miércoles, 29 de abril de 2015


Lectura del santo evangelio según san Juan (12,44-50):

En aquel tiempo, Jesús dijo, gritando: «El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me ha enviado. Y el que me ve a mí ve al que me ha enviado. Yo he venido al mundo como luz, y así el que cree en mí no quedará en tinieblas. Al que oiga mis palabras y no las cumpla yo no lo juzgo, porque no he venido para juzgar al mundo, sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, ésa lo juzgará en el último día. Porque yo no he hablado por cuenta mía; el Padre que me envió es quien me ha ordenado lo que he de decir y cómo he de hablar. Y sé que su mandato es vida eterna. Por tanto, lo que yo hablo lo hablo como me ha encargado el Padre.»
Vine no a juzgar al mundo, sino a salvarlo”, nos dice Jesús hoy. Él vino para traernos vida, vida sin límite, vida eterna. Él viene como luz para nuestro mundo. Si creemos en él,  iluminados con su luz lograremos percibir dónde nos falta amor que mueva el mundo, dónde nuestro sentido de justicia es sólo pálido y sin ilusión. A su luz aprenderemos a ver cómo podemos servirnos unos a otros y llegar a ser ricos y maduros como seres humanos. Entonces, nosotros también nos convertiremos al menos en diminutas luces que lleven un poco de claridad y calor a nuestro mundo frío y oscuro. Cuando intentamos ser portadores de esa luz, es cuando tiene lugar la Resurrección en medio de tu vida; 

Reflexionemos sobre los siguientes consejos para vivir la Pascua y ser luz en tu entorno.

1. Agárrate fuertemente a la vida. No dejes que nada ni nadie te diga que no merece la pena hacer algo por la dignidad de los demás. Jesucristo nos precedió en ese afán: “lo que hagáis a cada uno de estos mis humildes servidores a mí me lo hacéis”

2. Sal al encuentro de aquellos que más te puedan necesitar. Si Dios se rebajó en la noche de Navidad y, nuevamente, se humilló en una cruz alzada en Viernes Santo ¿no vamos hacer nosotros algo en su nombre?

3. Cuida la gran obra maestra de Dios: la resurrección. Que se note que eres hijo de la Iglesia. Que estás impregnado por la fuerza del Espíritu. San Pablo nos lo recordó sencillamente “Estad alegres en el Señor”.

4. No te quedes de brazos cruzados. Haz algo por promover, en el sendero de la vida, el camino de las bienaventuranzas. Con la sencillez, la verdad, la justicia, la paz o la fortaleza, irás trazando tu propio camino de salvación.

5. En medio de las dificultades sé fuerte, sé valiente. No tengas miedo en manifestar públicamente tus convicciones. La luz, para los que están acostumbrados a vivir en una caverna, siempre hiere y molesta.

6. Procura ir al encuentro del Señor. No lo busques en sepulcros cerrados. En la vida de las personas, en los pobres, en los tristes, en los que necesitan una palabra de aliento….puedes toparte con Jesús.

7. No pierdas la esperanza. Aunque te aturdan ciertos acontecimientos. Aunque creas que “no está de moda el creer”. Permanece fiel en aquello en lo que fuiste bautizado: Jesús Hijo de Dios, muerto y resucitado.

8. La fe no es fácil. Nunca lo ha sido. La Pascua te puede ayudar, con el testimonio de los Apóstoles, a recuperar el brillo de tu esperanza, la alegría de tu fe. Contrasta tu fe con alguien.

9. Mira al mundo y mira a Dios. Mira al cielo y no olvides la tierra. La resurrección de Cristo pone delante de nuestros ojos las lentes del optimismo y del futuro: otra ciudad nos espera. Merece la pena creer, vivir y seguir a Cristo.

10. Contagia tu fe. ¿Cuánto hace que no hablas de tu ser cristiano con los demás? Proclama lo que tienes dentro. No te avergüences de modelar tus criterios, tu familia o tu trabajo desde y con el Evangelio.

11.  Vive con alegría tu existencia. Si Jesús resucitó es porque, precisamente,
quiere traernos una transfusión de vida. Secretos para ser felices.

12. No dejes que los acontecimientos ni las dificultades puedan contigo.
Si Jesús pudo con su cruz; ¿por qué no vas a tener tú voluntad para hacerles frente?

13. Bríndate allá donde te encuentres. No vale quien tiene, sino aquel que sirve. Jesús se vació para que aprendiésemos una lección: la grandeza está en ser solidario.

