miércoles, 18 de mayo de 2016


El domingo pasado celebramos el día de Pentecostés  y recordamos una de las experiencias más importante que ha vivido laIglesia: el Espíritu desciende sobre los apóstoles, los llena de coraje y los envía a evangelizar, dando testimonio de Cristo resucitado.

La imagen mejor del día de Pentecostés es la imagen de la “nueva creación”. Es posible una nueva creación, es posible la novedad, es posible el hombre nuevo, es posible la aspiración secreta que el hombre lleva dentro, es posible una raza nueva de profetas que anuncien la obra de Dios en el mundo, es posible la renovación interior del hombre, es posible un NUEVA HUMANIDAD que nace llena del Espíritu Santo.
Nuestras actitudes principales deben ser de pobreza, acogida y súplica intensa.
·       Pobreza, porque sin el reconocimiento de nuestro vacío no viene el Espíritu. Es el Padre de los pobres, no de los ricos.
·       Acogida, porque el Espíritu viene con huésped, como amigo, y hay que abrirle la casa con toda la disponibilidad.
·       Súplica, que es hija de la necesidad y del deseo, pidiendo con fuerza y con fe la venida del Espíritu a nosotros, a la comunidad, a la Iglesia.
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“Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido, semejante a un viento impetuoso, y llenó toda la casa donde se encontraban. Entonces aparecieron lenguas como de fuego, que se repartían y se posaban sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo”.

Reflexionemos ahora sobre todas las frases que integran este texto:

