martes, 28 de mayo de 2013

MAYO, el mes más lleno de vida... la naturaleza se renueva, el mes de las flores...
El mes en que se  remata el trabajo del año escolar, días que se nos pide un mayor esfuerzo... Remata también un trabajo educativo en valores y actitudes.

Coincide, por otra parte, con el tiempo en que todos;  alumnos y profesores percibimos más los cambios, y los avances.

Mes de María que es ejemplo de disponibilidad (la que dijo SÍ), ejemplo de obediencia y confianza en Dios, de amor y servicio en familia, de sencillez y trabajo...Para seguir este ejemplo vamos a reflexionar sobre las siguientes actitudes

 1. Di que “sí” en las cuestiones donde veas clara una llamada a tu servicio y generosidad. "Quien siembra tacañamente, tacañamente recogerá". El “SÍ” de María se prolonga y se hace real, allá donde hay gente de bien que sabe responder afirmativamente a las causas nobles.

2. Ponte en camino, como María. No te quedes cerrado y conforme con tus dificultades. Es bueno saber que, no muy lejos, siempre hay alguien que espera tu llegada.

3. Fíate de Dios. No te dejes arrastrar por la crítica ambiental sobre la iglesia. María vivió de espaldas a toda murmuración. Fue fiel al Señor.

4. Allá donde estés (reuniones, convocatorias, trabajo, colegio, etc.) procura ser reflexivo. Medita, como María, las decisiones que vayas a tomar. En los temas, especialmente delicados, tómate tu tiempo. Es bueno hablarlo con Dios.

5. Si ves que, en donde te desenvuelves, falta el vino de la alegría, del optimismo o de la ilusión, procura –como María- poner tu grano de arena para que, en medio de la insipidez, ayudes a recuperar el sentido de la fiesta.

6. Trata, como María, con delicadeza a los que te rodean. Sé respetuoso. Uno recoge aquello que siembra.

7. No te parezca un imposible el ser cristiano. No lo escondas en tus ambientes. A María, al principio, también le resultaba difícil entender los planes de Dios.

8. Como María, en las Bodas de Caná, haz lo posible para que –en situaciones de inquietud- todo pueda volver a la normalidad. A veces, una palabra a tiempo, vale más que cien mil fuera de lugar.

9. Si sabes de alguna persona que sufre, no lo dudes, acércate a ella. María no lo dudó ni un solo instante: Jesús subió a la cruz pero, Ella, estuvo a los pies del madero.

10. Cuando sientas que, la fama de alguien está en peligro, escapa de esas situaciones y no las alimentes. María, con José, supo marchar hacia Egipto antes de que la maldad se adueñara de un Niño inocente.

NO olvidemos por tanto que:

1.    Decir “sí” como María, es saber que podemos contribuir en algo para que los planes de Dios se cumplan en el mundo.

2.    Ser sencillos, como María, es no complicarnos la vida con las cosas que no son de verdad necesarias.

3.    Ser pobres, como María, es ser felices con aquello que tenemos. Hay muchos hombres que poseen mucho pero, les falta la felicidad

4.    Ser valientes, como María, es dar la cara en las pequeñas o grandes batallas de cada día.

5.    Ser orantes, como María, es reservar un pequeño momento o un simple pensamiento para Dios

6.    Ser fuertes, como María, es no dejarse vencer por las zancadillas que el bien tiene a su paso.

  Que, la gran montaña, no nos impida el ascender a las pequeñas cumbres. Que, los grandes proyectos, no sean obstáculo para llevar a cabo mínimos logros en el día a día.
María, en mayo, nos enseña a escalar la gran cima de la montaña de la perfección a la que Jesús nos llama. ¿Estamos dispuestos)




martes, 21 de mayo de 2013


Esta mañana nos reunimos, convocadas por María, para orar juntos: escuchar gozosas la Palabra de Dios, acogerla como María y sentirnos acompañados para vivirla en medio de las cosas de la vida.
Nos sentimos como aquellos primeros discípulos que de vuelta al cenáculo se reúnen con María y algunas otras mujeres y se deciden a orar.
Así reunidos como pequeña comunidad cristiana nos disponemos a orar de la mano de María, esa María que a veces la idealizamos tanto que la hacemos inaccesible, vamos a caminar “con ella” en una especie de “vía mariana”.


Santa María de la alegría pascual
Madre del resucitado, mujer de entereza y fortaleza;
Virgen de la fidelidad en medio del dolor y la muerte;
Lámpara que permaneciste encendida cuando muchas se apagaron;
Llama encendida que contagiaste ilusión;
Mujer valiente y orante que siempre creíste a tu Hijo.

LLENA NUESTRO CORAZÓN DE ALEGRÍA PASCUAL.