14. Si tienes rencor por algo y con alguien ¡olvídalo! La Pascua, el paso del Señor, nos ha dejado un camino limpio y despejado. Limpiemos también el nuestro.

15. No seas incrédulo. Asómate en este tiempo pascual a la belleza de la fe.
Si la tienes, no la pierdas. Si, por lo que sea, la tienes débil, busca motivos y razones para recuperarla.

16. Escucha con atención la Palabra de Dios. Su lectura te hará vibrar con el mismo ímpetu con el que se estremecieron los Apóstoles o María.

17. Reza y da gracias a Dios por el fruto de la Pascua: la Resurrección. Teniendo tantos resortes para la alegría y el optimismo, no tenemos derecho al desaliento: ¡Jesús nos acompaña!

18. Busca el lado positivo de tu vida. No te castigues demasiado. ¡El Señor pagó ya un alto precio por nosotros! Acéptate como eres y….aceptarás también a los demás.

19. Mira con ilusión al futuro. No hay camino que no merezca la pena ser recorrido, ni montaña que no pueda ser escalada. Con la fe, y la mirada puesta en Dios, podrás conquistar aquello que sea bueno para ti y para los demás.

20. Y por último da gracias a Dios por lo que tienes e, incluso, por aquello que – precisamente porque no te conviene– no alcanzas. No siempre, lo que el paladar apetece, es saludable para el cuerpo.

Oración
Que no se cierren mis “puertas” por el miedo,
Que me aferre al Espíritu que me regalas,
Para vivir intensamente el compromiso de sentirme enviado…
Señor mío y Dios mío, perdona mis debilidades, mis dudas, mis temores…
Porque aun siendo a veces como Tomás, deseo buscarte, estar contigo…
Porque aunque me encierre en mis silencios o en mis ruidos, en mis comodidades o en mis ocupaciones…
Tú sabes cómo entrar en mi vida, como hacerla distinta, como insuflar aire en mis vacíos y oxigenar mi alma endurecida.
Que el Espíritu renovado de la resurrección,
Nacido de la victoria sobre la muerte y alimentado por el Amor más generoso…
Impulse mi fe, mi permanencia en Ti, y aliente el ánimo modesto de quien quiere quererte, seguirte y responderte, Padre…
Tu Amor es mi paz, mi paz es tu perdón, y tu perdón es mi camino de testimonio al amparo de tu Fuerza.
AMEN

 

miércoles, 22 de abril de 2015

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (8,1-8):

Aquel día, se desató una violenta persecución contra la Iglesia de Jerusalén; todos, menos los apóstoles, se dispersaron por Judea y Samaria. Unos hombres piadosos enterraron a Esteban e hicieron gran duelo por él. Saulo se ensañaba con la Iglesia; penetraba en las casas y arrastraba a la cárcel a hombres y mujeres. Al ir de un lugar para otro, los prófugos iban difundiendo el Evangelio. Felipe bajó a la ciudad de Samaria y predicaba allí a Cristo. El gentío escuchaba con aprobación lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacía, y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría

Lectura del santo evangelio según san Juan (6,35-40):

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed; pero, como os he dicho, me habéis visto y no creéis. Todo lo que me da el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré afuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Ésta es la voluntad del que me ha enviado: que no pierda nada de lo que me dio, sino que lo resucite en el último día. Esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.»

