lunes, 19 de mayo de 2014

ORACIÓN DEL 14 de MAYO

Un nuevo día se presenta hoy ante nosotros. Un día igual a todos los demás días desde hace… no sé, muchos años hace que seguimos lo que puede parecer la misma rutina. Pero que bonita oportunidad recibimos al poder educar curso tras curso a nuevas generaciones.

’No hay peor cosa que la instalación -pensaba Francisco de Asís-. En el campo abierto, en la arena del combate es donde el hombre se fortalece’. Por eso Francisco no retenía por mucho tiempo a sus hermanos. Muy pronto los soltaba a los caminos abiertos del mundo porque sabía que sin batalla no hay fortaleza y que la madurez es fruto de muchas heridas. Y dijo a sus hermanos: ‘¿Qué quiere el Señor de todo esto? Sin duda quiere librarnos de la tentación de la instalación. ¿No decimos todos los días que somos peregrinos y extranjeros en este mundo? Recordad, pues: donde hay instalación hay seguridad y donde hay seguridad, no hay pobreza. No busquéis otra seguridad que el saberos amados del Altísimo’.

En una ocasión, ante la insistencia de fray Rufino, uno de sus hermanos más cercano, por querer saber dónde, como y cuándo encontrar a Dios, Francisco le responde:

«Dios es, eso nos basta. Y eso nos hace libres. ¿Comprendes?, Si supiéramos adorar nada podría verdaderamente turbarnos: atravesaríamos el mundo con la tranquilidad de los grandes ríos».

Siguiendo ese consejo, nos ponemos ante Dios nuestro Padre, con la intención de aprender a adorar, y lo hacemos adaptando la gran oración del padrenuestro a nuestra realidad como educadores:

Padre nuestro que estás en el colegio
en los niños, en los padres, en los profes,
en cuantos cargan diariamente a la espalda su mochila
de inquietudes, de proyectos, de expectativas.

Santificado sea tu nombre
que todos tengan la gracia
de conocer que Tú eres Padre;
Danos el don de vivir y transmitir
la necesidad de encontrarse contigo
porque Tú nos llenarás de Vida.

Venga a nosotros tú Reino,
la sabiduría de conocer tus caminos,
la certeza de sabernos tus hijos,
la alegría de vernos mejores día a día,
la dicha de ser más hermanos que ayer.

Hágase tu voluntad,
así en el colegio como en la vida.
Que cada hora, cada tarea, cada jornada escolar
sean un paso adelante
en nuestro encuentro contigo,
en nuestro crecer como personas,
en nuestro ser y vivir
como cristianos y como franciscanos,
y seamos cada día más tuyos,
más nosotros mismos.

Danos, Señor, la entrega necesaria
para mantenernos ‘en camino’,
para vivir y proponer tu evangelio,
para trabajar según tu voluntad,
para ser felices en tu nombre.

Si algún día olvidamos lo aprendido
si buscamos seguridades lejos de Ti,
si otros dioses nos llevan por otros caminos
o si un día dejamos de buscarte…
perdónanos, Señor,
y déjanos caer, parar, recordar,
volver al camino que nos devuelva a Ti.

No nos dejes caer en nosotros mismos,
no permitas que se apague la inquietud
que nos tiene hoy en tu búsqueda.

Líbranos del cansancio o de la monotonía
Líbranos, por siempre, de perder la alegría. Amén

Pronto sonará el timbre, y los pasillos se llenarán de alumnos que se dirigen a sus aulas, y allí estaremos nosotros con una tarea muy especial como educadores cristianos, no sólo la de llenar sus duras cabezas de cantidad de conocimientos, sino la de ayudarles a conseguir que cada uno de ellos descubran el proyecto personal que Dios, como padre de todos, le tiene preparado.

Por este motivo, antes de ponernos delante de la pizarra, escuchemos como Dios nuestro padre se dirige a cada uno de nosotros, y al oído nos dice:

Tú no tienes que forzar a una flor a que abra, la flor la abre Dios,
tú la plantas, la riegas, la resguardas, lo demás lo hace Dios.
Tú no obligas a un amigo a que te ame, el amor lo da Dios,
tú le sirves, le ayudas, en ti la amistad arde, lo demás lo hace Dios.
Tú no obligas a un alma a que crea, la fe la da Dios,
tú obras, trabajas, confías y esperas, lo demás lo hace Dios.
Tú no transformas a un alumno, según tu parecer; la madurez la da Dios
Tú dedicas tu tiempo, entregas tu saber, transmites tu vivir, lo demás lo hace Dios.