Hija del Padre que cantaste las maravillas del Dios de la historia
que se pone de parte de los pobres y excluidos;
Mujer nunca resignada ante lo injusto y lo adverso,
pero siempre dispuesta a ver en todas las cosas el paso salvador de Dios;
Caminante discreta que seguías los pasos de tu Señor y Mesías
sin querer robar el protagonismo a los apóstoles de tu Hijo:

LLENA NUESTRA CORAZÓN DE ALEGRÍA PASCUAL.

Mujer heroica por tu saber estar, tu saber hablar y tu saber callar;
Mujer paciente que sabes que las cosas de calidad maduran con el tiempo,
y que al corazón humano no le sirven las prisas y desesperos;
Hermana y amiga que sabes guardar secretos y que sabes, también,
contarle las cosas nuestras a tu Hijo mejor que nosotros mismos por
tu delicadeza y finura:

LLENA NUESTRO CORAZÓN DE ALEGRÍA PASCUAL.

Santa María, misionera empedernida,
que sobre una columna dicen que animaste al bueno de Santiago
que quería regresar a Jerusalén derrotado ante la dificultad de la misión;
Peregrina y emigrante que tuviste que refugiarte en Egipto hasta la muerte de Herodes,
y cambiaste de residencia para vivir tu vejez con tu nuevo hijo,
el discípulo amado;
Mujer ligera de equipaje a quien pudo transportar los ángeles
en tu peregrinaje definitivo al Cielo:

LLENA NUESTRO CORAZÓN DE ALEGRÍA PASCUAL.

Virgen del rosario y la letanía, que has escuchado tantas oraciones nuestras,
unas bien hechas y otras cansadas y somnolientas;
Madre de tantas ermitas, parroquias y santuarios,
que has visto multiplicarse tu nombre en infinidad de advocaciones,
porque todos te consideramos nuestra, y a todos atiendes y esperas;
Reina, cuya única corona somos cada uno de nosotros,
y que te llenas de luces cuando nos ves alegres y felices;
puerta siempre abierta, y teléfono sin contestador,
que no sabes de horarios y de citas previas
y que nunca bostezas cuando te hablamos
y te contamos nuestras miles de batallas:

LLENA NUESTRO CORAZÓN DE ALEGRÍA PASCUAL.

Espejo de justicia y santidad, que no te gusta la mentira,
la doblez de corazón, el disimulo, la murmuración o la envidia;
Trono de sabiduría que aguantas nuestros mantos y nuestras joyas,
pero que encauzas nuestra generosidad hacia tus hijos más pobres,
cuidadora solícita de las familias
que nutres nuestros hogares de ternura y compasión;
fortaleza de enfermos
que sabes estar cerca de quien se le mueve los cimientos de la vida
cuando aparece la enfermedad o la posible muerte.

LLENA NUESTRO CORAZÓN DE ALEGRÍA PASCUAL.

Madre e hija de la Iglesia, que quieres que seamos comunidades abiertas,
acogedoras y solícitas; que mantienes las llamas de nuestros cirios siempre encendidos…

LLENA NUESTRO CORAZÓN DE ALEGRÍA PASCUAL.

 MARÍA...

la mujer fuerte
la que inspira confianza
la de valor probado en el SI, sin condiciones...
la que creíste

OYEME:

Da luz a mi inteligencia.
Fortalece mi voluntad indecisa.
Hazme sencillo en mi actuar.
Dame corazón humilde.

MARÍA

Quiero tener alma grande para que todos tengan cabida en ella.
Quiero ser de interior limpio de donde no brote lo malo.
Quiero ser fuerte en la dificultad.
Quiero pureza en mi vida.
Quiero capacidad de entrega sin esperar correspondencia.

MADRE... AYÚDAME A DECIR SÍ

El "SI" del trabajo.
El "SI" de la honradez.
El "SI" de la fidelidad.

Ayúdame a decir:

el "SI" del compromiso con Jesús
el "SI" del amor a los semejantes
el "SI" de la apertura al Espíritu de Cristo Resucitado
el "SI"...

TAMBIÉN YO QUIERO HACER LA VOLUNTAD DE DIOS


martes, 7 de mayo de 2013


Cuando entramos en una casa nos invitan a sentarnos. Es el primer gesto de cortesía. Sólo se recibe de pie a un cobrador, a un vendedor o cuando se trata de asuntos de trámite. En muchos lugares del mundo la mayor descortesía es entrar en una casa y no aceptar el asiento que te ofrecen: "Pase a descansar o descanse". Para ellos descansar significa, en ese caso, sentarse y no hacerlo es la mayor grosería que se puede cometer con ellos.

El Señor también nos invita a descansar en su presencia. A sentarnos sin prisa en actitud de discípulos. Adoptamos así la postura de María de Betania, que eligió la mejor parte, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra, mientras Marta estaba de pie, atareada con muchos quehaceres (Lc 10,39).

Por eso buscamos un momento para sentarnos a los pies del Señor, para descansar, para meditar, para encontrar el reposo necesario del espíritu. Será una cortesía con Dios y contigo.