REFLEXIÓN
Dios quiere que todos nos salvemos. Parece claro, desde estas palabras del Evangelio de hoy. Este es el núcleo del Evangelio, precisamente lo que los “misioneros forzosos” de la primera lectura iban propagando. Una vez más, se demuestra que los caminos de Dios no son nuestros camino, y lo que parecía el final de un pequeño grupúsculo de gente rara de Jerusalén, la persecución que se desató contra los cristianos, se convirtió en el comienzo de una historia que ha llegado hasta nuestros días, extendida por los cinco continentes, abierta a todos.
Seguimos recordando lo que el mismo Jesús anunció con su vida. Que es preciso morir, pasar por la cruz, para resucitar, para dar fruto. En este mundo en que vivimos, todos nos hemos acostumbrado a la comodidad. Mandos a distancia, teléfonos inalámbricos, aparatos sin cable, aspirinas, pañales desechables… Todo está hecho para que la vida sea más fácil. Quizá por eso nos cuesta tanto el esfuerzo
Por otro lado, es fácil encontrar ámbitos o espacios reservados. Clubes privados, aparcamientos particulares, gimnasios para determinados grupos, páginas de internet donde es preciso inscribirse para poder acceder a los datos… Cuando Jesús habla de salvación universal, sin discriminaciones ni monopolios, nos resulta raro (y si no, releamos la parábola del los viñadores, a ver si no nos parece razonable el enfado de los que han trabajado más, a pesar de que se enfadan porque el amo es justo y bueno.)
Tenemos que cambiar los esquemas, dejarnos sorprender por lo que sucede en nuestra vida, y dejar que sea Dios el que dirija nuestros pasos. La primera comunidad tuvo que dejarlo todo, salir de casa y comenzar a caminar. Y allá por donde pasaban, adaptarse a lo que iban viendo, sin perder sus raíces. Su trabajo les costó, y disgustos a los pastores, por ejemplo, a san Pablo. Pero cuando uno tiene buena voluntad, y está bien orientado, es posible. Busca tus referencias, encuentra la estrella polar que brilla en nuestro firmamento, Cristo, y, mirándole a Él, lánzate a vivir. Con alegría, con confianza, con fe. No es voluntarismo. Si quieres, puedes.

Un lápiz del “ 5”
Un fabricante de lápices cogió un lápiz justo antes de meterlo en su caja y hablando al lápiz le dio varios consejos. Le dijo: "Hay 5 cosas que debes saber antes de que seas enviado al mundo. Recuérdalas siempre y serás el mejor lápiz del mundo."
Las 5 cosas fueron las siguientes:
1- Siempre harás cosas grandiosas, pero solo si te dejas sostener en la mano de alguien.
2- Experimentarás el dolor en algunas ocasiones, cuando te saquen punta, pero será necesario para que escribas mejor cada vez.
3- Tendrás errores, pero tendrás un borrador para corregirlos todos.
4- La parte más importante de ti es la que llevas dentro. Y...
5- En cualquier superficie que seas usado, tendrás que dejar tu marca. No importan las circunstancias o las condiciones en que lo hagas, deberás continuar escribiendo.
Ahora podríamos ponernos nosotros en el lugar del lápiz y recordar estas 5 cosas para ser mejores personas.
1- Siempre harás cosas grandiosas, pero solo si te dejas sostener en la mano de Dios.
2- Experimentarás el dolor de las luchas y sacrificios en algunas ocasiones, pero será necesario para que seas más fuerte cada vez.
3- Tendrás errores, pero tendrás humildad para corregirlos todos y crecer por medio de ellos.
4- La parte más importante de ti es la que llevas dentro del corazón.
5- En cualquier lugar por donde vayas, tendrás que dejar tu marca. No importan las circunstancias o las condiciones, deberás continuar sirviendo a Dios en todo.

ORACIÓN:
"Señor, hazme un instrumento de tu paz. Que donde hay odio yo traiga siempre amor; donde hay injuria y ofensa yo siempre otorgue perdón; donde hay duda, ponga fe; donde haya desilusión, ponga esperanza; donde haya tinieblas, ponga luz; donde haya tristeza, ponga alegría."

TESTIGOS DE CRISTO RESUCITADO
Cuentan que, en cierta ocasión, llegó un misionero a un pueblo indígena. Los habitantes del pueblo recibieron al misionero con grandes atenciones y se dispusieron a escucharlo.
-Vengo a traerles una Buena Nueva, la noticia de un Dios Padre, que nos quiere a todos y desea que vivamos como auténticos hermanos, sirviéndonos y ayudándonos unos a otros. ¿Van a aceptar la noticia que les traigo y a recibir en sus corazones a ese Dios Padre que nos ama a todos como verdaderos hijos?
Calló el misionero y los indígenas permanecían en silencio.
-¿Lo aceptan o no lo aceptan?- insistió desconcertado el misionero.
Al rato, se alzó serena la voz del cacique diciendo:
-Quédate a vivir con nosotros unos días y si en verdad vives lo que quieres enseñarnos, entonces volveremos a escucharte.
Estas semanas de Pascua estamos intentando vivir  la Resurrección de Jesús. Es una realidad que te puede llevar a coger con ganas tu vida, a valorarte tal como eres, a vivir con mucha esperanza… porque Dios está contigo. Me gustaría decirte, para acabar la semana, que esto se tiene que notar. Debemos cambiar el derrotismo, la cara de vinagre, la mala baba que muchas veces tenemos, por la alegría, la amistad sincera y el compromiso con los demás.
Todos los días de la semana, es ocasión para vivir en clave de Resurrección: no te hagas daño a ti mismo, no se lo hagas a los demás.

