miércoles, 17 de diciembre de 2014

El pasado 7 de diciembre, el Papa Francisco usó una Tablet para encender desde el Vaticano el árbol de Navidad más grande del mundo: una estructura de luces que descansa sobre el monte Ingino, en Gubbio, la ciudad italiana donde San Francisco amansó al lobo, escribiendo las siguientes palabras:
''Les deseo una Navidad santa y feliz –dijo al momento de encender el árbol- Cuando encendemos la luz del árbol de Navidad, queremos que la luz de Cristo esté en nosotros. Una Navidad sin luz no es Navidad. Que haya luz en el alma, en el corazón. Que haya perdón, que no haya enemistades, tinieblas... Que haya la luz de Jesús que es tan bonita”.
“Es lo que les deseo a todos, ahora, cuando enciendo la luz del árbol de Navidad. Muchas gracias por su regalo, es hermoso. Yo también les doy mis mejores deseos de paz y de felicidad. Si tienen algo oscuro en el alma, pidan perdón al Señor. Navidad es una buena oportunidad para dejar limpia el alma. No tengan miedo, el cura es misericordioso, perdona a todos en nombre de Dios, porque Dios lo perdona todo”.
“Que la luz esté en sus corazones, en sus familias, en sus ciudades. Y ahora con este deseo, encendamos la luz y que Dios Omnipotente, Padre, Hijo y Espíritu Santo los bendiga. Feliz Navidad y recen por mí”
Lectura del santo evangelio según san Juan (1,6-8.19-28):
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.
Y éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran: «¿Tú quién eres?»
Él confesó sin reservas: «Yo no soy el Mesías.»
Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?»
El dijo: «No lo soy.»
«¿Eres tú el Profeta?»
Respondió: «No.»
Y le dijeron: «¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?»
Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías.»
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»
Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.»
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
COMENTARIO
El Evangelio de este domingo nos presenta la figura de Juan Bautista como un hombre enviado por Dios, que venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. Los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran: ¿Tú quién eres? Juan contestó: Yo soy «la voz que grita en el desierto: allanad el camino del Señor»

El evangelio de hoy es claro y sencillo. Juan venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.
Posiblemente hoy, no suscitamos seguidores de Jesús, porque se nos olvida, que la luz que hemos recibido, no es solamente para nosotros; sino para que nosotros seamos transmisores de esa luz. Nosotros no somos la luz, la luz es Cristo, nosotros somos los que pasamos el testigo de la luz.
Pero la antorcha que debemos dar como testigo a los demás, debe de alumbrar el camino para ver y no crear más oscuridad. Nuestra antorcha debe de allanar el camino, y no hacer agujeros y trampas, para que los caminantes se cansen por el camino.
La figura de Jesús, no fue solamente admirada por las gentes de su época, sino que ha sido admirada a todo lo largo de la historia. Hoy en día, también sigue siendo admirada, no solamente entre las personas mayores, sino entre las personas de todas las edades y especialmente entre los jóvenes, según revelan varias encuestas de opinión.
La cuestión es saber si Jesús, lo que quiere es admiradores o seguidores. Lógicamente de los Evangelios deducimos que Jesús lo que quiere son seguidores y no admiradores.
La pregunta es obvia: ¿por qué entre los creyentes existen más admiradores que seguidores?
Porque la admiración, se queda en lo maravilloso del personaje, posiblemente en su divinidad y esto no requiere compromiso ninguno con Jesús. El seguimiento requiere un encuentro con lo humano para encontrar lo divino, es decir imitar a Jesús, vivir como Jesús y esto es ir en contra de muchos principios dogmáticos sociales y eclesiales.
Lo que hace más humano y construye el Reino de Dios en este mundo, son las personas que se parecen e intentan vivir como Jesús y no las gentes que sólo lo admiran y veneran.
La Iglesia necesita seguidores y no admiradores.
Que el tercer domingo de adviento que vamos a celebrar, nos sirva para comprender como diría Pedro, que todos hemos sido llamados hacer testigos de la esperanza recibida.
COMPARTIR NO SÓLO EN NAVIDAD
Durante estos días nos llegarán postales y felicitaciones deseándonos paz y felicidad. Y estos deseos son muy buenos si se hacen realidad.
Cuenta en sus escritos La Madre Teresa de Calcuta esta anécdota que nos recuerda a todos que compartir no es algo que sólo debemos hacer en Navidad.
 “Una noche, un hombre vino a nuestra casa para decirme que una familia Hindú con ocho hijos llevaba varios días sin probar bocado. No tenían nada que comer.
Tomé una porción suficiente de arroz y me fui a su casa. Pude ver sus caras de hambre, a los niños con los ojos desencajados. Difícilmente hubiera podido imaginar visión más impresionante. La madre tomó el arroz de mis manos, lo dividió en dos mitades y se fue. Cuando en unos instantes después estuvo de regreso, le pregunté:
-¿A dónde ha ido? ¿Qué ha hecho?
Y me contestó:
- También ellos tienen hambre. “Ellos” eran la familia de al lado: una familia musulmana con el mismo número de hijos que alimentar y que también carecían por completo de comida.
Aquella madre estaba al tanto de la situación. Tuvo el coraje y el amor de compartir su escasa porción de arroz con otros. A pesar de las condiciones en que se encontraba, creo que se sintió muy feliz de compartir con los vecinos algo de lo que yo le había llevado.
Para no privarla de su felicidad, aquella noche no le llevé más arroz. Lo hice al día siguiente”.
¿Nosotros cómo vamos hacer realidad el mensaje de Jesús en estas Navidades?
  
