martes, 24 de noviembre de 2015



Señor: Me cuesta comenzar el día,
porque sé que es una nueva tarea,
un nuevo compromiso, un nuevo esfuerzo.
Ayúdame a comenzarlo con entusiasmo, 
con alegría, con ilusión nueva.
Sé que estás a mi lado:
en mi familia
en mis amigos,
en las cosas, en mi propia persona.
Y sé, Señor, que esta tarea
la comienzan cada mañana
muchos hermanos míos
de cualquier punto de la tierra;
y eso me alienta y empuja.
También te pido por ellos,
y con ellos te digo: ¡Buenos días, Señor!

Palabra de Dios (Mc. 4, 26-29)

También les dijo: “El Reino de Dios es como un hombre que echa una semilla en la tierra. Lo mismo si está dormi­do como si está despierto, sí es de noche como si es de día, la semilla sin que él sepa cómo, germina y crece. La tierra por sí misma da el fruto: primero la hierba, luego la espiga, después el grano gordo en la espiga. Y cuando el fruto está maduro, el hombre echa la hoz porque es el tiempo de la cosecha.

Reflexión

Cada día que amanece es una oportunidad que Dios te da para empezar de nuevo. La vida, tu vida, es como esa se­milla que va creciendo sin que apenas lo percibas. Apro­vecha este día como si fuera el único que vas a vivir: mira la vida con ojos nuevos, ve el lado bueno de las cosas, disfruta de la amistad, de la compañía de aquellos a quie­nes amas y sé feliz. Al final del día, pon todo en manos de Dios con la confianza que da el saber que te ama inmensamente, así como eres.

Hoy seré feliz.
Expulsaré de mi espiritu todo pensamiento triste.
Me sentiré más alegre que nunca.
No me lamentaré de nada.
Hoy agradeceré a Dios la alegria y la felicidad que me regala.

Hoy trataré de ajustarme a la vida. Aceptaré al mundo como es y procuraré encajar en él. Si sucede algo que me desagrada, no me mortificaré ni me lamentaré, agradeceré que haya sucedido. Porque asi se puso a prueba mi voluntad de ser feliz.

Hoy seré dueño de mis sentimientos, de mis nervios y de mis impulsos. Para triunfar tengo que tener dominio de mi mismo. Hoy trabajaré alegremente con entusiasmo y pasión, haré de mi trabajo…una diversión. Comprobaré que soy capaz de trabajar con alegría.

Disfrutaré mis pequeños triunfos, no pensaré en los fracasos. Hoy seré amigable. No criticaré a nadie. Si comienzo a criticar a una persona, cambiaré la crítica por elogios. Toda persona tiene sus defectos y sus virtudes. Olvidaré los defectos y concentraré mi atención en las virtudes.

Hoy evitaré las discusiones desagradables. Hoy voy a eliminar dos plagas de mi vida: la prisa y la indecisión. Hoy viviré con calma, con paciencia; porque la prisa es el enemigo de una vida feliz y triunfante. No permitiré que la prisa me abrume.

Hoy tendré confianza en mí mismo porque Dios está conmigo. Hoy haré frente a todos los problemas con decisión y valentía y no dejaré ninguno para mañana. Hoy no tendré miedo. Actuaré valientemente… el futuro me pertenece. Hoy tendré confianza en que Dios ayuda a los que luchan..y trabajan.

Hoy no envidiaré a los que tienen más dinero o más salud que yo .Contaré mis bienes y no mis males. Compararé mi vida con la de otros……que sufren más. Hoy trataré de resolver los problemas de hoy. El futuro se resuelve así mismo. El destino pertenece a los que luchan. Hoy tendré un programa que realizar. Si algo queda sin hacer, no me desesperaré, lo haré mañana.

Hoy no pensaré en el pasado. No guardaré rencor a nadie, practicaré la ley del perdón. Asumiré mis responsabilidades y no echaré las culpas a otras personas de mis fracasos.

