miércoles, 16 de diciembre de 2015


Encendemos, Señor, esta tercera luz


más cercanos ya a la noche buena de la Luz Mayor

Queremos dar testimonio de tu Luz, Señor,
como hizo Juan el Bautista,
No somos nosotros la Luz, pero sí los testigos
de la Luz verdadera venida a este mundo

Deseamos, Señor,
con esta tercera luz que encendemos,
que el fuego de tu Espíritu encienda
nuestros corazones
y los convierta en luminarias para los demás.

Danos un corazón que vea
las necesidades de nuestro prójimo
para compartir con él lo mejor que somos y tenemos.

Quema en tu hoguera, Señor,
toda la paja de nuestras vidas
y reúne nuestros granos en pan comunitario
para renacer en Belén, la Casa del Pan.

Para que Te revelemos
como buena y gozosa Noticia para los hombres,
tan necesitados de reconocerse como hijos de Dios en la Cuna comunitaria de Belén.

Sin llamarle,
sin haber pensado siquiera en él,
sin saber muy bien quién es,
sin tener oídos para escucharle,
sin comprender su palabra,

Alguien viene
a sentarse a nuestro lado
para estar con nosotros, los hombres.

Alguien viene
¡y tiene tantas cosas
que cambiar dentro de nosotros!...
No viene para que todo siga igual
ni para hacer silencio a nuestro lado.
Viene
porque es posible ser de otra manera
y compartir el pan a manos llenas.

Alguien viene a nuestro lado
desde la orilla
Cuadro de texto: San Pedro Apóstol y 
Santa María La Mayor
Daimiel
que no conocemos.
Viene desde la cercanía de Dios
a encontrarse con el hombre
para que el hombre conozca a Dios.

Alguien viene desde Dios
y trae presencia de Dios a la tierra.
¿Sabremos aceptar la presencia de Dios
en éste que viene de parte de Dios?.

Nos hemos reunido para orar en este tercer miércoles de Adviento, en la espera de Jesús. Él vino hace 2000 años a nuestro mundo, pero sigue viniendo cada día en cada rostro que nos necesita, en cada acontecimiento, en cada situación del camino de nuestra vida. Es el momento de tener los ojos abiertos y el corazón vigilante. Dispongámonos a abrir nuestro interior a su llegada, con la humildad,  sencillez y la devoción de Francisco al acoger al Niño en la noche de la Navidad en Greccio.
Y en este año dedicado a la Misericordia, sepamos poner nuestro corazón en la miseria del otro, como Jesús, como Francisco.
Recordemos ahora cómo vivió la Navidad Francisco para poner toda nuestra ternura en el misterio del Hijo de Dios hecho hombre
Relato de San Buenaventura (LM 10,7)
Tres años antes de su muerte se dispuso Francisco a celebrar en el castro de Greccio, con la mayor solemnidad posible, la memoria del nacimiento del niño Jesús, a fin de excitar la devoción de los fieles.
Mas para que dicha celebración no pudiera ser tachada de extraña novedad, pidió antes licencia al sumo pontífice; y, habiéndola obtenido, hizo preparar un pesebre con el heno correspondiente y mandó traer al lugar un buey y un asno.
Son convocados los hermanos, llega la gente, el bosque resuena de voces, y aquella noche bendita, esmaltada profusamente de claras luces y con sonoros conciertos de voces de alabanza, se convierte en esplendorosa y solemne.
El varón de Dios estaba lleno de piedad ante el pesebre, con los ojos arrasados en lágrimas y el corazón inundado de gozo. Se celebra sobre el mismo pesebre la misa solemne, en la que Francisco, levita de Cristo, canta el santo evangelio. Predica después al pueblo allí presente sobre el nacimiento del Rey pobre, y cuando quiere nombrarlo -transido de ternura y amor-, lo llama «Niño de Bethlehem».
Todo esto lo presenció un caballero virtuoso y amante de la verdad: el señor Juan de Greccio, quien por su amor a Cristo había abandonado la milicia terrena y profesaba al varón de Dios una entrañable amistad. Aseguró este caballero haber visto dormido en el pesebre a un niño extraordinariamente hermoso, al que, estrechando entre sus brazos el bienaventurado padre Francisco, parecía querer despertarlo del sueño.
Dicha visión del devoto caballero es digna de crédito no sólo por la santidad del testigo, sino también porque ha sido comprobada y confirmada su veracidad por los milagros que siguieron. Porque el ejemplo de Francisco, contemplado por las gentes del mundo, es como un despertador de los corazones dormidos en la fe de Cristo, y el heno del pesebre, guardado por el pueblo, se convirtió en milagrosa medicina para los animales enfermos y en revulsivo eficaz para alejar otras clases de pestes. Así, el Señor glorificaba en todo a su siervo y con evidentes y admirables prodigios demostraba la eficacia de su santa oración.