 “Estaban todos en un mismo lugar…”: ¿Dónde estoy yo…? ¿Me encuentro cerca o lejos de la comunidad de Jesús…? ¿Me siento perteneciente a su familia?... Oremos con mucha atención pidiendo, por medio de María Corazón Inmaculado el Espíritu que nos una y nos mantenga firmes en la fe y perseverantes en la comunidad cristiana.
 “De repente vino del cielo un ruido…”: ¿Qué ruidos son los que llenan nuestro corazón? ¿Qué voces llenan nuestro interior…? ¿Qué deseos nos atrapan y arrastran…? ¿Busco el silencio como experiencia que me plenifica y humaniza…? Oremos con insistencia pidiendo, por medio de María Corazón Inmaculado, el Espíritu que nos sobresalte con su voz, que nos despierte de nuestros sueños…
“Semejante a un viento impetuoso…”: El viento, al soplar mueve los árboles, empuja las velas de los barcos, hace rodar las aspas de los molinos… ¡es movimiento! ¿Hay en mi vida movimiento…? ¿Hacia dónde…? ¿Crezco… o estoy paralizado…? ¿Avanzo… o retrocedo…? Oremos en esta noche pidiendo, por medio de María Corazón Inmaculado el Espíritu que nos mueve hacia Dios y hacia los hermanos y nos hace crecer en fe y en caridad…
“Llenó toda la casa donde estaban…”: ¿De qué está llena nuestra casa, nuestro domicilio particular…? ¿Abunda la comprensión…, el diálogo…, el servicio…, el perdón…, la paz…, el respeto…, el amor…? ¿O está lleno de tensión…, incomunicación…, egoísmo…, desconfianza…, envidias…, críticas…, injusticias? Oremos en este momento por nuestra familia pidiendo, por medio de María Corazón Inmaculado al Espíritu que llene nuestro domicilio de los dones
del amor.
“Entonces aparecieron lenguas como de fuego…”: El Espíritu del Señor se presenta unas veces como paloma, otras como viento,… ahora como fuego. Es un fuego que ilumina, que calienta, que purifica, que se expande… Oremos pidiendo, por medio de María Corazón Inmaculado el fuego de amor del Espíritu que nos ilumine porque estamos a oscuras…, que nos caliente porque estamos fríos…, que nos purifique porque estamos sucios…., que nos vivifique porque estamos como muertos…
“Esas lenguas de fuego se repartían y se posaban sobre cada uno…”: Todos recibieron el Espíritu Santo. No quedó nadie sin el don del Espíritu. Miremos ahora a nuestro alrededor… fijémonos en silencio en los rostros que nos rodean… pidamos el don del Espíritu para cada una de las personas a las  que estamos viendo en este lugar… (se deja un tiempo)… pidamos el don del Espíritu para aquel de entre nosotros que más lo necesite…
“Todos quedaron llenos del Espíritu Santo…”: Oremos pidiendo, por medio de María Corazón Inmaculado el Espíritu que nos llene de la vida de Dios, que nos transforme porque no somos capaces de cambiar por nosotros mismos, que nos convierta en los cristianos que hoy el mundo necesita, que nos convierta en hombres y mujeres nuevos…
El Espíritu de Dios sopla donde quiere e impulsa lo que encuentra a su paso. A Dios se lo experimenta en la vida. El Espíritu, es como un viento, como una fuerza interior que nos mueve. Es sentir que el Espíritu de Dios entra por la ventana de nuestro corazón con un viento de vida q renueva todo lo q toca.
 Pentecostés es la fiesta de los tiempos nuevos que nos lleva a experimentar q la renovación y el cambio son posibles. El Espíritu nos conduce con una fuerza nueva e irresistible y nos fortifica.
 Es el gran regalo de Dios a los jóvenes y a cada uno de ustedes. Alienta sus vidas, fortalece sus trabajos, quita sus temores, los impulsa a ser activos y dinámicos en la tarea de transformar la realidad.
"Limpia los pecados, riega las arideces y cura las heridas; suaviza la dureza, elimina con su calor la frialdad y endereza los caminos"
Les concede la multiplicidad de sus dones para que puedan vivir en plenitud el seguimiento de Jesús y ser protagonistas y testigos de la Civilización del Amor:
* La Audacia, que los hace capaces de asumir tareas sin temor a las dificultades, superar la tentación de caer en la apatía y el desánimo frente a lo que aparece como imposible de cambiar y los lleva a poner su confianza en Dios y a dejarse guiar por él;
* El Dinamismo, que los mantiene inquietos y los llena de energía para participar en la vida de la comunidad, aportar sus iniciativas y sus capacidades de realización y celebrar activamente la presencia de Dios en sus vidas;
* La Espontaneidad, que les permite expresarse libremente como son y cómo se sienten, superar las visiones estructuradas y formalistas del mundo que los rodea, responder con gestos oportunos a los desafíos y acontecimientos de la vida diaria y celebrar su fe con sencillez y entusiasmo;
* La Amistad, que los hace querer y dejarse querer por las personas, gustar de las acciones grupales y de la vida en comunidad, disfrutar la gratuidad de los momentos para encontrarse y compartir y ser así manifestación del amor de Dios;
* El Espíritu de Lucha, que los ayuda a hacer suyas las aspiraciones del pueblo, a comprometerse en la defensa de la vida y de los derechos humanos, a no desanimarse o cruzarse de brazos frente a las situaciones de pobreza e injusticia y a jugarse siempre por la causa del Reino;
* La Solidaridad, que los impulsa a hacer suyo el espíritu del Buen Samaritano (Lc 10,25-37), a ser sensibles para compartir las miserias de la condición humana y la pasión de los hombres y mujeres de su pueblo y a no cansarse de levantar a los caídos del camino y ofrecer esperanza a los que viven en la marginalidad;
* La Alegría, que los motiva a seguir celebrando la fiesta de la vida aún en medio de las dificultades y obstáculos de cada día, porque en ella Dios se hace presente para renovar el triunfo de la vida sobre la muerte y reafirmar el compromiso de todos;
* la Creatividad, que despierta los intereses y articula los sentimientos más hondos del corazón de los jóvenes, les permite expresar a través del arte, la poesía, la música y el baile, la presencia de Dios Creador en medio de su pueblo y les ayuda a comprender mejor y profundizar el misterio mismo de la vida.
El Espíritu es una fuente inagotable de imaginación, de creatividad y de vida. El mismo empuja a los jóvenes a "vivir según el Espíritu" (Gal 5,16), los invita a formar comunidades (Hch 2,42-47), los envía como misioneros (Mt 28,18-20) especialmente a los no evangelizados (Hch 13,46-48) y los invita a estar atentos para discernir a la luz de la palabra, los signos de los tiempos a través de los cuales se sigue manifestando en la historia.
En medio de las cambiantes realidades culturales del mundo actual, el Espíritu llama a los jóvenes a revivir la experiencia de Pentecostés. "El Espíritu Santo está suscitando generaciones nuevas de jóvenes alegres, profundos, comprometidos" Les ofrece su fuerza y su aliento de vida para dejar de lado los sueños de construir babeles individualistas y colaborar en la construcción de ámbitos vitales de comunión y participación que hagan realidad el proyecto de Jesús.
Se responde: “Ven Espíritu Santo y transfórmanos”.
Sabiduría: Roguemos para que seamos sabiduría y sal de la tierra. Que nuestra sal de cristianos no se vuelve sosa, porque entonces no sirve para nada Danos, Señor, el don de la sabiduría.
Entendimiento: Ilumina, Señor, nuestro corazón, para que sepamos descubrir tu voluntad y el camino de nuestra vocación. Queremos ser luz para los demás y llevar la luz del Evangelio a todo el mundo.
Consejo: Te pedimos por los sacerdotes, los religiosos, las religiosas, todos los consagrados y los que se preparan para ordenarse o hacer los votos. Que vivan con fidelidad su vocación siguiendo los consejos evangélicos y siendo ejemplo tuyo en la sociedad de hoy
Fortaleza: Señor, tú dijiste: “El que quiera seguirme, que cargue con su cruz y me siga”. Aquí estamos, dispuestos a hacer tu voluntad. Pero que tu Espíritu nos ayude en nuestras debilidades.
Ciencia: Que todos los que se dedican a la investigación y a la enseñanza lo hagan para el verdadero progreso de la humanidad. Que también haya jóvenes dispuestos a dar a conocer lo que supera toda ciencia: el amor de Dios revelado en Jesucristo.
Piedad: Espíritu Santo, Maestro interior enséñanos a orar. Te pedimos por las vocaciones contemplativas, que son como el corazón de la Iglesia, oculto y en el interior, pero necesario para su vitalidad.
Santo temor de Dios: Señor, ayúdanos a vivir una vida entregada al servicio de los demás, limpia en nuestras costumbres y fiel a tu voluntad, según los Mandamientos y el espíritu de las Bienaventuranzas.

