
La imagen mejor del día de Pentecostés es la imagen de la
“nueva creación”. Es posible una nueva creación, es posible la novedad, es
posible el hombre nuevo, es posible la aspiración secreta que el hombre lleva
dentro, es posible una raza nueva de profetas que anuncien la obra de Dios en
el mundo, es posible la renovación interior del hombre, es posible un NUEVA
HUMANIDAD que nace llena del Espíritu Santo.
Nuestras
actitudes principales deben ser de pobreza, acogida y súplica intensa.
· Pobreza,
porque sin el reconocimiento de nuestro vacío no viene el Espíritu. Es el Padre
de los pobres, no de los ricos.
· Acogida,
porque el Espíritu viene con huésped, como amigo, y hay que abrirle la casa con
toda la disponibilidad.
· Súplica,
que es hija de la necesidad y del deseo, pidiendo con fuerza y con fe la venida
del Espíritu a nosotros, a la comunidad, a la Iglesia.
·
“Al
llegar el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De
repente vino del cielo un ruido, semejante a un viento impetuoso, y llenó toda
la casa donde se encontraban. Entonces aparecieron lenguas como de fuego, que
se repartían y se posaban sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del
Espíritu Santo”.
Reflexionemos
ahora sobre todas las frases que integran este texto:
“Estaban
todos en un mismo lugar…”: ¿Dónde estoy yo…? ¿Me encuentro cerca o lejos de
la comunidad de Jesús…? ¿Me siento perteneciente a su familia?... Oremos con
mucha atención pidiendo, por medio de María Corazón Inmaculado el Espíritu que
nos una y nos mantenga firmes en la fe y perseverantes en la comunidad
cristiana.
“De
repente vino del cielo un ruido…”: ¿Qué ruidos son los que llenan nuestro corazón?
¿Qué voces llenan nuestro interior…? ¿Qué deseos nos atrapan y arrastran…?
¿Busco el silencio como experiencia que me plenifica y humaniza…? Oremos con
insistencia pidiendo, por medio de María Corazón Inmaculado, el Espíritu que
nos sobresalte con su voz, que nos despierte de nuestros sueños…
“Semejante a un viento impetuoso…”: El viento, al
soplar mueve los árboles, empuja las velas de los barcos, hace rodar las aspas
de los molinos… ¡es movimiento! ¿Hay en mi vida movimiento…? ¿Hacia dónde…?
¿Crezco… o estoy paralizado…? ¿Avanzo… o retrocedo…? Oremos en esta noche
pidiendo, por medio de María Corazón Inmaculado el Espíritu que nos mueve hacia
Dios y hacia los hermanos y nos hace crecer en fe y en caridad…
“Llenó toda la casa donde estaban…”: ¿De qué está llena
nuestra casa, nuestro domicilio particular…? ¿Abunda la comprensión…, el
diálogo…, el servicio…, el perdón…, la paz…, el respeto…, el amor…? ¿O está
lleno de tensión…, incomunicación…, egoísmo…, desconfianza…, envidias…,
críticas…, injusticias? Oremos en este momento por nuestra familia pidiendo,
por medio de María Corazón Inmaculado al Espíritu que llene nuestro domicilio
de los dones
del
amor.
“Entonces aparecieron lenguas como de
fuego…”:
El Espíritu del Señor se presenta unas veces como paloma, otras como viento,…
ahora como fuego. Es un fuego que ilumina, que calienta, que purifica, que se
expande… Oremos pidiendo, por medio de María Corazón Inmaculado el fuego de
amor del Espíritu que nos ilumine porque estamos a oscuras…, que nos caliente
porque estamos fríos…, que nos purifique porque estamos sucios…., que nos
vivifique porque estamos como muertos…
“Esas lenguas de fuego se repartían y se
posaban sobre cada uno…”: Todos recibieron el Espíritu Santo. No quedó nadie sin el
don del Espíritu. Miremos ahora a nuestro alrededor… fijémonos en silencio en
los rostros que nos rodean… pidamos el don del Espíritu para cada una de las
personas a las que estamos viendo en
este lugar… (se deja un tiempo)… pidamos el don del Espíritu para aquel de
entre nosotros que más lo necesite…
“Todos quedaron llenos del Espíritu Santo…”: Oremos pidiendo, por
medio de María Corazón Inmaculado el Espíritu que nos llene de la vida de Dios,
que nos transforme porque no somos capaces de cambiar por nosotros mismos, que nos
convierta en los cristianos que hoy el mundo necesita, que nos convierta en hombres
y mujeres nuevos…
El
Espíritu de Dios sopla donde quiere e impulsa lo que encuentra a su paso. A
Dios se lo experimenta en la vida. El Espíritu, es como un viento, como una
fuerza interior que nos mueve. Es sentir que el Espíritu de Dios entra por la
ventana de nuestro corazón con un viento de vida q renueva todo lo q toca.