Nosotros al igual que Francisco nos estamos preparando para vivir la Navidad, estamos decorando nuestras casas y nuestras clases, pensemos pues, tal y como nos indica el papa Francisco como todos estos símbolos nos ayudan a encontrar el verdadero significado de la Navidad

Navidad eres tú,
cuando decides nacer de nuevo cada día y dejar entrar a Dios en tu alma.
El pino de Navidad eres tú,
cuando resistes vigoroso a los vientos y dificultades de la vida.
Los adornos de Navidad eres tú,
cuando tus virtudes son colores que adornan tu vida.
La campana de Navidad eres tú,
cuando llamas, congregas y buscas unir.
Eres también luz de Navidad,
cuando iluminas con tu vida el camino de los demás con la bondad,
la paciencia, alegría y la generosidad.
Los ángeles de Navidad eres tú,
cuando cantas al mundo un mensaje de paz, de justicia y de amor.
La estrella de Navidad eres tú,
cuando conduces a alguien al encuentro con el Señor.
Eres también los reyes Magos,
cuando das lo mejor que tienes sin importar a quien.
La música de Navidad eres tú
cuando conquistas la armonía dentro de ti.
El regalo de Navidad eres tú,
cuando eres de verdad amigo y hermano de todo ser humano.
La tarjeta de Navidad eres tú,
cuando la bondad está escrita en tus manos.
La felicitación de Navidad eres tú,
cuando perdonas y reestableces la paz, aun cuando sufras.
La cena de Navidad eres tú,
cuando sacias de pan y de esperanza al pobre que está a tu lado.
Tú eres, sí, la noche de Navidad,
cuando humilde y consciente, recibes en el silencio de la noche
al Salvador del mundo sin ruidos ni grandes celebraciones.
Tú eres sonrisa de confianza y de ternura,
en la paz interior de una Navidad perenne que establece el Reino dentro de ti.


Una muy Feliz Navidad para todos los que se parecen a la Navidad.

miércoles, 2 de diciembre de 2015



Historia de las cuatro velas.
Cuatro velas ardían en una corona de Adviento.

El ambiente era tan silencioso que se pudo escuchar, como empezaron a hablarse.

La primera gimió y dijo: “Me llamo Paz. Mi luz ilumina, pero los hombres no guardan la paz“

Y su luz se hizo más y más débil, hasta apagarse totalmente…

La segunda flameó y dijo: “Me llamo Fe, pero estoy de sobra. Los hombres no quieren saber nada de Dios. No tiene sentido estar ardiendo más.”

Una brisa sopló por el cuarto, y la segunda vela se extinguió…

En voz baja y triste ahora la tercera vela dijo: “Yo soy el Amor. Ya no tengo fuerzas para iluminar. Los hombres me ponen a un lado. Están mirándose solo a sí mismos, y olvidan a los que deberían querer.”

Y con una última chispa se acabó también esa luz…

En ese instante entró un niño en el cuarto, miró las velas y dijo: ¡Pero ustedes deben dar luz, y no aumentar las tinieblas!“

Y casi se echó a llorar…
Entonces se escuchó también a la cuarta vela diciendo: “¡No tengas miedo! Mientras yo estoy ardiendo, podemos encender de nuevo a las demás candelas. Soy la Esperanza!”

Con una cerilla el niño tomó la luz de esta última vela y la pasó a las demás.

La llama de la Esperanza nunca debe apagarse en tu vida…

...y cada un@ de nosotros sepamos ser la herramienta que ese niño necesita para mantener la paz, la fe, el amor y la esperanza.