ESPÍRITU SANTO,
sé voz profética en nuestros grupos y comunidades,
háblanos de lo concreto y dinos que hacer,
haz que nuestras acciones vuelen con nuestros sueños,
no dejes que reinen en nuestros corazones los esquemas del mundo,
denuncia nuestros conformismos e instalaciones,
hincha las velas de nuestros anhelos más evangélicos,
destruye nuestros miedos y temores al riesgo,
libera nuestros cuerpos para lo nuevo,
da luz a nuestras miradas para ver
lo más urgente, oportuno y eficaz,
ábrenos a tu llamada a lo diferente,
disponnos al discernimiento comunitario de tus signos.
ESPÍRITU SANTO,
exígenos, denúncianos, ilumínanos, consuélanos,
sé voz profética en nuestra conciencia,
háblanos en lo concreto a nosotros,
pobres y desorientados,
que nos ponemos en tu presencia.
Arde entre nosotros con tus dones
para que seamos luz y sal,
signo y símbolo de lo nuevo, del Reino de Dios
que ya está entre nosotros. Amén.
Locutor: - Un hombre de Dios bajó al pueblo para anunciar a sus habitantes un mensaje divino.
Hombre de Dios: Alégrense porque el Espíritu Santo de Dios será derramado sobre todos ustedes.
Locutor: Aquella noticia les llenó de entusiasmo e hicieron todos los preparativos para recibirlo.
Pero al llegar el momento indicado, solo unos pocos lo recibieron y pudieron beneficiarse de todos sus dones; a los demás, les pasó desapercibido aquél Espíritu.
(Del pueblo solo unos pocos habitantes se muestran alegres, sonriendo, trabajando y ayudando, los otros se muestran enojados por no haberlo recibido).
Éstos, viendo lo alegres que estaban, se marcharon indignados, en busca del hombre de Dios para protestar por lo ocurrido.
(Quienes no recibieron el Espíritu se reúnen en frente del hombre de Dios y se genera una discusión, hablan varios a la vez):
Pueblo: - A nosotros no nos paso nada! Porque? Queremos saberlo? ¿No era q el Espíritu Santo iba a ser derramado sobre todos nosotros?.
Hombre de Dios:
-De nada vale que venga la fuerza del viento, si las velas de vuestros barcos no están desplegadas para dejarse llevarse por él.
Pueblo: (demuestran enojo)
-Pero si nosotros no vimos venir ningún viento! ¿Qué queres decir con eso de abrir las velas de nuestros barcos? No entendemos nada. Nosotros Sólo vimos salir el sol como todos los días, y nada más.