LUCES Y SOMBRAS NAVIDEÑAS
Alguna gente comenta que la Navidad es una pura farsa; que casi nadie celebra nada y se convierte en la gran feria del consumo anual.

Para una gran mayoría no es más que un pretexto para tener unos días de descanso, visitar familiares, recuperar amigos olvidados, comer bastante mejor de lo ordinario, gastarse unos dineros extra, conseguir los regalos deseados, y pasarlo lo mejor posible. Después vendrá la cuesta de enero y pasada la resaca, todo volverá a la rutina de siempre como si nada hubiese sucedido.

Pero también es cierto que hay gente -quizás pocos- para quienes la Navidad es tiempo de evaluar si los valores que viven nos hacen más felices o más infelices. También hay quienes se plantean la Navidad como tiempo de sinceridad y de decir cosas sin engañarse uno mismo.
Para salir de la farsa, nada como pararse, y calar en lo genuino de estos días; puesto que:

* Navidad es actuar como Dios, que se hace el ser más débil e indefenso, para estar a la altura de los más desheredados de la tierra.

* Navidad es también hacer silencio, en medio del jolgorio, para escuchar la voz más profunda de nuestra conciencia.

* Navidad, por último puede ser una buena época para salirse de la ruta que lleva a los comercios y grandes almacenes, para buscar los caminos nuevos por los que Dios se acerca al hombre: el encuentro con la familia, vecinos, amigos, y toda persona marginada.

Sigue la verdadera estrella de la Navidad.

CARTA DE JESÚS

Como sabéis, nos acercamos nuevamente a la fecha de mi cumpleaños. Todos los años se hace una fiesta en mi honor y creo que este año sucederá lo mismo.
Como tú sabes, hace muchos años comenzaron a festejar mi cumpleaños, al principio parecían comprender y agradecer lo que hice por ellos, pero hoy en día nadie sabe para qué lo celebran. La gente se reúne y se divierte mucho pero no sabe de qué se trata.

Recuerdo el año pasado, al llegar el día de mí cumpleaños hicieron una gran fiesta en mi honor. Habían cosas deliciosas en la mesa, todo estaba decorado y habían muchos regalos, pero ¿sabes una cosa?... ni siquiera me invitaron, yo era el invitado de honor y no se acordaron de invitarme. La fiesta era para mí y cuando llegó el gran día... me dejaron afuera, me cerraron la puerta...

La verdad, no me sorprendió porque en los últimos años todos me cierran la puerta. Como no me invitaron, se me ocurrió estar sin hacer ruido, entré y me quedé en un rincón. Estaban todos brindando, había algunos contando cosas, riéndose, lo estaban pasando en grande. Dieron las doce de la noche y todos comenzaron a abrazarse, yo extendí mis brazos esperando que alguien me abrazara, y... ¿sabes? nadie me abrazó. De repente todos empezaron a repartirse los regalos, uno a uno los fue abriendo hasta terminar, me acerqué a ver si de casualidad había alguno para mí, pero no había nada. ¿Qué sentirías si el día de tu cumpleaños se hicieran regalos unos a otros y a ti no te regalaran nada?