PREGUNTA A TU CORAZÓN
Uno de los consejos que los profesores solemos dar es que nunca os quedéis con ninguna duda; que si en la explicación de clase hay algo que no entendáis, que preguntéis al profesor. ¿No es cierto?
Sin embargo, creo que en la vida de cada uno hay multitud de preguntas sin respuesta y creo que muchos tenemos la necesidad de alguien que nos dé esas respuestas. Os voy a contar una historia:
“Un hombre vivía en Turquía y oyó hablar de un gran sabio que moraba en Persia y que poseía el secreto de la sabiduría. Sin pensárselo dos veces, el hombre vendió todas sus cosas, se despidió de  su familia y se marchó en busca de aquel sabio.
Después de años viajando, consiguió llegar a la cabaña donde vivía el gran maestro. Se acercó a él lleno de respeto y le dijo:
- Vengo desde Turquía hasta aquí para hacerte una pregunta.
- Bien. Puedes hacer sólo una pregunta.
- Tengo que ser muy claro en lo que voy a preguntar. ¿Puedo hacerlo en  turco?
- Puedes –dijo el sabio-. Y ya he respondido a tu única pregunta. Cualquier      otra cosa que desees saber, pregunta a tu corazón; no hace falta viajar  tanto para saber que ése es el mejor consejero que existe.
- Y cerró la puerta “.
Si miramos en nuestro corazón, a nuestra conciencia, seguro que encontraremos respuestas a muchas de las cuestiones que nos plantee la vida.
Jesús miró en su corazón en los momentos más cruciales de su vida y se encontró con la palabra del Padre

miércoles, 15 de abril de 2015

La Pascua es la fiesta central de la vida cristiana, es la celebración de la alegría. Durante cincuenta jornadas, el día a día de los hombres se vuelve claro y alegre. Pero, ¿cómo podemos celebrar adecuadamente la fiesta de la Pascua y la dicha de la Resurrección?

JESÚS HA RESUCITADO: y tiene que hacer de ti  UNA PERSONA NUEVA, VIVA. 
Esta nueva persona…tiene que dar muerte a cosas que nos impedían hacer cosas mejores.
Tiene que morir parte del tiempo que dedicamos a Internet, para comunicarnos de verdad frente a frente.

Tienen que morir los tiempos muertos con aparatos en las manos en el ámbito familiar, para recuperar el diálogo.

Tenemos que morir a las propias comodidades para no olvidar ser solidarios en las tareas diarias, sean en el trabajo o sean en el hogar.

Tenemos que morir a los tiempos muertes adorando al televisor y dedicar más tiempo a orar al Dios de la vida, mediante los sacramentos, la oración, la lectura espiritual.

Tenemos que matar los dichosos móviles y dejarlos inertes durante ratos largos para dedicar más tiempo a cosas que nos gustan o gustaban, como leer, dibujar, pintar, tocar un instrumento, dar un paseo, hacer algo de ejercicio...

Tenemos que matar la desidia y comenzar a poner interés en las pequeñas cosas, los detalles de cada día que hacen la vida más feliz a los demás.

Tenemos que matar las malas palabras y los malos gestos que agrían nuestro semblante y apostar por una sonrisa de vez en cuando.

Tenemos que matar los miedos que los cristianos acumulamos en la vida laica que nos envuelve y felicitar por la Pascua, porque la Vida con mayúsculas es posible.

En definitiva: TIENE QUE MORIR EL HOMBRE VIEJO, que en estos tiempos se disfraza de facebook, whatsapp, móvil último modelo con cubierta de no sé cuántos, muchas ocupaciones que no tienen sentido... y DAR VIDA AL HOMBRE NUEVO que resucita a una vida más sencilla, más humana, llena de besos, abrazos, apretones de mano, buenos deseos, solicitud para ayudar, solidaridad con los que no tienen nada, oración por los más necesitados...

Creo que todos hemos entendido y que cada cual puede y debe intentar RESUCITAR EN LA VIDA DIARIA, apuntar en la agenda cuáles son los demonios que lo están manteniendo en la tumba fría de los muertos, zombies modernos, que caminan con la cerviz inclinada ante el dios móvil que todo lo tiene, todo lo sabe, todo lo controla. MÍRATE, PALPA TUS HERIDAS y descubre a qué cosas DEBES MORIR si quieres ser un HOMBRE VIVO, lleno de una VIDA que no da la vida moderna, con sus engaños.