Y, al sentir como sus palabras hacen eco en nuestro corazón, dirigimos a El nuestra plegaria:

“Daños, Señor, el amor necesario para cuidar, sin condiciones, cada semilla que Tú pones en nuestras manos, y danos también la sabiduría y paciencia suficientes para saber esperar tu momento, como esperan el sol y la lluvia a que toda semilla dé su propio fruto”.


Salgamos ahí, como cada mañana, a ser instrumentos en manos de Dios.
ORACIÓN DE LA MAÑANA MIÉRCOLES 7 DE MAYO


EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 24 13-35
Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. El les dijo: "¿Qué conversación es ésa que traéis mientras vais de camino?". Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: "¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días?". El les preguntó: "¿Qué?". Ellos le contestaron: "Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera futuro liberador de Israel. Y ya ves, hace dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo e incluso vinieren diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que está vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no le vieron". Entonces Jesús les dijo: "¡Qué necios y torpes sois para no creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?". Y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas les explicó lo que se refería a Él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, El hizo ademán de seguir adelante, pero ellos le apremiaron diciendo:"Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída". Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero El desapareció. Ellos comentaron:"¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras? Y levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo:"Era verdad, ha resucitado el Señor. Y se ha aparecido a Simón". Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
REFLEXIÓN
La liturgia de hoy es uno de los pasajes más hermosos que narra la experiencia del resucitado en los seguidores de Jesús.
El relato, además de la afirmación de que Jesús había resucitado, destaca  la importancia de la Eucaristía para reconocer a Jesús, porque en función de nuestro encuentro con Jesús en la vida y en la actualidad que nos rodea, podemos como los discípulos encontrarlo también en el compartir la mesa, al partir y compartir el pan. En la Eucaristía reconocemos a Jesús, cuando lo hemos reconocido fuera de ella. En la Eucaristía partimos y compartimos el pan, cuando lo hemos partido y compartido fuera de ella. Pues somos muchos cristianos lo que vamos a misa y salimos de ella como entramos, tan ciegos para ver a Jesús y reconocer a Jesús, no sólo en la Eucaristía, sino principalmente fuera de ella.
 Si nosotros, no tenemos nuestro corazón abierto a la esperanza de Cristo, no podemos ver a Cristo. Cristo está presente en nuestro mundo, en todos aquellos que nos necesitan. Y en la medida que nosotros acompañamos a los que nos necesitan estamos acompañando a Jesús.
LOS DISCÍPULOS DE JESÚS LO ENCONTRARON EN EL SER HUMANO QUE PARTIÓ EL PAN CON ELLOS.
DIFUNDID EL EVANGELIO. COMPARTE NO SOLO TÚ PAN, SINO TÚ TIEMPO. PÁSALO.
UNO DE MAYO. DÍA DEL TRABAJO.
DÍA DE COMPROMISO SOCIAL PARA EL CRISTIANO.
Así lo recogía también el Papa Juan Pablo II, en su Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, en su apartado El Derecho al Trabajo:
"El trabajo es un derecho fundamental y un bien para el hombre: un bien útil, digno de él, porque es idóneo para expresar y acrecentar la dignidad humana. La Iglesia enseña el valor del trabajo no sólo porque es siempre personal, sino también por el carácter de necesidad. El trabajo es necesario para formar y mantener una familia, adquirir el derecho a la propiedad y contribuir al bien común de la familia humana".
"El trabajo es un bien de todos, que debe estar disponible para todos aquellos capaces de él. La « plena ocupación » es, por tanto, un objetivo obligado para todo ordenamiento económico orientado a la justicia y al bien común. Una sociedad donde el derecho al trabajo sea anulado o sistemáticamente negado y donde las medidas de política económica no permitan a los trabajadores alcanzar niveles satisfactorios de ocupación, « no puede conseguir su legitimación ética ni la justa paz social ».Una función importante y, por ello, una responsabilidad específica y grave, tienen en este ámbito los « empresarios indirectos »,es decir aquellos sujetos —personas o instituciones de diverso tipo— que son capaces de orientar, a nivel nacional o internacional, la política del trabajo y de la economía.