Comprendí entonces que yo sobraba en esa fiesta, salí sin hacer ruido, cerré la puerta y me retiré.

Quisiera que esta navidad me permitas entrar a tu vida, que reconocieras que hace más de dos mil años vine a este mundo para dar mi vida por amor, por todos y para todos. Hoy, sólo quiero que tú creas esto con todo tu corazón.

Hasta pronto. Tu amigo, Jesús.

sábado, 13 de diciembre de 2014

ORACION DEL 10 DE DICIEMBRE







Esta segunda semana de Adviento escuchamos con fuerza el grito de Juan el Bautista que nos invita a convertirnos y a preparar nuestro corazón. ¿A qué tengo que convertirme? ¿Cómo quiero preparar mi corazón? ¿Cómo he recorrido el camino de este año que termina? ¿Cuáles son los “valles” que se tienen que rellenar, las colinas que se tienen que aplanar, las quebradas que se tienen que convertir en llanuras? ¿Cuáles son mis terrenos escarpados y mis planicies?

En el Adviento de 2014, como en todos, se hace necesario escuchar la voz y el mensaje del Bautista. Necesitamos ir al desierto para escuchar palabras auténticas por encima de los gritos de la vida cotidiana. Ya apenas creemos nada, porque las palabras que siguen aumentando los diccionarios parece que solo sirven para la poesía. Es preciso salir del torbellino de los reclamos publicitarios y del vértigo de las distracciones para encontrar momentos y espacios de sosiego que ayuden a valorar el sentido de nuestra existencia y el valor de nuestros afanes.
Hay que descubrir los desiertos actuales que propician el encuentro con Dios: desiertos de silencio para la escucha y la meditación; desiertos de soledad que reconfortan y animan a una vida mejor, desiertos de consuelo espiritual para superar las lamentaciones inútiles.

Para que no fracase nuestro Adviento hay que ir a los desiertos indispensables de la vida cristiana, que afinan nuestra esperanza, porque “el Señor no tarda” y debe encontrarnos “en paz con él, santos e inmaculados”.

Lectura del libro de Isaías (40,25-31):

«¿A quién podéis compararme, que me asemeje?», dice el Santo. Alzad los ojos a lo alto y mirad: ¿Quién creó aquello? El que cuenta y despliega su ejército y a cada uno lo llama por su nombre; tan grande es su poder, tan robusta su fuerza, que no falta ninguno. Por qué andas hablando, Jacob, y diciendo, Israel: «Mi suerte está oculta al Señor, mi Dios ignora mi causa»? ¿Acaso no lo sabes, es que no lo has oído?
El Señor es un Dios eterno y creó los confines del orbe. No se cansa, no se fatiga, es insondable su inteligencia. Él da fuerza al cansado, acrecienta el vigor del inválido; se cansan los muchachos, se fatigan, los jóvenes tropiezan y vacilan; pero los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, echan alas corno las águilas, corren sin cansarse, marchan sin fatigarse.”

Evangelio según San Mateo 11,28-30.
Jesús tomó la palabra y dijo:
"Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré.
Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera." 

Isaías nos presenta la situación del pueblo de Dios que está pasando por la dura y difícil prueba del destierro y está cansado porque se le hace larga la situación. Y le dice: “Alzad los ojos y mirad… El (el Señor) da fuerza al cansado, acrecienta el vigor del inválido…los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas…”
Y Jesús con cariño y confianza nos repite: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados…” Jesús vivió la experiencia de encontrarse con muchas personas cansadas y agobiadas por las dificultades de la vida: la enfermedad, la exclusión, la marginación, la incomprensión familiar; personas que no encontraban un sentido a su vida triste, desesperada… Pero Jesús pensó también en nosotros al pronunciar estas palabras, pues hoy se repiten los mismos problemas, dificultades y situaciones. Y si Él entonces alivió el cansancio y agobio de muchas personas con una palabra, un gesto, una mirada, una sonrisa que devolvía la paz y la esperanza, hoy el Señor quiere hacer lo mismo. ¿Cómo?