Hoy comprobaré que Dios me ama y me premia con su amor. Hoy haré un bien a alguien. Buscaré a alguna persona para hacerlo sin que lo descubra, seré cortés y generoso. Al llegar la noche comprobaré que Dios me premió con un bien, con un día de plena felicidad.
¡Y mañana viviré otro día como hoy.!
Enséñanos, Señor,
el valor de lo sencillo,
el valor de los pequeños detalles.
Que no pensemos hacer grandes
cosas el día de mañana,
descuidando las pequeñas cosas
que podemos hacer hoy.

Queremos prestar atención
a los que nos rodean,
sobre todo a los que pasan
alguna necesidad.

Ayúdanos a comprometernos
con los que están más cerca:
la familia, los amigos,
los compañeros de clase,…  .AMÉN

Para terminar la oración de hoy leeremos una historia de Anthony de Mello, que seguro que nos da una pista sobre cómo hacer oración:

“Un pobre campesino que regresaba del mercado a altas horas de la noche descubrió de pronto que no llevaba consigo su libro de oraciones. Se hallaba en medio del bosque y se le había salido una rueda de su carreta, y el pobre hombre estaba muy afligido pensando que aquel día no iba a poder recitar sus oraciones.
Entonces se le ocurrió orar del siguiente modo:«He cometido una verdadera estupidez, Señor: he salido de casa esta mañana sin mi libro de oraciones, y tengo tan poca memoria que no soy capaz de recitar sin él una sola oración. De ma­nera que voy a hacer una cosa: voy a recitar cinco veces el alfabeto muy despacio, y tú, que co­noces todas las oraciones, puedes juntar las letras y formar esas oraciones que yo soy incapaz de recordar».
Y el Señor dijo a sus ángeles:«De todas la oraciones que he escuchado hoy, ésta ha sido la mejor, porque ha brotado de un corazón sencillo y sincero».
(Anthony de Mello)



miércoles, 18 de noviembre de 2015

EL PAPA FRANCISCO NOS ENSEÑA A ORAR CON LOS 5 DEDOS DE LA MANO

  1.  El pulgar es el más cercano a ti. Así que empieza orando por quienes están más cerca de ti. Son las personas más fáciles de recordar. Orar por nuestros seres queridos es "una dulce obligación"
  2. El siguiente dedo es el índice. Ora por quienes enseñan, Instruyen y sanan. Esto incluye a los maestros, profesores, médicos y sacerdotes. Ellos necesitan apoyo y sabiduría para indicar la dirección correcta a los demás. Tenlos siempre presentes en tus oraciones.
  3.  El siguiente dedo es el más alto. Nos recuerda a nuestros líderes. Ora por el presidente, los congresistas, los empresarios, y los gerentes. Estas personas dirigen los destinos de nuestra patria y guían a la opinión pública. Necesitan la guía de Dios.
  4. El cuarto dedo es nuestro dedo anular. Aunque a muchos les sorprenda, es nuestro dedo más débil, como te lo puede decir cualquier profesor de piano. Debe recordarnos orar por los más débiles, con muchos problemas o postrados por las enfermedades. Necesitan tus oraciones de día y de noche. Nunca ser demasiado lo que ores por ellos. También debe invitarnos a orar por los matrimonios.
  5. Y por último está nuestro dedo meñique, el más pequeño de todos los dedos, que es como debemos vernos ante Dios y los demás. Como dice la Biblia "los últimos serán los primeros". Tu meñique debe recordarte orar por ti. Cuando ya hayas orado por los otros cuatro grupos verás tus propias necesidades en la perspectiva correcta, y podrás orar mejor por las tuyas.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Buenos días, Señor

Palabra de Dios (Mc. 4, 26-29)

También les dijo: “El Reino de Dios es como un hombre que echa una semilla en la tierra. Lo mismo si está dormi­do como si está despierto, sí es de noche como si es de día, la semilla sin que él sepa cómo, germina y crece. La tierra por sí misma da el fruto: primero la hierba, luego la espiga, después el grano gordo en la espiga. Y cuando el fruto está maduro, el hombre echa la hoz porque es el tiempo de la cosecha.