Y el hombre de Dios les respondió:
-El Amor gratuito, al igual que el viento, no pueden verse con los ojos, solo puede percibirse desde el corazón. Y por lo que parece, vuestros corazones están cegados, porque no se dejan arrastrar por la fuerza del Amor que continuamente Dios está derramando sobre vosotros.
Al escuchar estas palabras, le preguntaron:
-¿y que tenemos q hacer para dejar de estar ciegos? Eh! (q hablen dos o tres)
Y aquél hombre les respondió:

-Cuando dejéis de ver salir el sol con la rutina de todos los días; cuando dejéis de dar por supuestas tantas cosas que los rodean, y que son un regalo gratuito del que solo podréis disponer ese día. Entonces, y solo entonces, estaréis preparados para ver y percibir al Espíritu que los sostiene y los envuelve cada día."

miércoles, 11 de mayo de 2016

ORAR CON MARÍA
Estamos en uno de los meses del año más boni­tos: es el mes de las flores, el mes de María. Nos fijamos en los ingredientes con que María aderezaba su oración:
Contemplación
Que equivale a estar siempre a la escucha de Dios, ser testigo de cada acontecimiento, llevarlo al fondo del alma y descifrar allí lo que Dios nos quiere decir.
Disponibilidad 
Porque quien ora no necesita agenda para sus días ni ma­pas para sus caminos.  Orar es dejar que Dios haga cosas grandes dentro de nues­tra pequeñez.
Alabanza
Rezar con María es repetir a cada paso su “Magníficat”. Aprender el oficio de cantor de las maravillas de Dios.
Servicio
Apenas el ángel de la Anunciación deja a María, corre ésta a la montaña en ayuda de su prima. Por eso, orar con Ma­ría, es convertir la oración en servicio eficaz.
Fidelidad
María es Maestra de un estilo de orar centrado en la fideli­dad de Dios. Y nosotros qué cerca estamos siempre del desaliento. 
Palabra de Dios
“Todos ellos hacían constantemente oración en común con las mujeres, con María, la madre de Jesús, y con sus her­manos.
Hermanos, procurad que nadie devuelva a otro mal por mal; tened siempre por meta el bien, tanto entre vosotros como para los demás. Estad siempre alegres. Orad sin cesar. Dad gracias a Dios en todo porque esto es lo que Dios quiere de todos vosotros".
LA ALEGRÍA COMO UN TORRENTE
Imagina un desfiladero profundo. Un camino más bien agreste. Mucho verde, rocas, árboles. Al fondo se oye el agua de un río que corre. Y a medida que avanzas kilómetros por ese sendero, que a veces baja y luego vuelve a subir, en algún momento el agua está cerca, a la vista, casi puedes tocarla. Otras veces desaparece y sólo se oye como un rumor o un murmullo. Pero está ahí. Y tú en el camino a veces te sientes cansado, y otras lleno de energía. Tal vez has parado a recuperar fuerzas. Ahora vas hablando con tus gentes, o cantando, y luego hay silencio. Hoy hay sol, y tal vez mañana habrá tormenta. Pero el murmullo del torrente, el agua que corre está ahí.
          La alegría profunda del Evangelio es algo así. Es encontrar, en el fondo, un manantial fresco, una fuerza vital que, por más piedras y barreras que encuentre, siempre encontrará un espacio para ser parte de tu vida cotidiana, de los momentos fáciles y los problemas, del canto y del silencio.