Esta gran crisis económica que padecemos desde hace años, no sólo afecta al mundo laboral, si no que como consecuencia de ello, viene profundizando en desigualdades sociales, que como siempre sufren los más débiles.
Por eso, este primero de Mayo, debe de ser para nosotros un tiempo de acción evangelizadora y de compromiso transformador. Los valores cristianos deben de ser en una sociedad laica exigencia de ejemplaridad y servicio a la comunidad.
Más que nunca quizás, los cristianos católicos debemos de participar con mayor compromiso en la vida política, al igual que lo hacemos en la vida universitaria, empresarial, profesional, cultural. Ignorar lo que está pasando en la calle y en las redes sociales puede ser irresponsable. En España hay una distancia creciente entre buena parte de la sociedad y sus representantes. Y el resultado se traduce en desesperanza y desencanto.
Como creyente que se siente interpelado a evangelizar, a través de su testimonio, creo que, hay motivos para apostar por una regeneración ética de nuestra sociedad. Y, si esos motivos existen, los valores que emanan del Evangelio y del Concilio Vaticano II en su Gaudium Spet, son una alternativa creíble y factible para implicarnos en esa regeneración ética.
"Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanza, tristezas y angustias de losdiscípulos de Cristo” (GS 1).
MAYO, EL MES DEDICADO A MARIA
Hubo un tiempo no muy lejano y que aún perdura en la mente de muchos buenos cristianos; en que la enseñanza de la Iglesias, a través de la predicación de los sacerdotes, en donde la Buena Noticia impregnada en el Evangelio había desaparecido. Volvimos a presentar, al Dios terrible del Antiguo Testamento, al que castiga severamente, al que manda a sus hijos al infierno, al Dios que da miedo.
Pero el pueblo cristiano fue mucho más inteligente, mucho más cristiano que sus jefes y sus teólogos, y desplazó lo más cristiano de los atributos de Dios y de Jesús a la madre de Jesús, a María. Madre de misericordia, refugio de pecadores, consuelo de afligidos, auxilio de los cristianos...
Naturalmente, a María se le transfirieron también otros atributos divinos, para corroborar la fiabilidad de nuestra confianza: medianera de todas las gracias, sin pecado original, asumpta al cielo, reina de todo lo creado; (hasta seguimos invocándola como "madre del Creador", sin que nadie que yo sepa haya reparado en la formidable contradicción de esos dos términos juntos).
No hay palabras ni sentimientos capaces de agradecer suficientemente a María, la madre de Jesús, la salvación de todo lo que más caracteriza a la religión de Jesús, a la Buena Noticia: sentirse querido, saber que alguien siempre te comprende, te perdona y te acoge, alguien a quien no temer, alguien que no lleva cuentas de mal, que lo olvida todo, que lo espera todo...
Y Uds. dirán, que porque digo esto. Mayo es el mes por excelencia dedicado a María. Pero sigue, siendo el mes también que guarda más tradiciones populares en torno a María. Acontecimientos que posiblemente quedan estancados y no actualizan el concepto de María en el misterio de Cristo y de la Iglesia.
Cuando el Concilio Vaticano II, no sin dificultades, hizo el esfuerzo de situar la figura de María no solamente a la luz del misterio de Cristo, sino también y muy particularmente a la luz del misterio de la Iglesia, no hizo otra cosa que volver a la mejor tradición eclesial, cuando María ocupaba ya en la comunidad creyente " el lugar más alto y a la vez más próximo a nosotros " ( LG 54 ). Por eso, cuando presentamos a María como " prototipo de la Iglesia ", no se hace en un sentido pasivo como el que hace una copia. Sino que se hace con un sentido profundamente activo. Por ello, creo que podríamos hoy preguntarnos ¿Cuáles podrían ser los rasgos de una Iglesia más mariana en nuestros días?
- Una Iglesia que fomenta la " ternura maternal " como María. Es decir, una Iglesia de brazos abiertos, que no rechaza a nadie, sino que acoge.
- Una Iglesia que como María proclama la grandeza de Dios y su misericordia.
- Una Iglesia que como María se convierte en signo de esperanza por su capacidad de dar y transmitir la vida.
- Una Iglesia humilde como María, siempre a la escucha de su Señor.
- Una Iglesia del " Magníficat ", que no se complace en los soberbios, potentados y ricos de este mundo, sino que busca pan y dignidad para los pobres y hambrientos de la tierra, sabiendo que Dios está de su parte.
- Una Iglesia atenta al sufrimiento de todo ser humano, que sabe, como María olvidarse de sí misma y " marchar de prisa " para estar cerca del que necesita ser ayudado.
En María tenemos un hermoso ejemplo. María modelo de fe, modelo de esperanza, modelo de vida con los signos de los tiempos.