Reflexión

Cada día que amanece es una oportunidad que Dios te da para empezar de nuevo. La vida, tu vida, es como esa se­milla que va creciendo sin que apenas lo percibas. Apro­vecha este día como si fuera el único que vas a vivir: mira la vida con ojos nuevos, ve el lado bueno de las cosas, disfruta de la amistad, de la compañía de aquellos a quie­nes amas y sé feliz. Al final del día, pon todo en manos de Dios con la confianza que da el saber que te ama inmensamente, así como eres.

Buenos días
Señor: Me cuesta comenzar el día,
porque sé que es una nueva tarea,
un nuevo compromiso, un nuevo esfuerzo.
Ayúdame a comenzarlo con entusiasmo, 
con alegría, con ilusión nueva.
Sé que estás a mi lado:
en mi familia
en mis amigos,
en las cosas, en mi propia persona.
¡Buenos días, Señor!

ARRIÉSGATE
El escultor contemplaba un tronco de madera noble que tenía delante y, entornando los ojos, descubrió en él, como al trasluz, una talla perfecta y luego otra y otra... en un desfile interminable. No eran seres imaginarios, no; eran reales. Estaban allí dentro. Su oficio consistiría en rescatar a aquellas criaturas liberándolas de su prisión de madera. Pero al tomar la gubia se sintió totalmente paralizado. Desde el corazón de aquel tronco, millones de seres levan­taban los brazos clamando por su liberación. Salvar a uno era abandonar a muchos, pero no elegir era excluir a to­dos. Y ¿cómo renunciar a salvar a aquella única criatura que le era posible?...
Y sintió un estremecimiento, porque intuyó de pronto que el tronco era su propia vida; las figu­ras ocultas, los mil posibles modos de vivirla, y que él mismo debía elegir un único destino y tallarlo con sus propias manos.

Palabra de Dios (Lc. 9, 23-26)
Jesús les decía a todos: “El que quiera venir en pos de mi niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. Por­que el que quiera salvar su vida la perderá; pero quien pierda su vida por mí, la salvará. ¿Qué le vale al hombre ganar el mundo entero si se pierde o se destruye a sí mis­mo? Porque si alguien se avergüenza de mí y de mi doc­trina, el Hijo del Hombre se avergonzará de él cuando venga con su gloria y con la del Padre y los santos ánge­les.

Reflexión
Jesús te anima a tomar tu vida, elegir tu destino y tallarlo. Él ha ido delante, dando ejemplo. Arriésgate para ganar la vida; para ser feliz, hay que entregarla por los demás. Je­sús te recuerda que no puedes seguirle a medias, pues si te avergüenzas de Él, no eres digno de su Reino.

LA CONQUISTA DE UNO MISMO      
El sabio Platón solía decir a sus discípulos que “la conquista de sí mismo es la mayor de las victorias”. Tenía toda la razón: no hay tarea más difícil que el correcto dominio de uno mismo. Y ¿qué quiere decir conquista o dominio de uno mismo? Significa saber ordenar adecuadamente la inteligencia y el corazón para que sepan buscar la verdad, realizar el bien en el ejercicio de su libertad.
A veces, los hombres llevan a cabo conquistas científicas y técnicas espectaculares, pero no son capaces de dominar su egoísmo y hacer una opción clara y decidida por la solidaridad y la fraternidad.
“Conquistarse a uno mismo” significa, en definitiva, poner lo mejor de uno mismo al servicio de los demás. Cuando te esfuerzas por “ser más” a favor del prójimo, cuando tu “ser libre” se realiza con los otros y para los otros has logrado la mayor de las victorias; dejar de ser una persona egoísta y comenzar a ser una persona solidaria.

Como una piña
Jesús en la última reunión que tuvo con sus discípulos, dirigió esta oración a su Padre: “No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí, para que todos sean uno. Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado”.