Lee, piensa, descansa, sueña, ríe, tómate algo con alguien, da cosas que no usas a gente que la quiera, camina por lugares nuevos, saluda a la gente al pasar, sonríe a los niños y mayores, párate a oler la primavera, escucha los truenos de la tormenta, huele la tierra mojada, planta algo en tu balcón y cuídalo cada día, no des de lado a los que están cerca, dedícales más tiempo y atención, pasea y contempla, deja olvidada la música y escucha los trinos...

No se trata de escuchar en primer lugar, sino de ver. Se necesitan nuevos ojos para poder reconocer al Resucitado en medio de nuestra vida.
Veremos al Resucitado cuando contemplemos el rostro de una persona en la que el dolor recule ante la felicidad, iluminado por la esperanza y la confianza. Veremos al Resucitado cuando observemos que se soluciona un conflicto, que el ambiente se relaja gracias a un discurso, que los hombres se reconcilian unos con otros. La Resurrección también tendrá lugar, aunque los evangelistas la describan como algo invisible, algo que no se puede observar.

Podemos ver la Resurrección cuando observamos atentamente la naturaleza florecida en primavera. No en vano, muchas canciones de Pascua representan tras la Resurrección el florecimiento de la creación. Friedrich Spee canta: «Ahora se vuelve verde lo que puede verdear. Aleluya, Aleluya, los árboles comienzan a florecer. Aleluya, Aleluya, los rayos de sol ya vienen. Aleluya, Aleluya, y da un nuevo resplandor al mundo. Aleluya, Aleluya». En las flores que se abren, en el verde césped, en la policromía de los prados en primavera es donde vemos al Resucitado, donde nos queda claro que la vida es más fuerte que la muerte. No en vano se relaciona también a la primavera con el amor. Mayo es el mes del amor. Cuando la naturaleza florece, cuando los pájaros se aparean y mientras cantan durante la época de apareamiento sus bellas melodías, aparece también en el hombre el deseo de un amor que lo hechice todo".


Contempla hoy detenidamente la primavera que surge a tu alrededor y reconoce en ella la fuerza de la Resurrección. Mira el amor que también florece en tu vida. El Resucitado también va delante de ti. Ya está en tu vida, en tu Galilea. Sólo necesitas mantener los ojos atentos para descubrir al Resucitado en medio de la mezcla de tu vida.

miércoles, 8 de abril de 2015

La resurrección de Jesús “es la base de nuestra fe y de nuestra esperanza” y demuestra que “el amor es más fuerte, el amor da vida, el amor hace florecer la esperanza en el desierto”.

Lectura del santo evangelio según san Lucas (24,13-35):

Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Él les dijo: « ¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino?»
Ellos se detuvieron preocupados.
Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: « ¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que no sabes lo que ha pasado allí estos días?»
Él les preguntó: « ¿Qué?»
Ellos le contestaron: «Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras, ante Dios y ante todo el pueblo; como lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves: hace ya dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado: pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición de ángeles, que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron.»
Entonces Jesús les dijo: «¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria?»
Y, comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó lo que se refería a él en toda la Escritura.
Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante; pero ellos le apremiaron, diciendo: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída.»
Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció.
Ellos comentaron: « ¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras?»
Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once con sus compañeros, que estaban diciendo: «Era verdad, ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón.»
Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.

REFLEXIÓN

“A ellos se les abrieron los  ojos y  lo reconocieron”
Queridos amigos:
Camino de la finca, los discípulos de Emaús  hicieron la experiencia del paso de la oscuridad a la luz, de la ceguera a la visión, de la distracción al reconocimiento. Vivieron una catequesis y una experiencia de fe en  la nueva presencia de Cristo. “A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero el desapareció”. El camino, la conversación, la explicación de la Escritura, el bendecir y compartir el pan, han sido los elementos de la cristolofanía. El final verifica la convicción fundamental: “Era verdad, ha resucitado y se ha aparecido a Simón”. A la inversa, la Eucaristía es un sacramento pascual;  los discípulos lo reconocen al partir el pan.
El milagro del “lisiado de nacimiento” muestra la eficacia vitalizadora del Resucitado por medio de sus testigos. Los discípulos  son portadores del poder del Resucitado. Hablan en su nombre, curan en su nombre: “en nombre de Jesucristo Nazareno, echa a andar”.  Y echó a andar dando brincos y alabando a Dios.
El tipo de curación tiene un alto significado simbólico. El Resucitado hace mover al paralítico que somos cada uno de nosotros. Nos cura de nuestras parálisis. Nos pone en movimiento, nos hace saltar y alabar a Dios. La fe en el Resucitado aporta una forma de vida nueva.
Y eso hay que celebrarlo, agradecerlo, contarlo anunciarlo. Es la  gran maravilla que Dios ha hecho en nuestra historia. Y que sigue haciendo con nosotros.