Hay una oración que dice: “Jesús, no tienes manos, tienes sólo mis manos; Jesús, no tienes pies, tienes sólo mis pies; Jesús, no tienes boca, tienes sólo mi boca; Jesús, no tienes corazón, tienes sólo mi corazón”. Tú y yo podemos ser hoy el Jesús de Galilea que “pasó haciendo el bien” y acercarnos junto a todo hombre y mujer que sufre y brindarles el aceite del consuelo y el vino de la esperanza.

Qué milagro tan grande es la cercanía, la palabra amable, el gesto sincero, la sonrisa franca… ¿Quién no ha vivido experiencias así? Pero estas expresiones humanas no sólo reportan paz y esperanza a la persona que se la damos, sino a uno mismo “porque hay más alegría en dar que en recibir”. La Beata Madre Teresa decía: “Soñé y vi que la vida era alegría; me desperté y vi que la vida era servicio; serví y vi que el servicio era la alegría”.

En Adviento preparamos la Navidad, no olvidemos la Navidad de tantos “Jesús” que viven cansados, agobiados, marginados… y que están muy cerca de nosotros.

Hoy como ayer, Señor, no dejas de decir a los hombres: “El Reino de Dios está cerca de Vosotros, ¡convertíos y creed en la Buena Noticia”.
Convierte tú nuestra mirada para que sepamos discernir tu nueva e imprevisible presencia cada mañana, en nuestras casas y en nuestros lugares de trabajo, a la puerta de nuestro corazón y de nuestras ocupaciones, a la puerta de la vida diaria.

Muéstranos cómo basta con muy poco,
cómo apenas basta con nada,
para sentirte muy cercano.
Un encuentro, una sonrisa, una mirada,
un apretón de manos, un pájaro, una flor,
una nube, una puesta de sol, una palabra, un silencio,
una oración, la risa de un niño, una carta,
una llamada de teléfono, una comida en familia...
Basta con muy poco, basta con nada.
Conviértenos a la mirada de tu fe,
abre nuestros ojos para que vean
la claridad de tu presencia
en la sombra gris del día a día;
abre nuestros oídos para que oigan
el discreto aliento de tu paso
en el rumor de lo cotidiano.


miércoles, 3 de diciembre de 2014

ORACIÓN DE LA MAÑANA MIÉRCOLES 3 DE DICIEMBRE

HISTORIA DE LAS CUATRO VELAS

Cuatro velas ardían en una corona de adviento.

El ambiente era tan silencioso que se pudo escuchar, como empezaron a hablarse.

La primera gimió y dijo: “Me llamo Paz. Mi luz ilumina, pero los hombres no guardan la paz“

Y su luz se hizo más y más débil, hasta apagarse totalmente…

La segunda flameó y dijo: “Me llamo Fe, pero estoy de sobra. Los hombres no quieren saber nada de Dios. No tiene sentido estar ardiendo más.”

Una brisa sopló por el cuarto, y la segunda vela se extinguió…

En voz baja y triste ahora la tercera vela dijo: “Yo soy el Amor. Ya no tengo fuerzas para iluminar. Los hombres me ponen a un lado. Están mirándose solo a sí mismos, y olvidan a los que deberían querer.”

Y con una última chispa se acabó también esa luz…

En ese instante entró un niño en el cuarto, miró las velas y dijo: ¡Pero ustedes deben dar luz, y no aumentar las tinieblas!“

Y casi se echó a llorar…
Entonces se escuchó también a la cuarta vela diciendo: “¡No tengas miedo! Mientras yo estoy ardiendo, podemos encender de nuevo a las demás candelas. Soy la Esperanza!”

Con una cerilla el niño tomó la luz de esta última vela y la pasó a las demás.

La llama de la Esperanza nunca debe apagarse en tu vida…

...y cada un@ de nosotros sepamos ser la herramienta que ese niño necesita para mantener la paz, la fe, el amor y la esperanza.

Te deseo un feliz Adviento lleno de... PAZ                                                                                            

 LA CORONA DE ADVIENTO

Este domingo hemos comenzado el Adviento y uno de los símbolos que utilizamos en este tiempo de Adviento, de preparación para la Navidad es la corona de Adviento. Se hace con unas ramitas verdes haciendo círculo y en el centro cuatro velas.
Este es su significado.