Te deseo un feliz Adviento lleno de... PAZ                                                                                                        
LA CORONA DE ADVIENTO
Este domingo hemos comenzado el Adviento y uno de los símbolos que utilizamos en este tiempo de Adviento, de preparación para la Navidad es la corona de Adviento. Se hace con unas ramitas verdes haciendo círculo y en el centro cuatro velas.
Este es su significado.
EL CÍRCULO. El círculo es una figura geométrica que no tiene principio ni fin. La corona de adviento tiene forma de círculo para recordarnos que Dios no tiene principio ni fin, es eterno. También nos ayuda a tomar conciencia de que de Dios venimos y a Él vamos a regresar.
EL VERDE DE LAS HOJAS. La corona se hace con hojas verdes (ramas de pino o de cualquier árbol) y esto representa que Cristo está vivo entre nosotros (el verde es vida),
LAS VELAS. Son 4 y representan cada uno de los domingos de Adviento. La luz de las velas simboliza la luz de Cristo que buscamos desde siempre porque nos permite ver el mundo y nuestro interior. Cada domingo se enciende una vela. El hecho de ir encendiéndolas poco a poco nos recuerda cómo conforme se acerca la luz, la oscuridad se va disipando. Jesús es la luz del mundo.

Oración de Adviento:
Te busco y Tú te acercas, Señor, como un amigo
siempre presente, cuando se le pide luz para atravesar la noche.
Te buscamos cada día y te vemos, Señor,
donde se siembra la alegría,
donde se elimina la mentira, donde se suprime la injusticia.
Para encontrarte, Señor, ¡hay que estar en vela!
Tú estás a la perta y llamas.
Llamas al espíritu y al corazón.

Lectura del santo evangelio según san Mateo (15,29-37):
En aquel tiempo, Jesús, bordeando el lago de Galilea, subió al monte y se sentó en él. Acudió a él mucha gente llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los echaban a sus pies, y él los curaba. La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y dieron gloria al Dios de Israel.
Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Me da lástima de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que se desmayen en el camino.»
Los discípulos le preguntaron: «¿De dónde vamos a sacar en un despoblado panes suficientes para saciar a tanta gente?»
Jesús les preguntó: «¿Cuántos panes tenéis?»
Ellos contestaron: «Siete y unos pocos peces.»
Él mandó que la gente se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los peces, dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente. Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras: siete cestas llenas.