¿Podrías decir que el evangelio es para ti fuente de alegría?
En concreto ¿qué tiene de buena noticia, de esas que te alegran el día?
MARÍA, BIENAVENTURADA
Los hombres vamos haciendo realidad la “profecía” de María: “Me llamarán dichosa todas las gentes”. María es la mujer a la que cantan todos los pueblos, celebrando su fidelidad a Dios. María es grande porque se reconoce humilde ante Dios, por la madurez y naturalidad con que María asume el misterio en medio de la soledad.
Feliz tú, María.
1. Feliz tú, María, que has creído. A pesar de las oscuridades y dudas, a pesar de lo difícil del camino has creído en el plan de Dios. 
2. Feliz tú, María, que, después de aceptar el plan de Dios sobre ti, acogiste con paz todas las sorpresas que Dios te iba preparando.
3. Feliz tú, María, por reconocerte pequeña ante Dios; por reconocer que las maravillas que había en ti eran obra de su amor.
4. Feliz tú, María, que te entregaste en manos de Dios y desde entonces viviste llena de su Espíritu. Feliz tú, María, que te conviertes en Madre de todos los hombres y nos haces hermanos.
Palabra de Dios (Lc 1, 46-49)
María dijo:
“Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se alegra en Dios, mi salvador, porque se ha fijado en la humildad de su esclava.
Desde ahora me felicitarán las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí”.
MARÍA MUJER DE ESPERANZA
¿Qué es la esperanza?
Es esa disposición para seguir luchando cuando todo parece cuesta abajo. Cuando nubarrones amenazan tormenta.
Cuando uno no entiende, o no cree, o no sabe por dónde seguir.
María, Tú esperaste, en ese adviento primero inesperado, al niño cargado de promesas.
Y esperaste, viéndole crecer, a ver qué sería de su vida.
Le esperaste cuando se echó a los caminos.
A veces ibas detrás, y te fuiste haciendo discípula, también tú.
Esperaste, atravesada por el dolor, al pie de la cruz.
Y luego, con los que se encerraban, temerosos, también allí estuviste, siendo para ellos madre y amiga.
Y con ellos confiaste. Hasta que se hizo la Luz.
Y por eso me invitas, también a mí, a fiarme, y a esperar, activamente.
Esperar en Dios, en este mundo, y su reino, que juntos habremos de ir construyendo, entre muchos.
¿Qué espero hoy de Dios?
¿Y de la vida?
¿Y de mí mismo?
EVANGELIO DEL DÍA
Lectura del santo evangelio según san Juan (17,11b-19):

En aquel tiempo, Jesús, levantando los ojos al cielo, oró, diciendo: «Padre santo, guárdalos en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros. Cuando estaba con ellos, yo guardaba en tu nombre a los que me diste, y los custodiaba, y ninguno se perdió, sino el hijo de la perdición, para que se cumpliera la Escritura. Ahora voy a ti, y digo esto en el mundo para que ellos mismos tengan mi alegría cumplida. Yo les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los retires del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así los envío yo también al mundo. Y por ellos me consagro yo, para que también se consagren ellos en la verdad.»
REFLEXIÓN
Jesús comienza su oración dirigiéndose al «Padre Santo». Una invocación con la que recuerda y subraya que su origen está en el Dios trascendente, «fuera» o diferente del mundo y de sus criterios. Y también ese Padre Santo es su destino definitivo.  Fue el Padre quien le envió al mundo para salvarlo, y a tal fin, Jesús mismo fue «santificado», es decir, que recibió el Espíritu del Amor (recordemos su Bautismo en el Jordán, y también nuestro propio bautismo), que le hizo sentirse en todo momento como «hijo amado del Padre». Así Jesús queda «santificado» o consagrado a Dios, para poder llevar a cabo la misión encomendada: hacer presente en el mundo el Amor de Dios, y transformarlo todo con los criterios, y los deseos de Dios, ese proyecto que llamamos «Reino». Así también él será «santificador», como su Padre.
             Cuando decimos que algo (o alguien) es «santo», estamos diciendo que pertenece al ámbito de Dios, que Dios se hace allí presente de alguna forma, que a través de ello encontramos a Dios. Jesús es el «Santo» por excelencia, porque él es la presencia y la revelación de Dios en nuestro mundo, que llegará a su punto culminante en la «hora» de la su muerte y resurrección. Entonces se mostrará lo que significa que Dios es Amor, que Dios es Vida, que Dios Salva... y también sabremos cuál es la plenitud y el destino del hombre, al ser totalmente santificado. Es lo que aquí se llama «la Verdad». 
             Por eso, cuando Jesús ora pidiendo al Padre Santo que los suyos sean consagrados en la verdad, está pidiendo por una parte que entren en nosotros, hasta el fondo, transformándonos, los valores y criterios del  Evangelio y haciéndonos evangelizadores... Pero también está rogando que haya una profunda intimidad personal, una comunión plena con el propio Jesús, que es la Verdad.  A eso se refiere la plegaria de Jesús: «guárdalos del mal»
Dicho con otras palabras: perteneceremos a Dios, seremos santos y santificadores, mantendremos en nosotros los criterios y valores de Dios... en la medida en que mantengamos la comunión, el amor de Dios en nosotros (precisamente ese amor es el Espíritu). Como dice el propio Jesús: Tu «palabra» es verdad (el Evangelio), pero también tu «Palabra» (Jesucristo) es verdad.
              Así entendemos ese deseo de Jesús: «Que sean uno». La intimidad-unidad de Jesús con el Padre Santo le ha resguardado, apoyado y guiado en su tarea en el mundo. Y los que somos enviados por Jesús y en su nombre, sólo saldremos adelante en nuestra misión si mantenemos la unidad con el Padre y el Hijo en el Espíritu... y ¡también la unidad entre nosotros! Porque nuestra comunión-unidad «revela», testimonia  y ofrece la comunión con el Dios Salvador, con el Dios Amor.
              Palabras densas, profundas, gozosas... que más que pensar mucho... son una llamada a contemplarlas, a orarlas, saborearlas despacio,  y descubrirlas como claves de nuestro caminar cristiano. Para que ninguno de nosotros «se pierda».