Reflexión
Es fácil hablar de paz, de unión, de amistad... ¿Hacemos algo para conseguir que aumenten en nuestra familia, en nuestra clase, en nuestro grupo de amigos? ¿Nos esforzamos para crear un ambiente de unión los que vivimos? Piensa que debes contribuir a la vida de los grupos de los que formas parte porque todos tenemos algo que los de­más no tienen y que les podemos dar. Jesús quiere que todos estemos unidos como una piña.

LA FÁBULA DEL LÁPIZ                                     
El niño miraba a la abuela escribir una carta. En un momento dado, le preguntó:
-Abuela, ¿estás escribiendo una historia que nos sucedió a nosotros? ¿Es, por casualidad, una historia sobre mí?
La abuela dejó de escribir, sonrió y le comentó al nieto:
 -Estoy escribiendo sobre ti, es verdad. Ahora bien, más importante que las palabras es el lápiz que estoy usando. Me gustaría que tú fueras como él, cuando crezcas.
El niño miró el lápiz, intrigado, y no vio nada especial.
-¡Pero si es igual a todos los lápices que he visto en mi vida!
-Todo depende de cómo mires las cosas. Hay cinco cualidades en él que, si consigues conservarlas, te harán siempre una persona en paz con el mundo.
PRIMERA CUALIDAD. Puedes hacer grandes cosas, pero no debes olvidar nunca que existe una mano que guía tus pasos. A esa mano la llamamos Dios y Él debe conducirte siempre en la dirección de su voluntad.
SEGUNDA CUALIDAD. De vez en cuando necesito dejar de escribir y usar el sacapuntas. Con eso, el lápiz sufre un poco, pero al final está más afilado. Por tanto, has de saber soportar algunos dolores, porque te harán ser una persona mejor.
TERCERA CUALIDAD. El lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar los errores. Debes entender que corregir una cosa que hemos hecho no es necesariamente algo malo, sino algo importante para man­tenernos en el camino de la justicia.
CUARTA CUALIDAD. Lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma exterior, sino el grafito que lleva dentro. Por tanto, cuida siempre lo que ocurre dentro de ti.
Por último, la QUINTA CUALIDAD del lápiz: Siempre deja una marca. Del mismo modo, has de saber que todo lo que hagas en la vida dejará huellas, y por lo tanto procura ser cons­ciente de todas tus acciones.







miércoles, 4 de noviembre de 2015

Orar desde lo cotidiano

Hoy vengo ante ti Señor porque necesito un espacio en medio de mis rutinas para, sin prisa, abrir mi corazón y mis sentidos a ti. Mi ritmo acelerado y la sucesión de tareas, obligaciones y compromisos me hacen a menudo sordo y ciego a tu presencia, impidiéndote participar de mi vida. Anhelo que Tú Señor formes parte desde el amanecer hasta que me acuesto, de las situaciones que voy viviendo en casa o en el trabajo. Anhelo que Tú seas mi guía y mi luz todos los días.
Buscar cada día
En la oración espero la relación personal y cercana con Dios, pero cada día puedo también buscar su presencia en la realidad, en las personas que comparten mi tiempo, y en todas sus obras. Hacer presente a Dios en medio de mis actividades, con un cambio en mi mirada, me ayudará a  descubrir las pequeñas cosas en las que Dios se deja ver. Desde que me despierto puedo alegrarme de tener un nuevo día para vivirlo junto a Él y me puedo sentir acompañado en los momentos cotidianos. Y cotidiano es fregar los platos, ir a comer con los abuelos, esperar en una cola, planear unos gastos, arreglar un ordenador, buscar aparcamiento, hacer deporte, ver la TV en el sofá, conversar con una amiga, escuchar a un hijo, cocinar, ir a una reunión de vecinos, trabajar, descansar…. Y ahí puedo buscar a Dios. Sin miedo, él saldrá a mi encuentro.
“Tu rostro, Señor, es lo que busco” (Sal 26 7-8)
Salmo  para gente ocupada
El Señor guía mis pasos, así que no me apresuro.
Él hace que me pare y descanse para reposar tranquilo.
Él me inspira imágenes de quietud que restauran mi serenidad.
Él me guía por la senda de la actividad sin perder la calma.
Él me guía en la paz de su Espíritu.
Aunque tenga muchas cosas cada día, no me turbo, porque Él está conmigo.
Señor del tiempo, dueño de las horas, Él me mantiene ecuánime.
Me prepara un almuerzo y restaura mis fuerzas en medio de mis quehaceres, y unge mi mente con el óleo de la paz.
Mi copa rebosa de energía gozosa. Esta armonía y esta actividad son el fruto de mis días, porque camino en la paz del Señor y habitaré en su casa para siempre.
¿Cómo me hago consciente de que Dios está presente en todo momento y quiere ser parte de mi vida?
¿Dónde busco a Dios?
¿Dónde le reconozco?
¿Qué está Dios haciendo en mi vida sencilla?

