencia, la duda y la incredulidad.

Tener fe es ACEPTAR los designios de Dios aunque no los entendamos, aunque no nos gusten. Si tuviéramos la capacidad de ver el fin desde el principio tal como Él lo ve, entonces podríamos saber por qué a veces conduce nuestra vida por sendas extrañas y contrarias a nuestra razón y a nuestros deseos.
Tener fe es DAR cuando no tenemos, cuando nosotros mismos necesitamos. La fe siempre saca algo valioso de lo aparentemente inexistente; puede hacer que brille el tesoro de la generosidad en medio de la pobreza y el desamparo, llenando de gratitud al que recibe y al que da.
Tener fe es CREER cuando resulta más fácil recurrir a la duda. Si la llama de la confianza en algo mejor se extingue en nosotros, entonces ya no queda más remedio que entregarse al desánimo. La creencia en nuestras bondades, posibilidades y talentos, tanto como en los de nuestros semejantes, es la energía que mueve la vida hacia grandes derroteros.
Tener fe es GUIAR nuestra vida no con la vista, sino con el corazón. La razón necesita muchas evidencias para arriesgarse, el corazón necesita sólo un rayo de esperanza. Las cosas más bellas y grandes que la vida nos regala no se pueden ver, ni siquiera palpar, sólo se pueden acariciar con el espíritu.
Tener fe es LEVANTARSE cuando se ha caído. Los reveses y fracasos en cualquier área de la vida nos entristecen, pero es más triste quedarse lamentándose en el frío suelo de la autocompasión, atrapado por la frustración y la amargura.
Tener fe es ARRIESGAR todo a cambio de un sueño, de un amor, de un ideal. Nada de lo que merece la pena en esta vida puede lograrse sin esa dosis de sacrificio que implica desprenderse de algo o de alguien, a fin de adquirir eso que mejore nuestro propio mundo y el de los demás.
Tener fe es VER positivamente hacia adelante, no importa cuán incierto parezca el futuro o cuan doloroso el pasado. Quien tiene fe hace del hoy un fundamento del mañana y trata de vivirlo de tal manera que cuando sea parte de su pasado, pueda verlo como un grato recuerdo.
Tener fe es CONFIAR, pero confiar no sólo en las cosas, sino en lo que es más importante... en las personas. Muchos confían en lo material, pero viven relaciones huecas con sus semejantes. Cierto que siempre habrá gente que te lastime y traicione tu confianza, así que lo que tienes que hacer es seguir confiando y sólo ser más cuidadoso con aquél en quien confías dos veces.
Tener fe es BUSCAR lo imposible: sonreír cuando tus días se encuentran nublados y tus ojos se han secado de tanto llorar.
Tener fe es no dejar nunca de desnudar tus labios con una sonrisa, ni siquiera cuando estés triste, porque nunca sabes cuando tu sonrisa puede dar luz y esperanza a la vida de alguien que se encuentre en peor situación que la tuya.
Tener fe es CONDUCIRSE por los caminos de la vida de la forma en que un niño toma la mano de su padre. Es que dejemos nuestros problemas en manos de DIOS y nos arrojemos a sus brazos antes que al abismo de la desesperación. Fe es que descansemos en Él para que nos cargue, en vez de cargar nosotros nuestra propia colección de problemas.
Tener fe es Creer en lo que no se puede ver. Es guardar la calma cuando todo es turbulento.
*La fe no es pasiva, ¡es poner las creencias en práctica! Tener fe es pedir lo que se necesita.
*La fe es oír lo imperceptible, creer lo increíble y recibir lo imposible.
*La fe va en contra de las expectativas y condiciones naturales. Tener fe es crear un vacío en el corazón para que lo llene Dios.
*Tener fe no es simplemente que Dios pueda hacer algo, sino que lo hará.
*Con fe la respuesta no sorprende, ya se sabía que sucedería.
*Tener fe es permanecer en tu puesto cuando todos los demás desertan. Es quemar las naves para no volver atrás. Es estar dispuesto a pagar cualquier precio. Es hacer lo que Dios pide hoy y creer que Él hará mañana lo que ha prometido.
*La fe es lo contrario del temor. Tener fe es elegir a Dios a pesar de las demás posibilidades. Es confiar en la palabra de Dios no en lo que te dicen tus sentidos. Es estar dispuesto a morir confiando. ¡Ésa es la clase de fe con la que se puede obrar curaciones y milagros!
La fe es como un músculo que se vuelve fuerte y flexible al ejercitarlo. La fe se edifica con el estudio fiel de la palabra de Dios.
Terminamos la oración de hoy pidiendo al Señor que en nuestras  vidas haya suficiente fe para afrontar las situaciones difíciles, junto con la necesaria humildad para aceptar lo que no se pueda cambiar.