miércoles, 4 de mayo de 2016

Después de este puente nos encontramos de nuevo aquí. Una semana y un mes de estreno para seguir formándonos como personas.
Señor: Me cuesta comenzar el día,
porque sé que es una nueva tarea,
un nuevo compromiso, un nuevo esfuerzo.
Ayúdame a comenzarlo con entusiasmo,   
con alegría, con ilusión nueva.
Sé que estás a mi lado:  
en mi familia  
en mis amigos,  
en las cosas, en mi propia persona.
Gracias por sembrar paz, solidaridad,
amor, entre mis hermanos.
Y sé, Señor, que esta tarea  
la comienzan cada mañana
muchos hermanos míos  
de cualquier punto de la tierra;
y eso me alienta y empuja.
También te pido por ellos,
y con ellos te digo: ¡Buenos días, Señor!  

Comenzamos pues nuestros minutos de oración ¿Para qué sirve un minuto?
 Un minuto sirve para sonreír, sonreír para el otro, para ti y para la vida.
Un minuto sirve para ver el camino, admirar una flor, sentir el perfume de la flor, sentir el césped mojado, percibir la transparencia del agua.
Un minuto sirve para escuchar el silencio.
Es en un minuto en que uno dice el sí, o el no que cambiará toda su vida.
Un minuto para un apretón de mano y conquistar un nuevo amigo.
Un minuto para sentir la responsabilidad, pesar en los hombros, la tristeza de la derrota, la amargura de la incertidumbre, el hielo de la soledad, la ansiedad de la espera, la marca de la decepción, la alegría de la victoria.
En un minuto se puede amar, buscar, compartir, perdonar , esperar, creer, vencer y ser.
En un minuto se puede salvar una vida.
Tan sólo un minuto para incentivar a alguien o desanimarlo.
Un minuto para comenzar la reconstrucción de un hogar, de una vida.
Minutos…….. cuantas  veces los dejamos pasar sin darnos cuenta, pero también cuantas veces traemos a nuestra vida los recuerdos de los minutos vividos llenos de felicidad, de alegría y tristezas.
Con frecuencia decimos ”es un minuto” que nos parece nada, pero cómo se aprecia ese minuto al levantar la mano y saludar a un amigo que se va para siempre, como se valora ese minuto que hace que lleguemos tarde a nuestro trabajo, como se espera ese minuto que nos lleva a reunirnos con los que amamos, cómo nos llena de emoción ese minuto al que se entrega al hilo al nacer y como también que la vida otorgue más minutos a que la muerte separará físicamente y no veremos más.
Un minuto parece increíble, parece tan poquito, y sin embargo, puede dejar una huella tan profunda en nuestra vida.
Lo importante no es vivir la vida por qué sí, dejando pasar el tiempo.
Aprendamos a vivir la vida intensamente.
Aprendamos a no posponer las emociones más lindas de la vida pensando que  ” sí no es hoy , será mañana “.
Recuerda que tu tiempo es hoy.
La vida es hoy.
Que el reloj de tu vida marque cada minuto al compás de los latidos de tu corazón para ello sigue fielmente los siguientes consejos:

1.      Sonreír ¡Un cristiano siempre es alegre!. No nos damos cuenta pero cuando sonreímos aligeramos la carga a quienes nos rodean. Cuando vamos por la calle, en el trabajo, en la casa, en la universidad. La felicidad del cristiano es una bendición para los demás y para uno mismo. ¡Quién tiene a Cristo en su vida no puede estar triste!
2.      Dar las gracias siempre (aunque no "debas" hacerlo).Nunca te acostumbres a recibir porque lo necesitas o porque tienes "derecho a". Todo lo recibes como un regalo, nada te "lo deben" aunque hayas pagado por ello. Da siempre las gracias. Es más feliz quien es agradecido.
3.      Recordarle a los demás cuánto los amas. Tú sabes que los amas ... ¿y ellos? Las caricias, los abrazos y las palabras nunca sobran. Si Jesús no se hubiera hecho carne, nosotros jamás habríamos entendido que Dios es Amor.
4.      Saludar con alegría a esas personas que ves a diario. Seguro es quien abre la puerta, quien limpia, quien contesta las llamadas. Lo ves a diario y al saludarlo le recuerdas que es importantísimo lo que hace. Tanto tu trabajo como el de él/ella se hace más a gusto si le haces ver que es valioso para otros, que su presencia cambia las cosas.
5.      Escuchar la historia del otro, sin prejuicios, con amor. ¿Qué puede hacernos más humanos que saber escuchar? Cada historia que te cuentan te une más con el otro: sus hijos, su pareja, la jefa, el profesor, sus preocupaciones y alegrías ... tú sabes que no sólo son palabras, son partes de su vida que necesitan ser compartidas.
6.      Detenerte para ayudar. Estar atento a quien te necesita. ¿Qué más podemos decir? No importa si es un problema de matemáticas, una simple pregunta o alguien que tiene hambre ¡jamás sobra la ayuda! Todos necesitamos de los demás. Aunque suelas ayudar, recuerda que tu también eres necesitado.
7.        Levantarle los ánimos a alguien. Sabes que no anda bien o nada bien y no sabes qué hacer. Decides sacarle una sonrisa para hacerle saber que no todo es malo. Siempre es bueno saber que hay alguien que te ama y que estará siempre a pesar de las dificultades.
8.      Celebrar las cualidades o éxitos de otro. Solemos callarnos lo que nos gusta y nos alegra de los demás: sus éxitos, sus cualidades, sus buenas actitudes. Simples frases como "¡Felicidades!", "Me alegro mucho por ti" o "Ese color te queda muy bien" le han hecho el día a tu compañero y nos ayudan a vernos entre nosotros como Dios nos ve.
9.      Ayudar cuando se necesite para que otro descanse. Esto se vive en las familias: cuando uno descansa otro trabaja. Nada más hermoso que saber que alguien más ya comenzó a hacer algo que necesitabas por ti o que siempre puedes pedir ayuda. Cuando nos ayudamos mutuamente a llevar las responsabilidades diarias la vida es más llevadera.
10.   Corregir con amor, no callar por miedo. Corregir es un arte. Muchas veces nos encontramos en situaciones que no sabemos manejar. El mejor método es el amor. El amor no sólo sabe corregir, sino que sabe perdonar, aceptar y seguir adelante. No tengas miedo de corregir y ser corregido, eso es una muestra que los demás apuestan por ti y quieren que seas mejor.
11.   Seleccionar lo que no usas y regalarlo a quien lo necesita. ¿Te has imaginado alguna vez que tu playera favorita de cuando tenías 17 años, ahora es la playera favorita de una adolescente que no tiene mucho que ponerse? Si eres hermano mayor, lo sabes. Por eso es bueno acostumbrarnos a valorar lo que tenemos y si tenemos más de lo que necesitamos, regalarlo nos ensancha el corazón y protege del frío a otro.
12.   Tener buenos detalles con los que están cerca de ti. Sabes lo que le gusta mejor que nadie, ¿por qué no aprovechar eso? Nada se disfruta más que aquello que es dado con amor, él se gana unos minutos de descanso y tú una sonrisa auténtica. Salir de uno mismo y pensar en los demás siempre es mejor y alegra el corazón.
13.   Limpiar lo que uso en casa. Si vives con tu familia o ya vives fuera de casa, sabes lo importante que es recoger y limpiar lo que usas. Hay una voz dentro de ti que te dice que deberías ayudar un poco más de lo que quisieras... Y sorprendentemente te sientes muy bien de hacerlo.
14.   Ayudar a los demás a superar obstáculos. De chiquitos lo hacíamos, ¿por qué no hacerlo ahora? Ayudarle a alcanzar el transporte, a cargar sus maletas, a cruzar la calle o regalarle unas monedas para que pueda pagar. Esos detalles nunca se olvidan. Eres el extraño que aún cree en la humanidad.
15.   Llamar por teléfono a tus abuelos. Ahora tú te mueves solo, pero tus abuelos han cuidado de ti durante tu infancia, han sido tu apoyo y el de tus padres, pero ellos se conmueven cuando les haces saber qué piensas en ellos. Estar atentos a lo que necesitan o simplemente saber cómo están es algo que no te cuesta mucho y es un gesto enorme de gratitud.