Deja que me siente por un momento a tu lado;
más tarde terminaré el trabajo que me espera.

Lejos de tu mirada, me canso enseguida;
mi trabajo es pena y me siento perdido.

Contigo encuentro la vida, los susurros y suspiros,
tengo mil trovadores en la corte de tu amor.

Deja que me siente cara a cara;
quiero cantar la alegría de pertenecerte.
  
Querido Señor,  en medio de mucha confusión e inquietudes internas
existe en mí un pensamiento consolador:
...quizás estás trabajando en mí de una forma
que no puedo sentir, experimentar o comprender.

Mi mente no es capaz de concentrarse en Ti,
mi corazón no puede mantenerse centrado,
parece como si estuvieras ausente o me hubieses dejado solo.
Pero me aferro a Ti en la fe.

Creo que tu Espíritu alcanza algo más profundo y más lejano
que lo que alcanza mi mente o mi corazón,
y que los movimientos profundos no son los primeros en ser notados.

Por lo tanto, prometo que no escaparé, no abandonaré,
no dejaré de rezar, aún cuando todo parezca inútil
y una pérdida de tiempo y esfuerzo.

Quiero que sepas que te amo,
a pesar de que a veces no me sienta amado por Ti.
Y que tengo esperanza en Ti,
aunque muchas veces experimento desesperación.

Permite que esto sea una pequeña muerte
que pueda hacer contigo y para Ti
como una forma de experimentar algo de solidaridad
con los millones de personas que sufren mucho más que yo en este mundo.

Gracias, Señor, porque llamas a mi puerta y me ofreces una nueva oportunidad
para abrazar el misterio de tu muerte y resurrección.
Ayúdame a hacer silencio, quiero escuchar tu voz.

Toma mi mano, guíame al desierto, donde nos encontraremos solos Tú y yo.
Necesito contemplar tu rostro; me hace falta la calidez de tu voz.
Caminar juntos… callar para que hables Tú.  
Me pongo en tus manos, quiero revisar mi vida,
descubrir en qué tengo que cambiar, afianzar lo que anda bien,
 sorprenderme con lo nuevo que me pedís.

Ayúdame a dejar a un lado las prisas, las preocupaciones que llenan mi cabeza;
barré mis dudas e inseguridades; ayúdame a archivar mis respuestas hechas.

Quiero compartir mi vida y revisarla a tu lado.
Me tienta la seguridad, el “sabérmelas todas”, tener las cosas demasiado “claras”, no necesitarte.

Me tienta el activismo: hacer, hacer, hacer. Y me olvido del silencio y la oración.
Me tienta la incoherencia, hablar mucho y hacer poco, mostrar apariencia de buen cristiano,
pero adentro, donde Vos y yo sabemos, hay mucho que cambiar.
Me tienta ser el centro del mundo; que los demás giren a mi alrededor,
que me sirvan en lugar de servir.
Me tienta la idolatría, fabricarme un ídolo con mis proyectos,
mis certezas y conveniencias, y ponerle tu nombre de Dios.
Me tienta la falta de compromiso.
Es más fácil pasar de largo ante las necesidades de los demás, que bajarme del caballo
y hacer lo del samaritano de la parábola.
¡Hay tantos caídos a mi lado, Señor… y yo me hago el distraído!
Me tienta la falta de sensibilidad, el no tener compasión y acostumbrarme a ver que otros sufren.

Pero, Señor, en el fondo no puedo engañarte. Me tienta separar la fe de la vida.
Me tienta no indignarme evangélicamente,
por la ausencia de justicia y solidaridad.
Me tienta tener tiempo para todo,
menos para lo más importante; y lamentarlo, pero no hacer nada para cambiarlo.
Me tienta, Señor, el desaliento, lo difícil que se presentan las cosas.
Me tienta la falta de esperanza y confianza.
 Me tienta el dejarlo para mañana,cuando debería empezar a cambiar hoy mismo.
Me tienta creer que te escucho, cuando en realidad me escucho a mí mismo.
Dame luz, Señor, para distinguir tu rostro; despójame de lo que me ata,
y pon a prueba mi fe y mi amor, para vivir fiel a Ti.
     
Dios mío! Te ofrezco todas
mis acciones de hoy,
Quiero santificar los latidos de mi corazón,
mis pensamientos y mis obras,
por más insignificantes que sean,
uniéndolas a tus méritos
infinitos, y para reparar mis faltas,
arrojándolas en la inmensa
hoguera de tu Amor Misericordioso.

¡Dios mío! te pido para mí y para
mis seres queridos, la gracia
de cumplir, con toda perfección,
tu santa voluntad y aceptar,
por tu amor, las alegrías
y las penas de esta vida pasajera,
para que un día estemos reunidos
en el Cielo por toda la eternidad.