ORACIÓN DE LA MAÑANA: MIÉRCOLES 30 DE ABRIL 

Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Juan (20,19-31):
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos.
Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.
Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espiritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor.»
Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.»
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros.»
Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.»
Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!»
Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto.»
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Éstos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

Palabra de Dios.

REFLEXIÓN
La presencia del Señor Resucitado abre la comunidad que se escondía con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Es fácil comprender que ser discípulo de un ejecutado a muerte por blasfemo y sedicioso era muy peligroso. Pero los peligros externos, que nos pueden inducir a encerrarnos temerosos en nosotros mismos, se disuelven ante la evidencia del triunfo de la vida sobre la muerte. Jesús, presente en medio de los discípulos, abre la puertas de la comunidad, les abre las mentes y los corazones, les da su Espíritu y los envía: la comunidad de los creyentes no vive para sí misma, la Iglesia existe para anunciar el Evangelio, pues la Buena Noticia de la Resurrección no sólo es buena para el pequeño círculo de los discípulos, sino para el mundo entero. Los creyentes que han visto al Señor salen de su cerrazón y anuncian abiertamente y sin miedo, y hacen muchos signos y prodigios; no se trata necesariamente de hechos milagrosos, en el sentido de maravillosos y sorprendentes, sino de signos de la vida nueva: hacer el bien a los extraños, curar a los enfermos, atender a los pobres, servir a Cristo en los pequeños hermanos, transmitir el perdón  de los pecados en el ministerio de la reconciliación. 
El cuadro que se nos dibuja en el texto de los Hechos es más un ideal que una realidad efectiva. Ya hemos visto que la comunidad tiene tendencia a cerrarse en sí misma, dentro de ella habitan el miedo, también la ambición, la tentación de la violencia, existen además conflictos entre distintos puntos de vista. De todos estos problemas nos informan abundantemente los Evangelios, y también el libro de los Hechos de los Apóstoles y las Cartas de Pablo. El que se inserta en la comunidad creyente experimenta con relativa facilidad una cierta decepción: soñó entrar en una comunidad regida por criterios exclusivamente evangélicos, y se encuentra con miserias humanas que hacen opaca la luz del Resucitado. La tentación del purismo empuja a salir del grupo de estos discípulos tan imperfectos, entonces igual que ahora. Aquí se revela una de las debilidades fundamentales de la vida interna de la Iglesia: la falta de Fé. Tomás es, una vez más, representante de esta actitud. Así como la Fé nos lleva a la comunidad, su debilidad la debilita. La  es un tesoro que llevamos en vasijas de barro (cf. 2 Cor 4, 7) y, por eso, la comunidad cristiana se encuentra siempre en peligro de desintegración, de dispersión.
No hay que dar la Fé por descontada dentro de la comunidad, es fundamental que nos comuniquemos nuestras experiencias de Fé, que nos enriquezcamos mutuamente, que nos fortalezcamos unos a otros. 
Los discípulos que vieron al Señor aquel primer día de la semana se lo comunicaron a Tomás, invitándolo a reintegrarse en el grupo. Pese a sus reticencias, y poniendo duras condiciones, Tomás accedió a participar “a los ocho días”, de nuevo “el primer día de la semana”. Las condiciones de Tomás eran razonables: no quería creer en fantasmas, ni participar en alucinaciones colectivas. Si se trataba del mismo Jesús, muerto en la cruz, tenía que tener en su cuerpo las huellas de la Pasión. “Tocar las heridas” no es sólo un desafío propio de la incredulidad, sino una exigencia de la encarnación, que se expresa en el dramático realismo de la muerte. En la imperfecta comunidad de los discípulos vive el cuerpo de Cristo, pero este cuerpo está herido. Debilidades y pecados, defectos y conflictos nos hablan de este cuerpo herido de Cristo. Y hay que tocar esas heridas para poder alcanzar la sanación y esquivar la tentación de un falso misticismo que no mira a la realidad. 
Dios ha vuelto a crear la luz, la de la Resurrección, y la ha separado de la oscuridad de la muerte. Y, por eso, nosotros podemos ver a Jesús vivo y en medio de nosotros, y podemos escuchar la palabra que nos dice: “Paz a vosotros”, haciendo así posible el ideal de la comunidad creyente, reconciliada y que, sin miedo y abiertamente, da testimonio ante el mundo entero.