“El Papa pide a la comunidad internacional que no se quede de brazos cruzados ante el 'sufrimiento' en Siria e Irak”
El Papa Francisco ha pedido este domingo en la misa pascual celebrada ante miles de fieles en la plaza de San Pedro del Vaticano que la comunidad internacional no se quede de brazos cruzados ante el "sufrimiento" en Siria e Irak.
"Roguemos ante todo por Siria e Irak, para que cese el fragor de las armas y se restablezca una buena convivencia entre los diferentes grupos que conforman estos amados países. Que la comunidad internacional no permanezca inerte ante la inmensa tragedia humanitaria dentro de estos países y el drama de tantos refugiados", afirmó el Pontífice en su homilía.
Bergoglio también tuvo palabras para el conflicto en Libia, pero en este caso no refirió a la comunidad internacional, a pesar de que el Gobierno de Matteo Renzi ha mostrado en diversas ocasiones su disposición a liderar una coalición internacional para actuar en este país que se encuentra a unos centenares de kilómetros de la costa italiana. "Pidamos la paz para Libia, para que se acabe con el absurdo derramamiento de sangre por el que está pasando, así como toda bárbara violencia, y para que cuantos se preocupan por el destino del país se esfuercen en favorecer la reconciliación y edificar una sociedad fraterna que respete la dignidad de la persona", invocó el Pontífice.
Francisco dedicó su homilía básicamente a recordar las muchas guerras que asolan el mundo. "¡Son tantas!", se lamentó. Así mencionó el conflicto entre palestinos e israelíes, y también en Yemen, Nigeria, Sudán, Sudán del Sur, República Democrática del Congo, Kenia y Ucrania. Sobre este último país, afirmó: "Que la resurrección del Señor haga llegar la luz a la amada Ucrania, especialmente a los que han sufrido la violencia del conflicto de los últimos meses. Que el país reencuentre la paz y la esperanza gracias al compromiso de todas las partes interesadas".
El Papa también se mostró especialmente duro con "los traficantes de armas que se benefician con la sangre de los hombres y de las mujeres", destacó. E incluso también mencionó el acuerdo alcanzado entre Estados Unidos e Irán."Encomendemos con esperanza al Señor misericordioso el acuerdo alcanzado en estos días en Lausana, para que sea un paso definitivo hacia un mundo más seguro y fraterno", manifestó.

¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!
Bienvenidos al colegio de nuevo. Mientras hemos estado de vacaciones hemos celebrado el mayor acontecimiento universal: “Jesús ha Resucitado”.
En estas fechas nos solemos felicitar diciendo: ¡Feliz Pascua!, lo mismo que en Navidad, pues para nosotros es una gran noticia que el Padre haya hecho el gran milagro de resucitar a su Hijo. Fue un hecho extraordinario que ni los mismos apóstoles esperaban. Así nos lo recuerda San Juan:
“El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, y vio quitada la piedra que tapaba la entrada. Corrió entonces a donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, aquel a quien Jesús quería mucho, y les dijo: “¡Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto!”
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro corrió más que Pedro y llegó primero al sepulcro. Se agachó a mirar y vio allí las vendas, pero no entró. Detrás de él llegó Simón Pedro, que entró en el sepulcro. Él también vio allí las vendas, y vio además que la tela que había servido para envolver la cabeza de Jesús no estaba junto a las vendas, sino enrollada y puesta aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio lo que había pasado y creyó. Y es que todavía no habían entendido lo que dice la Escritura, que él tenía que resucitar”.

REFLEXIÓN: A nosotros en un principio como le ocurrió a María, a Pedro o a Juan nos cuesta comprender… hasta que somos conscientes de que vivimos un tiempo especial.

La PASCUA es un tiempo de alegría, de novedad porque Cristo ha resucitado. Y no lo decimos por decir. Por increíble que parezca vemos y descubrimos a nuestro alrededor montones de motivos para soñar con un mundo mejor. ¡Feliz comienzo de clases y Feliz Pascua de Resurrección!