Durante esta semana estamos llevando a cabo la Campaña de
Manos Unidas bajo el lema “Un mundo nuevo, proyecto común”, centrada en el
octavo Objetivo de Desarrollo del Milenio (ODM) propuesto por Naciones Unidas.
En él se hace hincapié en la necesidad de fomentar una alianza mundial por el
desarrollo. Esta alianza es imprescindible si se quiere avanzar en la lucha
contra la pobreza, y necesita de la implicación de los países desarrollados y
de los que están en desarrollo. Por eso, tanto la propuesta de Manos Unidas en
favor de un proyecto común por un mundo nuevo, como la iniciativa de la
comunidad internacional sobre los Objetivos del Milenio, coinciden en la
necesidad de establecer relaciones que reconozcan la fraternidad universal
entre todos los pueblos del planeta, como condición necesaria para un
desarrollo verdaderamente humano.
El Señor nos invita a reflexionar y a rezar sobre esta
realidad que a todos nos afecta: el hambre en el mundo y sus consecuencias. Si
muchos hermanos nuestros pasan hambre y tienen necesidad, hoy, es porque otros
estamos saciados y hartos de todo. Y para combatir el hambre hay que compartir
lo que tenemos, empezando por los talentos y los recursos. Pidamos a Dios en
esta oración que seamos capaces de compartir todo cuanto él nos ha regalado, con
los demás.
Te pedimos perdón, Señor, por nuestro egoísmo que nos
encierra en nuestro pequeño mundo de caprichos y no nos permite ver las
necesidades de los demás hombres y mujeres del mundo.
Te pedimos perdón por nuestras faltas de generosidad para
dar a los demás aquello que es suyo.
Te pedimos perdón por no aprovechar los talentos que nos
has regalado.
El Reino de los cielos es como un hombre que, al irse de
viaje, llamó a sus empleados y les encomendó sus bienes: A uno dio cinco
talentos, a otros dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se
marchó.
El que había recibido cinco intentó ir a la escuela para
aprender mucho y hacer producir sus talentos. Pero tuvo que dejarla apenas
empezada y ponerse a trabajar diez horas diarias para ganar los sesenta
céntimos de euros al día que le permitían ayudar a sobrevivir a su familia y
perdió la posibilidad de desarrolar sus cinco talentos.
La que había recibido dos quiso ir a la escuela para
aprender mucho y hacer producir sus talentos, pero tuvo que emplear tres horas
diarias para ir a buscar agua potable para su familia a una fuente muy lejana
del poblado y después cuidar de sus hermanitos más pequeños, mientras su madre
marchaba a trabajar y no pudo nunca aprender a leer y a escribir y así perdió
la posibilidad de desarrollar sus dos talentos.
El que había recibido un talento ni siquiera pudo desear
ir a la escuela, porque lo mató el hambre y la desnutrición, en apenas dos
días, a causa de una simple diarrea, justo cuando iba a cumplir cinco años.
Al cabo de mucho tiempo, volvió el señor de aquellos empleados
y se puso a ajustar cuentas con ellos.
Se acercó el que había recibido cinco talentos, y dijo:
Señor, me entregaste cinco talentos, pero tuve que trabajar desde muy niño y no
puede aprender lo necesario para hacerlos producir”.
Se acercó el que había recibido dos talentos y
dijo:”Señor, me entregaste dos talentos, pero tuve que ir a buscar agua a
diario y cuidar a mis hermanos y no pude aprender lo necesario para hacerlos
producir”.
Se acercó el que había recibido un talento y dijo:
“Señor, me entregaste un talento, pero el hambre y la miseria segaron mi vida
antes de tener edad para hacerlo producir”
Entonces su Señor les dirá a los tres:
“Venid benditos de mi Padre, pasad al banquete de vuestro
Señor, donde disfrutaréis de los talentos que vuestros hermanos os han impedido
desarrollar en vida”.
Y a los que impidieron que esos hermanos suyos pudieran
desarrollar una vida plenamente humana les dirá: “Empleados malos y ladrones,
que habéis robado a vuestros hermanos y al mundo los talentos que yo les
entregué. Lo que hicisteis con ellos me lo habéis hecho a mí.
Quitadles lo que no es suyo y dádselo a sus dueños, que
recibirán, multiplicado, todo lo que éstos les robaron”.
Por todo esto, te
pedimos Señor el talento de la solidaridad, nosotros solos no podemos casi
nada, pero que juntos podemos mover la montaña del analfabetismo. Negociar la
solidaridad es apuntarse a participar e incluso a organizar todas las
actividades solidarias que se realicen en mi parroquia, en mi colegio, en mi
barrio, en mi pueblo, en mi ciudad. Se trata de estar ahí, de aportar nuestro
grano de arena, de llevare una piedra del montón. Manos Unidas por medio de las parroquias,
colegios y asociaciones organiza múltiples actividades solidarias a las que te
pueden apuntar. No faltes, porque si faltas tú, se debilita la solidaridad
universal.
También necesitamos Señor el talento de compartir, además
de participar en actividades, podemos y debemos compartir lo nuestro. La mayor
parte de nosotros tenemos mucho más de lo que necesitamos. Tenemos para
nuestros caprichos más de lo que tienen los pobres para vivir. Compartir
significa privarse de algo que nos gusta, para dárselo a quienes lo necesitan
de verdad. La medida de nuestra generosidad y de nuestro compartir está en ser
capaces de privarnos de algo para darlo a los demás; porque dar de lo que
sobra, de lo que ya no sirve, de lo que pedimos a nuestros padres, no es
negociar de verdad nuestro propio talento del compartir. Seamos generosos al
compartir.
También te pedimos que nos des el talento de la oración,
es un talento que agrada especialmente a Dios, Orar por nuestro hermanos al
tiempo que les ayudamos, orar por los voluntarios de Manos Unidas que trabajan
por los más pobres, orar por los misioneros que comparten lo más valioso, sus
propias vidas, con los más pobres, es aportar las vitaminas de la gracia de
Dios al proyecto de dar la mejor educación posible a todos los hombres y mujeres
de la tierra.
Por todos estos
pensamientos invocamos a Dios con el siguiente PADRE NUESTRO
PADRE, que miras por igual a todos tus hijos a quienes
ves enfrentados.
NUESTRO, de todos, de los 5000 millones de personas que
poblamos la tierra, sea cual sea nuestra edad, color…
QUE ESTÁS EN EL CIELO y en la tierra, en cada hombre, en
los humildes y en los que sufren.
SANTIFICADO SEA TU NOMBRE, pero no con el estruendo de
las armas, sino con el susurro del corazón.
VENGA A NOSOTROS TU REINO, el de la paz, el del amor.
HAGASE TU VOLUNTAD, siempre, en todas partes. Que tus
deseos no sean obstaculizados por los hijos del poder
DANOS EL PAN DE CADA DIA que está amasado con paz,
justicia y amor.
DÁNOSLE HOY porque mañana puede ser tarde; los misiles
están apuntando y quizás algún loco quisiera disparar.
PERDÓNANOS, no como nosotros perdonamos, sino como Tú
perdonas, sin lugar al odio y al rencor
NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN de almacenar lo que nos
diste, de acumular lo que otros necesitan, de mirar con recelo al de enfrente.
LÍBRANOS DEL MAL que nos amenaza, de las metralletas, de
los misiles, de los millones de toneladas de armas, porque somos muchos, Padre,
los que queremos VIVIR EN PAZ. AMEN
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