TESTIGOS DE CRISTO RESUCITADO

Cuentan que, en cierta ocasión, llegó un misionero a un pueblo indígena. Los habitantes del pueblo recibieron al misionero con grandes atenciones y se dispusieron a escucharlo.
-Vengo a traerles una Buena Nueva, la noticia de un Dios Padre, que nos quiere a todos y desea que vivamos como auténticos hermanos, sirviéndonos y ayudándonos unos a otros. ¿Van a aceptar la noticia que les traigo y a recibir en sus corazones a ese Dios Padre que nos ama a todos como verdaderos hijos?
Calló el misionero y los indígenas permanecían en silencio.
-¿Lo aceptan o no lo aceptan?- insistió desconcertado el misionero.
Al rato, se alzó serena la voz del cacique diciendo:
-Quédate a vivir con nosotros unos días y si en verdad vives lo que quieres enseñarnos, entonces volveremos a escucharte.
Estas semanas de Pascua estamos intentando vivir  la Resurrección de Jesús. Es una realidad que te puede llevar a coger con ganas tu vida, a valorarte tal como eres, a vivir con mucha esperanza… porque Dios está contigo. Me gustaría decirte, para acabar la semana, que esto se tiene que notar. Debemos cambiar el derrotismo, la cara de vinagre, la mala baba que muchas veces tenemos, por la alegría, la amistad sincera y el compromiso con los demás.
Todos los días de la semana, son ocasión para vivir en clave de Resurrección: no te hagas daño a ti mismo, no se lo hagas a los demás.

CEREMONIA DE CANONIZACIÓN DE JUAN PABLO II Y JUAN XXIII

El Papa Francisco definió el pasado domingo  a Juan XXIII y Juan Pablo II como “dos hombres valerosos” durante la ceremonia de canonización celebrada en la plaza de San Pedro con la presencia de Benedicto XVI Los dos nuevos santos fueron, según Jorge Mario Bergoglio, “sacerdotes, obispos y papas del siglo XX. Conocieron sus tragedias, pero no se abrumaron. En ellos, Dios fue más fuerte”. Durante su breve homilía, Francisco destacó que “san Juan XXIII” fue “el Papa de la docilidad del Espíritu Santo”, mientras que “san Juan Pablo II fue el Papa de la familia”. Uno y otro, añadió, “restauraron y actualizaron la Iglesia según su fisonomía originaria”. La ceremonia –concelebrada por 150 cardenales y 700 obispos ante la presencia de 24 jefes de Estado— fue seguida en directo por más de 800.000 peregrinos a través de pantallas instaladas en las principales plazas de Roma.
El Papa Francisco , que en esta ocasión no añadió frases improvisadas a su homilía, trazó un perfil conjunto de los nuevos papas santos: “Juan XXIII y Juan Pablo II tuvieron el valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y su costado traspasado. No se avergonzaron de la carne de Cristo, no se escandalizaron de él, de su cruz; no se avergonzaron de la carne del hermano, porque en cada persona que sufría veían a Jesús. Fueron dos hombres valerosos, llenos de laparresia [término griego que significa libertad] del Espíritu Santo, y dieron testimonio ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia”.
La proclamación se produjo al inicio de la ceremonia. El cardenal Angelo Amato, prefecto para la Congregación para las Causas de los Santos, presentó ante el papa Francisco las tres peticiones de la doble canonización tal como dicta el ritual: primero con “gran fuerza”, a continuación con “mayor fuerza” y, finalmente, con “grandísima fuerza”. Como respuesta, el Papa pronunció la fórmula: “En honor de la Santísima Trinidad, por la exaltación de la fe católica y el incremento de la vida cristiana, con la autoridad de nuestro Señor Jesucristo y de los santos apóstoles Pedro y Pablo, después de haber reflexionado largamente e invocado la ayuda divina y escuchado el parecer de muchos de nuestros hermanos obispos, declaramos santos a Juan XXIII y a Juan Pablo II”.
Lectura del santo evangelio según San Juan (12,44-50):
En aquel tiempo, Jesús dijo, gritando: «El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así el que cree en mí no quedará en tinieblas. Al que oiga mis palabras y no las cumpla yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, ésa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo lo hablo como me ha encargado el Padre.»