Pentecostés es la fiesta de los tiempos nuevos
que nos lleva a experimentar q la renovación y el cambio son posibles. El
Espíritu nos conduce con una fuerza nueva e irresistible y nos fortifica.
Es el gran regalo de Dios a los jóvenes y a
cada uno de ustedes. Alienta sus vidas, fortalece sus trabajos, quita sus
temores, los impulsa a ser activos y dinámicos en la tarea de transformar la
realidad.
"Limpia
los pecados, riega las arideces y cura las heridas; suaviza la dureza, elimina
con su calor la frialdad y endereza los caminos"
Les
concede la multiplicidad de sus dones para que puedan vivir en plenitud el
seguimiento de Jesús y ser protagonistas y testigos de la Civilización del
Amor:
* La
Audacia, que los hace capaces de asumir tareas sin temor a las dificultades,
superar la tentación de caer en la apatía y el desánimo frente a lo que aparece
como imposible de cambiar y los lleva a poner su confianza en Dios y a dejarse
guiar por él;
* El
Dinamismo, que los mantiene inquietos y los llena de energía para participar en
la vida de la comunidad, aportar sus iniciativas y sus capacidades de
realización y celebrar activamente la presencia de Dios en sus vidas;
* La
Espontaneidad, que les permite expresarse libremente como son y cómo se
sienten, superar las visiones estructuradas y formalistas del mundo que los
rodea, responder con gestos oportunos a los desafíos y acontecimientos de la
vida diaria y celebrar su fe con sencillez y entusiasmo;
* La
Amistad, que los hace querer y dejarse querer por las personas, gustar de las
acciones grupales y de la vida en comunidad, disfrutar la gratuidad de los
momentos para encontrarse y compartir y ser así manifestación del amor de Dios;
* El
Espíritu de Lucha, que los ayuda a hacer suyas las aspiraciones del pueblo, a
comprometerse en la defensa de la vida y de los derechos humanos, a no
desanimarse o cruzarse de brazos frente a las situaciones de pobreza e
injusticia y a jugarse siempre por la causa del Reino;
* La
Solidaridad, que los impulsa a hacer suyo el espíritu del Buen Samaritano (Lc
10,25-37), a ser sensibles para compartir las miserias de la condición humana y
la pasión de los hombres y mujeres de su pueblo y a no cansarse de levantar a
los caídos del camino y ofrecer esperanza a los que viven en la marginalidad;
* La
Alegría, que los motiva a seguir celebrando la fiesta de la vida aún en medio
de las dificultades y obstáculos de cada día, porque en ella Dios se hace
presente para renovar el triunfo de la vida sobre la muerte y reafirmar el
compromiso de todos;
* la
Creatividad, que despierta los intereses y articula los sentimientos más hondos
del corazón de los jóvenes, les permite expresar a través del arte, la poesía,
la música y el baile, la presencia de Dios Creador en medio de su pueblo y les
ayuda a comprender mejor y profundizar el misterio mismo de la vida.
El
Espíritu es una fuente inagotable de imaginación, de creatividad y de vida. El
mismo empuja a los jóvenes a "vivir según el Espíritu" (Gal 5,16),
los invita a formar comunidades (Hch 2,42-47), los envía como misioneros (Mt
28,18-20) especialmente a los no evangelizados (Hch 13,46-48) y los invita a
estar atentos para discernir a la luz de la palabra, los signos de los tiempos
a través de los cuales se sigue manifestando en la historia.
En
medio de las cambiantes realidades culturales del mundo actual, el Espíritu
llama a los jóvenes a revivir la experiencia de Pentecostés. "El Espíritu
Santo está suscitando generaciones nuevas de jóvenes alegres, profundos,
comprometidos" Les ofrece su fuerza y su aliento de vida para dejar de
lado los sueños de construir babeles individualistas y colaborar en la
construcción de ámbitos vitales de comunión y participación que hagan realidad
el proyecto de Jesús.
Se
responde: “Ven Espíritu Santo y transfórmanos”.
Sabiduría:
Roguemos para que seamos sabiduría y sal de la tierra. Que nuestra sal de
cristianos no se vuelve sosa, porque entonces no sirve para nada Danos, Señor, el
don de la sabiduría.
Entendimiento:
Ilumina, Señor, nuestro corazón, para que sepamos descubrir tu voluntad y el
camino de nuestra vocación. Queremos ser luz para los demás y llevar la luz del
Evangelio a todo el mundo.