Encontrar su presencia
Mi vida entera puede ser lugar de encuentro con Dios. Señor, ¿Qué me quieres decir? Estás presente y actúa en mi vida ordinaria, porque todo lo abarcas. Me sostienes y me acompañas. Saberte cerca me da luz para iluminar y discernir las situaciones cotidianas a las que me tengo que enfrentar.
Repasa y contempla la presencia de Dios en personas y en acontecimientos del día de hoy. Descubre y valora las motivaciones profundas de las personas en su acción. Descubre como tu relación con ellas te ayuda a acercarte más a Dios.
“Yo estaré con vosotros siempre, hasta el fin del mundo”
Ese sentir y encontrar a Dios mientras vivo me relaciona con El, me pone en oración, abre mi corazón para acoger y responder a sus llamadas. Puedo vivir cada día desde la alegría profunda porque Dios me ha llamado a vivir en plenitud, a ser feliz, y su amor me ayuda y salva de la tristeza y los desencantos. Puedo disfrutar de tener un Dios que me quiere tanto. Sentir su presencia en aquello que hago, hará más fácil v a la manera de Dios, sentirme empujada por Él e invitada a amar más y hacer más felices a los demás.
¿Cómo tratas de ser testigo diario del amor de Dios?
¿En qué manera puedes impregnar tu casa de la presencia de Dios?
¿Qué puede aportar Dios a tu manera de trabajar cada día?
En lo profundo no hay nada que no sea sorprendente y, sin embargo, bajamos tan poco y pocas veces. Acomodamos el pulso a la presión de la rutina. Nos distanciamos del fondo y del origen de los días… y no bajamos, y no bajamos, y no bajamos. Nos olvidamos del sentido de la Vida, del propio barro, del primer atardecer... Y amontonamos un sinfín de tonterías, buscando en lo que creer. En lo profundo no hay nadie que no sea diferente, pero a menudo mostramos sólo aquello que no duele. Desdibujados detrás de multitud de vanidades sueños, ajenos al Amor… superficiales. …y no bajamos, y no bajamos, y no bajamos. En lo profundo no hay nada que no sea sorprendente…..
Acostúmbrate, poco a poco, a orar durante todas tus ocupaciones diarias. Habla, muévete, trabaja por la paz como si estuvieras en oración. Hazlo sin afanes, dejándote mover por la gracia. En cuanto adviertas que te turba tu natural impetuosidad, retírate despacio a tu interior, donde está el Reino de Dios. Escucha los impulsos de la gracia, y no digas ni hagas más que lo que el Espíritu Santo ponga en tu corazón. Verás como tu tranquilidad será mayor, tus palabras menos abundantes y más efectivas, y cómo, con mucho menos esfuerzo, realizarás un bien mayor
En los tiempos de Jesucristo también existía un gran interés para saber cómo orar y sus discípulos manifestaron esta necesidad de aprender a orar.

Jesús les enseñó cómo hacerlo, introduciendo la oración del Padrenuestro, pero sucede que la manera para orar óptimamente ha sido malinterpretada. Muchos pensaron que al orar había que repetir esta oración o hacerla de una forma mecánica.