ÚLTIMA REFLEXIÓN DE LA MAÑANA

“No viene mal un poco de quietud. El silencio no es, sin más, el espacio donde hay ausencia de ruido. No es un ámbito de vacío o de aislamiento. En el silencio es donde aprendemos a escuchar de otra manera. Sería el mejor preámbulo de las palabras. Para saber lo que uno va a decir. Pensarlo bien. Rezar sobre la vida. En el silencio podemos descubrir muchas cosas de nosotros mismos. Y podemos aprender a escuchar a Dios. Y a entender al mundo. Y a acoger Su palabra de forma que nos suene como algo nuevo, y no como la vieja cantinela a la que casi no le prestamos atención”.

ORACIÓN DE LA MAÑANA MIÉRCOLES 23 DE ABRIL  

¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!
Mientras hemos estado de vacaciones hemos celebrado el mayor acontecimiento universal: “Jesús ha Resucitado”.
En estas fechas nos solemos felicitar diciendo: ¡Feliz Pascua!, lo mismo que en Navidad, pues para nosotros es una gran noticia que el Padre haya hecho el gran milagro de resucitar a su Hijo. Fue un hecho extraordinario que ni los mismos apóstoles esperaban. Así nos lo recuerda San Juan:
“El primer día de la semana María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, y vio quitada la piedra que tapaba la entrada. Corrió entonces a donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, aquel a quien Jesús quería mucho, y les dijo: “¡Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto!”
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro corrió más que Pedro y llegó primero al sepulcro. Se agachó a mirar y vio allí las vendas, pero no entró. Detrás de él llegó Simón Pedro, que entró en el sepulcro. Él también vio allí las vendas, y vio además que la tela que había servido para envolver la cabeza de Jesús no estaba junto a las vendas, sino enrollada y puesta aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio lo que había pasado y creyó. Y es que todavía no habían entendido lo que dice la Escritura, que él tenía que resucitar”.

REFLEXIÓN
 A nosotros en un principio, como le ocurrió a María, a Pedro o a Juan, nos cuesta comprender… hasta que somos conscientes de que vivimos un tiempo especial.
La PASCUA es un tiempo de alegría, de novedad porque Cristo ha resucitado. Y no lo decimos por decir. Por increíble que parezca vemos y descubrimos a nuestro alrededor montones de motivos para soñar con un mundo mejor. ¡Feliz comienzo de clases y Feliz Pascua de Resurrección!    
¿UNA VIDA NUEVA?
Continuamos en tiempo de Pascua; son los cincuenta días de celebración del gran acontecimiento de la Resurrección… Ese acontecimiento que se “sale” de la historia, pero que fundamenta toda nuestra fe cristiana. 
Quienes hemos reflexionado, y sobre todo vivido y celebrado esto, hemos comprobado que la Resurrección no es algo solamente del pasado, sino que está muy presente en la vida de la persona.  Así pues, expongamos algunos de los frutos de la Resurrección:
- Alegría. Nadie nos la podrá quitar. Disipa todas las penas y nos hace testigos de alegría.
- Paz, que llena todo nuestro interior y se manifiesta en la manera de actuar.
-Fuerza, que nos hace ver la vida con optimismo, supera todas las dificultades y quita todos los miedos.
- Presencia amorosa. Ya nadie debe sentirse solo. Jesús Resucitado está con nosotros.
- Vida abundante y para siempre. Estamos llamados a la resurrección, a la vida definitiva con Jesús.
Si vivimos cada día estos cinco frutos,  estaremos  celebrando una Pascua viva. porque no basta creer que Cristo resucitó, sino que nos hace participar de la fuerza de su resurrección, es decir , que resucita en nosotros.
Mejor: “Está resucitado”, si somos testigos de estos frutos de la Resurrección.
 