martes, 15 de enero de 2013

Un nuevo año comienza, pero por eso el camino no termina, ni tampoco comienza, digamos que el camino sigue, continua y una nueva etapa marca el recorrido con este año nuevo que estrenamos hace unos días. Sin embargo, los días pasan y avanzan sin tregua. Se suceden unos tras otros, y se hace necesario avanzar, no quedarse parado ni estancado. Eso significaría la muerte.
También ocurre lo mismo en mi componente espiritual. Necesito seguir caminando y avanzando en el Espíritu. Avanzar con fe y con confianza. El panorama no promete un camino plácido y suave. Todo lo contrario, un camino lleno de espinas, de luchas que complican cada paso y cada avance, pero se hace necesario crecer y avanzar.
Necesito creer, Señor. Sólo Tú tienes Palabra de Vida Eterna. Los años pasan, pero tu Palabra permanece firme, fiel, gozosa y llena de vida. Déjame agarrarme a ella porque sin Ella nada puedo. Se acabó un año, y llega otro, y sin darnos cuenta también se irá, pero tu Palabra quedará, y yo quiero permanecer y vivir en Ella. Porque Ella, la Palabra, es el Camino, la Verdad y la Vida.
Este pasado fin de semana hemos celebrado la fiesta de Reyes ¿Por qué yo no tengo una estrella como los Magos que me alumbre y me facilite el camino? Supongo que de esa manera me sería más fácil encontrarme con el Niño Dios. Aprovecho este día para pedírsela y así tener el camino bien señalado.
No es mala idea aprovechar estas fechas para pedirle al Señor que nos alumbre el camino con una estrella que nos conduzca al encuentro con Jesús, y creo que debemos pedírsela. Yo me sumo a esa petición. Pero conviene también recordar que los Reyes Magos no lo tuvieron fácil como puede parecernos a nosotros. Ellos tuvieron que dejar muchas cosas y aventurarse sin ninguna certeza. 
Podía ser un engaño, una intuición falsa, una aventura sin fundamento seguro. Nada garantizaba nada, y todo fue un camino inseguro, arriesgado y sin garantías de ninguna clase. Incluso, nadie buscaba ni nadie sabía nada a ese respecto. Sí, había una profecía, pero que nadie daba crédito, o en el mejor de los casos permanecían inmóviles y sin reaccionar.
Sin lugar a dudas, los Magos tuvieron su mérito, salir confiados a la indicación de esa estrella y dejarse guiar por ella. Y es eso, en mi humilde parecer, lo que creo que debemos hacer nosotros también. Hoy que, en el camino que emprendemos juntos, se habla de estrellas y de orientación, pidamos al Espíritu Santo, nuestra mejor estrella, que nos guíe y nos alumbre nuestra vivencia diaria por los caminos que la vida nos va presentando. Es la luz que el Niño Dios nos ha dejado para que no perdamos su estela y su nacimiento.
Es tiempo de pedir. En esta época del año los niños piden, y piden convencidos que sus regalos les van a venir. Al menos esperan con esperanza de que así sea. Sería bonito y esperanzador dejar que nuestro corazón se convierta por estos días en un corazón de niño, y que continúe así por mucho tiempo.
Necesito, Dios mío, un corazón voluntarioso y fuerte. Voluntad para no desfallecer y vencer la pereza y las comodidades que este mundo me ofrece como tentación de rendirme a sus encantos y  dejarme mecer por el encanto del ritmo que la buena vida marca. Sin preocupaciones ni molestias por lo que pase a mi alrededor.
Necesito fortaleza para enfrentarme con decisión a las tempestades y embestidas de todos aquellos obstáculos que la vida, por si sola, se encarga de ponerme ante mi camino. Tempestades de envidias, de soberbias, de egoísmos, de vanidades, de placeres y todo lo que me aleja del amor por construir un mundo mejor, más solidario y más justo apoyado en el amor.
Y una tercera petición: Necesito algo de sabiduría y paciencia para saber caminar y evadirme de muchas tempestades imposible de vencer y superar. La luz que me ilumine para ver en la oscuridad de la noche y pacientemente dirigir mis pasos hacia la verdad y libertad.
No quiero nada más, Señor. No quiero riquezas, poder, halagos, privilegios. ¡Ah!, eso sí, un poquito de salud para poder servirte en los hermanos. Espero que no sea mucho, pero si así fuera y me haya excedido, aceptaré lo que Tú a bien decidas concederme. Eso, venido de Ti, será lo mejor y lo más conveniente.
Hoy, Señor, te pedimos luz, atrevimiento, impulso irrefrenable para buscarte, para ir a tu encuentro, para experimentar tu Palabra, tu acogida, tu invitación, tu llamada, tu búsqueda y tu alimento. Como Andrés y el otro discípulo atráenos hacia Ti, respóndenos como a Juan el Bautista, y enséñanos a ver claro que Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida, y toda esperanza que vive dentro de nosotros. Amén.