El Padrenuestro encierra muchas cosas y nos brinda la manera más eficaz de acercarnos a Dios mientras oramos. A menudo escapa de las personas las innumerables enseñanzas que hay en esa conocida oración plasmada en Mateo 6: 9 – 13.

En esta ocasión vamos a analizarla y aprender a orar mejor. Hay siete puntos importantes en el Padrenuestro a saber:
1) “Padre nuestro que estás en los cielos”
Lo primero es reconocer a Dios como tu Padre y adorarlo. Muchos al pensar en Dios lo imaginan como un ser lejano ocupado en sostener el Universo, pero no piensan que Él es un Padre amoroso. Dale el lugar que se merece en tu vida.

2) “Santificado sea tu nombre”
Cuando ores hazlo adorándole. Rindiendo tu vida en adoración y expresándole lo mucho que le amas y que significa para ti. No hay palabras para expresar lo que es Dios, pero utiliza todo lo que sea necesario para expresarle tu amor.
3) “Venga a nosotros tu Reino. Hágase tu voluntad, así también en la tierra,
como en el cielo”, Dios desea brindarte muchas bendiciones y cumplir sus promesas en ti pero se necesita que tú las aceptes. Acepta Su Reino en tu vida. Reconoce a Dios como el Señor de tu vida. Que tu vida depende de él y que Su Voluntad es lo más importante. La Soberanía de Dios es indiscutible y que Él sea tú Señor implica morir al “yo” y dejar que Él guíe tu vida. Decláralo, cuando ores, como tu Rey.

4) “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”
Pídele. Si Dios es tu padre y es Rey de reyes, significa que tú eres un príncipe o princesa. Tienes pleno derecho de pedir a Dios. Dice Mateo 7: 7. “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá”. Dios quiere darte por herencia las naciones, piensa en las muchas veces en las que no has recibido tantas cosas por el simple hecho de no pedir. Siéntete libre a la hora de pedir porque si Él dice que lo hagas es porque tiene el suficiente poder para hacer incluso lo que para ti es imposible. Al orar pídele por tus necesidades, ora por tus familiares, amigos, compañeros de clases o trabajo, incluso por tus enemigos. Ora e intercede ante Dios pidiéndole y que Él, conforme a Su voluntad, hará.
5) “Perdónanos nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a quienes nos ofenden”.
Salda tus cuentas con Dios sabiendo que Él es fiel y justo para perdonarnos. Ten sinceridad al hacerlo y ten un arrepentimiento genuino. Dios te perdonará. Pero ten en cuenta que aquí aparece un condicionado. Necesitas perdonar a quienes te han ofendido. Porque ¿cómo osar pedir perdón a Dios si tu no perdonas a tu prójimo?

Ahora, no sé si te hayas fijado en algo… ¿por qué crees que dice primero que podemos pedirle a Dios lo que queramos, conforme a su Voluntad y después habla de pedir perdón? La respuesta es porque Dios es Padre primero que Juez!!! Él te ama con un amor inagotable y te considera su hijo. No pienses que eres indigno al acercarte a Él para pedirle porque Jesucristo te limpió con su sangre carmesí y al aceptarlo en tu corazón has sido constituido hijo de Dios.
6) “No nos dejes caer en tentación, sino líbranos del mal”
Dile a Dios que te libre de las tentaciones, que te proteja de aquellas situaciones que te lleven a caer en pecado y te mantenga siempre alejado de aquello que traiga tropiezos a tu relación personal con Él. También vemos que es necesaria la guerra espiritual, pues no tenemos lucha contra carne y sangre sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes (Efesios 6:12) Pero no temas, es más fuerte el que está en nosotros que el que está en el mundo y somos mucho más que vencedores. Cuando ores cúbrete con la sangre de Cristo y pídele Su protección, para ti y los tuyos.

Termina adorándole nuevamente. La adoración es un privilegio enorme, hagamos uso de éste para terminar nuestro momento de oración.