REFLEXIÓN.
- De los frutos de la resurrección que hemos presentado, ¿Cuál es más importante para ti?
- Para ser testigo de Cristo resucitado no basta decir: “Creo que Cristo ha resucitado”, sino “yo vivo la experiencia de Cristo resucitado”, experimentar su vida nueva, llegar a ser hombres nuevos.
TESTIGOS DE CRISTO RESUCITADO
Cuentan que, en cierta ocasión, llegó un misionero a un pueblo indígena. Los habitantes del pueblo recibieron al misionero con grandes atenciones y se dispusieron a escucharlo.
-Vengo a traerles una Buena Nueva, la noticia de un Dios Padre, que nos quiere a todos y desea que vivamos como auténticos hermanos, sirviéndonos y ayudándonos unos a otros. ¿Van a aceptar la noticia que les traigo y a recibir en sus corazones a ese Dios Padre que nos ama a todos como verdaderos hijos?
Calló el misionero y los indígenas permanecían en silencio.
-¿Lo aceptan o no lo aceptan?- insistió desconcertado el misionero.
Al rato, se alzó serena la voz del cacique diciendo:
-Quédate a vivir con nosotros unos días y si en verdad vives lo que quieres enseñarnos, entonces volveremos a escucharte.
Estas semanas de Pascua estamos intentando vivir  la Resurrección de Jesús. Es una realidad que nos  puede llevar a coger con ganas tu vida, a valorarnos tal como somos, a vivir con mucha esperanza… porque Dios está con nosotros. Esto se tiene que notar. Debemos cambiar el derrotismo, la cara de vinagre, la mala baba que muchas veces tenemos, por la alegría, la amistad sincera y el compromiso con los demás.
Todos los días de la semana, son ocasión para vivir en clave de Resurrección: no te hagas daño a ti mismo, no se lo hagas a los demás.

Evangelio San Lucas 24,13-35.
“QUÉDATE CON NOSOTROS, PORQUE YA ES TARDE”.
Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.

Él les dijo: «¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?»
Ellos se detuvieron preocupados. 
Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: «¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?»
Él les preguntó: «¿Qué?»
Ellos le contestaron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; como lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace ya dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron.»
Entonces Jesús les dijo: «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?»
Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura. 
Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.»
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.
Ellos comentaron: «¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?»
Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.»
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.Ç



REFLEXIÓN
Hoy la Palabra nos cuenta la historia de dos personas que se encontraron con Jesús. Se podría resumir con tres frases: estar de vuelta, darse cuenta y dar la vuelta.
Los de Emaús estaban de vuelta. Son una pareja. De uno se nos dice el nombre: Cleofás. De la otra persona no sabemos. Podría ser su mujer, o un amigo, o un compañero. El caso es que habían tirado la toalla. Habían matado a Jesús y todo se había terminado. ¿Cómo seguir creyendo en Él, si le habían aplicado la pena de muerte, y la muerte más cruel de aquel momento? ¿Cómo seguir creyendo ni siquiera en su mensaje? Descalificado el mensajero quedaba desprestigiado el mensaje. Estaban de vuelta. Huían de Jerusalén: el lugar donde habían puesto su ilusión se había vuelto el lugar de la decepción.
Pero llega un momento que los de Emaús se dan cuenta. Jesús se les acerca suavemente, como solía hacer con la gente. Se hace el encontradizo, les pregunta de qué hablan, entabla conversación. Y tras escucharles, habla. Y sus palabras dan luz a la oscuridad que estaban viviendo los dos caminantes. Y entienden que la cruz forma parte de la vida y de la misión, como preámbulo de la gloria. Y que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, no puede dar fruto… Tan adentro les llegó esta palabra que no le querían dejar marchar. Y cuando llegaron cerca de la aldea le invitaron a quedarse. Y allí, al partir el pan, se dieron cuenta del todo…
Entonces los de Emaús dan la vuelta. Porque quien se ha encontrado con el Señor no puede seguir igual. La vida queda trastocada, transfigurada, transformada. Y ellos sienten que tienen que volver… a lo principal. A decirles a los que aún no lo saben que la vida triunfó, que el Padre lo puede todo con su amor, que la entrega tiene su fruto, que Jesucristo nos acompaña y se nos hace presente en la Palabra y en la Eucaristía… que somos herederos de algo grande y que esto hay que contarlo… y vivirlo. Que no decaiga.

Señor Jesús,
que te haces el encontradizo
con los que vamos caminando.
Ayúdanos a darnos cuenta
de tu presencia resucitada junto a nosotros.
Para que podamos comunicar a otros
tu Esperanza.