Enséñanos, Señor,
el valor de lo sencillo,
el valor de los pequeños detalles.
Que no pensemos hacer grandes
cosas el día de mañana,
descuidando las pequeñas cosas
que podemos hacer hoy.
Queremos prestar atención
a los que nos rodean,
sobre todo a los que pasan
alguna necesidad.
Ayúdanos a comprometernos
con los que están más cerca:
la familia, los amigos,
los compañeros de clase,…  .AMÉN

Los animales del bosque se dieron cuenta un día de que ninguno de ellos era el animal perfecto: los pájaros volaban muy bien, pero no nadaban ni escarbaban; la liebre era una estupenda corredora, pero no podía volar ni sabía nadar... Y así todos los demás. ¿No habría una manera de establecer una academia para mejorar la raza animal? Dicho y hecho. En la primera clase de carrera, el conejo fue una maravilla, y todos le dieron sobresaliente; pero en la clase de vuelo subieron al conejo a la rama de un árbol y le dijeron: “¡Vuela, conejo!”. El animal saltó y se estrelló contra el suelo, con tan mala suerte que se rompió dos patas y fracasó también en el examen final de carrera. El pájaro fue fantástico volando, pero le pidieron que excavara como el topo. Al hacerlo se lastimó las alas y el pico y, en adelante, tampoco pudo volar; con lo que ni aprobó la prueba de excavación ni llegó al aprobadillo en la de vuelo.
Convenzámonos: un pez debe ser pez, un estupendo pez, un magnífico pez, pero no tiene por qué ser pájaro. Un hombre inteligente debe sacarle punta a su inteligencia y no empeñarse en triunfar en deportes, en mecánica y en arte a la vez. Una muchacha fea difícilmente llegará a ser bonita, pero puede ser simpática, buena y una mujer maravillosa... porque sólo cuando aprendamos a amar en serio lo que somos, seremos capaces de convertir lo que somos en una maravilla.
Anthony de Mello


Amen.

Las siguientes palabras fueron escritas en la tumba de un obispo anglicano (1100) en las criptas de la abadía de Westminster:
Cuando era joven y libre, y mi imaginación no tenía límites, soñaba con cambiar el mundo.
Al volverme más viejo y más sabio, descubrí que el mundo no cambiaría. Entonces acorté un poco mis objetivos y decidí cambiar sólo mi país. Pero también él parecía inamovible.
Al ingresar a mis años de ocaso, en un último intento desesperado, me propuse cambiar sólo a mi familia, a mis allegados; pero, por desgracia, no me quedaba ninguno.
Y ahora que estoy en mi lecho de muerte, de pronto me doy cuenta: Si me hubiera cambiado primero a mí mismo, con el ejemplo habría cambiado mi familia; a partir de su inspiración y estímulo, podría haber hecho un bien a mi país y quién sabe, tal vez incluso habría cambiado al mundo.

Gracias, Señor…
Gracias, Señor, por tu amistad,   
Gracias, Señor, por el amor de amigo que nos ofreces.   
Gracias, Señor, porque eres siempre fiel.  
Quiero ser capaz de entender tu amistad;  
quiero entender por qué fuiste capaz de hacerte hombre   
para ser amigo del hombre;   
quiero entender tu paciencia en esperar  
un nuevo sí de cada hombre.
Quiero vivir las exigencias de la amistad:  
comprender... antes que ser comprendido;   
deseo de ayudar...  antes que ser ayudado;
deseo de servir... antes que ser servido;
deseo de dar... antes que recibir.   
En el momento de la dificultad,
no permitas que me aleje de ti.
En mis horas de debilidad, sé tú más amigo.   
En los momentos de desaliento, llámame.  
Cuenta, Señor, con mis brazos   
dispuestos para construir una ciudad eterna.