REFLEXIÓN
¿Qué hace Dios? Invitar a la alegría. En muchas culturas sentarse a la mesa es símbolo  de alegría, pues expresa el sentido de fraternidad y de fiesta; en ella uno repone fuerzas disfrutando de los alimentos y conversa de manera distendida disfrutando de la compañía. De hecho, no hay festejo que se precie que no venga acompañado de una buena comida o una buena cena: un cumpleaños, una boda, un aniversario…
Las lecturas de hoy nos muestran dos banquetes donde el Señor quiere compartir con nosotros el alimento de la vida. No son banquetes privados ni exclusivos, sino universales, pues todos están invitados. En el primero Isaías así lo refleja: preparará para todos los pueblos […] un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera. Un banquete lleno de alegría, de salvación, donde no hay tristeza, donde todos están contentos, como en las fiestas auténticas. Un banquete que simboliza la salvación de todos, precisamente por esto último es un banquete de inmensa alegría, porque están todos, porque no se ha quedado nadie fuera. En el segundo banquete, Jesús da de comer a la multitud después de sanar todo tipo de dolencias. Una multitud que, de nuevo, simboliza la diversidad de condiciones sociales y razas. Comieron todos hasta quedar satisfechos. De nuevo,todos; nadie queda excluido.
En los países del llamado “primer mundo”, celebraremos la Navidad con demasiadas comidas y cenas: comidas de empresa, de amigos, de familia… En ocasiones son celebraciones con excesivo derroche, exageradas comidas. Tan excesivas que cuando terminan las fiestas, no faltan los reclamos publicitarios de gimnasios y dietas de adelgazamiento para corregir los excesos. Ojalá nuestros excesos fuesen no de calorías, sino de alegría, de gozo, de fraternidad. Quizá de estos dones estamos más anémicos y de ellos nos quiere saciar Dios. Este es su banquete, esta es su invitación.  Pero para que este gozo sea pleno, al menos tienen que estar todos invitados. Una mesa donde falten hermanos, nunca disfrutará de una alegría auténtica. ¿Quizá por ello nos cuesta ser felices de verdad? ¿A quién podría invitar a mi mesa?
El saludo que improvisó el Papa para los jóvenes de República  Centroafricana                     
Queridos jóvenes, los saludo con todo afecto.Nuestro amigo que ha hablado en nombre de todos, ha dicho que vuestro símbolo es el árbol del plátano porque es un símbolo de vida: siempre crece, siempre se reproduce, siempre da los frutos con mucha energía alimentaria.
Este árbol también nos habla de resistencia. Pienso que esto muestra claramente el camino que se les propone en este momento difícil de guerra, odio, división. Es el camino de la resistencia.
Decía vuestro amigo que algunos de ustedes quieren irse de aquí. Huir de las pruebas de la vida nunca es una solución. Es necesario resistir, tener el coraje de la resistencia, de la lucha por el bien. Quien huye no tiene el coraje o el valor para dar vida.
El árbol del plátano da vida y sigue reproduciéndose, sigue dando vida porque resiste, porque permanece, porque está allí. Algunos de ustedes me harán una pregunta. Pero padre, ¿qué cosa podemos hacer? ¿Cómo se hace para resistir?
Yo les digo ahora dos o tres cosas que tal vez serán útiles para que ustedes puedan resistir.
Primero que nada, la oración. La oración es poderosa. La oración vence al mal. La oración te acerca a Dios, el Todopoderoso.
Yo les hago una pregunta: ¿ustedes rezan? No escucho. No la olviden.
Segundo: trabajen por la paz porque la paz no es un documento que se firma y que se queda ahí. La paz se hace todos los días. Y la paz es un trabajo artesanal, se hace con las manos.
Se hace con la propia vida. Y alguno me puede decir, ¿Padre, cómo puedo ser yo artesano de la paz?
En primer lugar, no odien nunca. Y si uno te hace mal, busca perdonarlo. Nada de odio, mucho perdón. ¿Lo decimos juntos? (Todos repiten)
Y si tú no tienes odio en tu corazón, si perdonas, serás un vencedor. Porque serás vencedor de la batalla más difícil de la vida: vencedor del amor. Y por el amor viene la paz. ¿Quieren ser derrotados o vencedores en la vida? ¿Qué cosa quieren?
(El intérprete le dice al Papa: El pueblo dice que queremos ser de los que vencen)
Solo se vence en el camino del amor. El camino del amor. ¿y se puede amar al enemigo? Sí. ¿Se puede perdonar a quien nos ha hecho mal? Sí.
Así, con el amor y el perdón ustedes serán vencedores. Con el amor serán vencedores en la vida y darán vida siempre. Con el amor nunca serán derrotados. Ahora les deseo un buen trabajo. Piensen en el árbol del plátano. Piensen en la resistencia ante las dificultades.
Huir, irse lejos, no es una solución.
Ustedes deben ser valientes. ¿Han comprendido qué significa tener coraje? Tener coraje en el perdón, tener coraje en el amor, tener coraje para hacer la paz. ¿De acuerdo? ¿Lo decimos juntos? Tener coraje, ser valientes en el amor, en el perdón y en la paz.
Queridos jóvenes centroafricanos, estoy muy contento de encontrarlos. Hoy hemos abierto esta puerta. Esto simboliza la Puerta de la Misericordia de Dios. Confíense a Dios porque Él es misericordioso, Él es amor, Él es capaz de darnos la paz. Y por esto he dicho al inicio que recemos. Es necesario rezar para resistir, para amar, para no odiar, para ser artesanos de paz.
Muchas gracias por vuestra presencia. Ahora iré adentro a escuchar las confesiones de algunos de ustedes. ¿Están dispuestos a resistir? ¿Sí o no? ¿Están dispuestos a luchar por la paz? ¿Están dispuestos a perdonar? ¿Están dispuestos a la reconciliación? ¿Están dispuestos a amar esta bella patria? (A todas las preguntas los jóvenes responden “Sí”)
Y vuelvo al inicio. ¿Están dispuestos a rezar? Ahora les pido rezar por mí para que pueda ser un buen obispo, para que pueda ser un buen Papa. ¿Me prometen que rezarán por mí? (Todos responden “Sí”).
Y ahora les doy la bendición. A ustedes y a sus familias, una bendición pidiendo al Señor que nos dé el amor y la paz. Dios Todopoderoso los bendiga en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Buenas noches y recen por mí.
PAZ Y BIEN.