Consejo:
Te pedimos por los sacerdotes, los religiosos, las religiosas, todos los
consagrados y los que se preparan para ordenarse o hacer los votos. Que vivan
con fidelidad su vocación siguiendo los consejos evangélicos y siendo ejemplo
tuyo en la sociedad de hoy
Fortaleza:
Señor, tú dijiste: “El que quiera seguirme, que cargue con su cruz y me siga”.
Aquí estamos, dispuestos a hacer tu voluntad. Pero que tu Espíritu nos ayude en
nuestras debilidades.
Ciencia:
Que todos los que se dedican a la investigación y a la enseñanza lo hagan para el
verdadero progreso de la humanidad. Que también haya jóvenes dispuestos a dar a
conocer lo que supera toda ciencia: el amor de Dios revelado en Jesucristo.
Piedad:
Espíritu Santo, Maestro interior enséñanos a orar. Te pedimos por las
vocaciones contemplativas, que son como el corazón de la Iglesia, oculto y en
el interior, pero necesario para su vitalidad.
Santo
temor de Dios: Señor, ayúdanos a vivir una vida entregada al servicio de los
demás, limpia en nuestras costumbres y fiel a tu voluntad, según los
Mandamientos y el espíritu de las Bienaventuranzas.
ESPÍRITU
SANTO,
sé voz
profética en nuestros grupos y comunidades,
háblanos
de lo concreto y dinos que hacer,
haz que
nuestras acciones vuelen con nuestros sueños,
no
dejes que reinen en nuestros corazones los esquemas del mundo,
denuncia
nuestros conformismos e instalaciones,
hincha
las velas de nuestros anhelos más evangélicos,
destruye
nuestros miedos y temores al riesgo,
libera
nuestros cuerpos para lo nuevo,
da luz
a nuestras miradas para ver
lo más
urgente, oportuno y eficaz,
ábrenos
a tu llamada a lo diferente,
disponnos
al discernimiento comunitario de tus signos.
ESPÍRITU
SANTO,
exígenos,
denúncianos, ilumínanos, consuélanos,
sé voz
profética en nuestra conciencia,
háblanos
en lo concreto a nosotros,
pobres
y desorientados,
que nos
ponemos en tu presencia.
Arde
entre nosotros con tus dones
para
que seamos luz y sal,
signo y
símbolo de lo nuevo, del Reino de Dios
que ya
está entre nosotros. Amén.
Locutor: - Un hombre de Dios bajó al pueblo para anunciar
a sus habitantes un mensaje divino.
Hombre de Dios: Alégrense porque el Espíritu Santo de
Dios será derramado sobre todos ustedes.
Locutor: Aquella noticia les llenó de entusiasmo e
hicieron todos los preparativos para recibirlo.
Pero al llegar el momento indicado, solo unos pocos lo
recibieron y pudieron beneficiarse de todos sus dones; a los demás, les pasó
desapercibido aquél Espíritu.
(Del pueblo solo unos pocos habitantes se muestran
alegres, sonriendo, trabajando y ayudando, los otros se muestran enojados por
no haberlo recibido).
Éstos, viendo lo alegres que estaban, se marcharon
indignados, en busca del hombre de Dios para protestar por lo ocurrido.
(Quienes no recibieron el Espíritu se reúnen en frente
del hombre de Dios y se genera una discusión, hablan varios a la vez):
Pueblo: - A nosotros no nos paso nada! Porque? Queremos
saberlo? ¿No era q el Espíritu Santo iba a ser derramado sobre todos nosotros?.
Hombre de Dios:
-De nada vale que venga la fuerza del viento, si las
velas de vuestros barcos no están desplegadas para dejarse llevarse por él.
Pueblo: (demuestran enojo)
-Pero si nosotros no vimos venir ningún viento! ¿Qué
queres decir con eso de abrir las velas de nuestros barcos? No entendemos nada.
Nosotros Sólo vimos salir el sol como todos los días, y nada más.
Y el hombre de Dios les respondió:
-El Amor gratuito, al igual que el viento, no pueden
verse con los ojos, solo puede percibirse desde el corazón. Y por lo que
parece, vuestros corazones están cegados, porque no se dejan arrastrar por la
fuerza del Amor que continuamente Dios está derramando sobre vosotros.
Al escuchar estas palabras, le preguntaron:
-¿y que tenemos q hacer para dejar de estar ciegos? Eh!
(q hablen dos o tres)
Y aquél hombre les respondió:
-Cuando dejéis de ver salir el sol con la rutina de todos
los días; cuando dejéis de dar por supuestas tantas cosas que los rodean, y que
son un regalo gratuito del que solo podréis disponer ese día. Entonces, y solo
entonces, estaréis preparados para ver y percibir al Espíritu que los sostiene
y los envuelve cada día."