EL CÍRCULO. El círculo es una figura geométrica que no tiene principio ni fin. La corona de adviento tiene forma de círculo para recordarnos que Dios no tiene principio ni fin, es eterno. También nos ayuda a tomar conciencia de que de Dios venimos y a Él vamos a regresar.
EL VERDE DE LAS HOJAS. La corona se hace con hojas verdes (ramas de pino o de cualquier árbol) y esto representa que Cristo está vivo entre nosotros (el verde es vida),
LAS VELAS. Son 4 y representan cada uno de los domingos de Adviento. La luz de las velas simboliza la luz de Cristo que buscamos desde siempre porque nos permite ver el mundo y nuestro interior. Cada domingo se enciende una vela. El hecho de ir encendiéndolas poco a poco nos recuerda cómo conforme se acerca la luz, la oscuridad se va disipando. Jesús es la luz del mundo.

ORACION DE ADVIENTO
:
Te busco y Tú te acercas, Señor, como un amigo
siempre presente, cuando se le pide luz para atravesar la noche.
Te buscamos cada día y te vemos, Señor,
donde se siembra la alegría,
donde se elimina la mentira, donde se suprime la injusticia.
Para encontrarte, Señor, ¡hay que estar en vela!
Tú estás a la perta y llamas.
Llamas al espíritu y al corazón.


Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (15,29-37):

En aquel tiempo, Jesús, bordeando el lago de Galilea, subió al monte y se sentó en él. Acudió a él mucha gente llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los echaban a sus pies, y él los curaba. La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y dieron gloria al Dios de Israel.
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Me da lástima de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que se desmayen en el camino.»
Los discípulos le preguntaron: « ¿De dónde vamos a sacar en un despoblado panes suficientes para saciar a tanta gente?»
Jesús les preguntó: «Cuántos panes tenéis ? »
Ellos contestaron: «Siete y unos pocos peces.»
Él mandó que la gente se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los peces, dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente. Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras: siete cestas llenas.

REFLEXIÓN
Volvemos a leer el relato de la multiplicación de los panes. En este adviento, otra clave para vivir estos días: todo se desborda, nuestro Dios nos sobrepasa por arriba y por abajo, por un lado y por el otro. Nosotros ¿vivimos la generosidad o la tacañería?

 PONERSE EN EL LUGAR DEL OTRO

Las hormigas estaban preocupadas. Algo muy grande había invadido su territorio. Se reunieron una noche y decidieron ir a explorarlo. Se dividirían por grupos, pasarían todo el día investigando sobre el terreno y volverían a reunirse. Y así fue. Llegada ya la noche, las portavoces se levantaron. Las primeras lo tenían muy claro: Era algo con una gran explanada. Las segundas estaban en desacuerdo: Era un árbol grande, y se sentían agotadas de tanto subir y bajar por el tronco. La portavoz del tercer grupo, ya molesta, les dijo que estaban equivocadas, ya que era
una liana muy gruesa que se mecía de un lado a otro; se lo habían pasado muy bien, aunque aún seguían algo mareadas. Y las del cuarto grupo se levantaron muy enfadadas: ¡Era como una gruta oscura y profunda y habían sentido mucho miedo durante todo el día! Todas las hormigas estaban convencidas de que tenían la razón. ¡Estaban absolutamente convencidas! ¡Habían pasado todo el día explorando el lugar! ¡Y lo habían experimentado en su propio cuerpo!
Así que muy enfadadas, se fueron a dormir.
¿Quién tiene la razón? ¿Qué ha pasado? Todas han estado sobre un elefante, pero en partes distintas: En el lomo, en la pata, en la trompa, en la oreja. Cada grupo percibe y experimenta una parte de la realidad. Todas tienen una parte de razón y entre todas pueden reconstruir la realidad.

¿Cómo podrían comprenderse unas a otras?
Yendo al lugar en el que estaban las otras y así, “ver” su parte de verdad: poniéndose en su lugar.

El primer paso para la comprensión es la empatía.

¿Cómo puedo aprender a ponerme en el lugar de otros?