martes, 9 de abril de 2013





A pesar de las muchas malas noticias que últimamente oímos por la televisión, por la radio o que leemos en los periódicos, para los cristianos y, en realidad, para todo el mundo existe una Buena
Noticia: ¡¡¡JESÚS HA RESUCITADO Y VIVE ENTRE NOSOTROS!!!

Evangelio: Jn 20,11-18
Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies.
Le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?» Ella les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.»
Jesús siempre es testigo de nuestras lágrimas, está ahí aunque no lo advirtamos como le pasó a María Magdalena; está ahí sosteniéndonos, consolándonos, acompañándonos.
Silencio
Jesús siempre es testigo de nuestras lágrimas, está ahí aunque no lo advirtamos como le pasó a María Magdalena; está ahí sosteniéndonos, consolándonos, acompañándonos Jesús siempre es testigo de nuestras lágrimas, está ahí aunque no lo advirtamos como le pasó a María Magdalena; está ahí sosteniéndonos, consolándonos, acompañándonos.Jesús siempre es testigo de nuestras lágrimas, está ahí aunque no lo advirtamos como le pasó a María Magdalena; está ahí sosteniéndonos, consolándonos, acompañándonos.Jesús siempre es testigo de nuestras lágrimas, está ahí aunque no lo advirtamos como le pasó a María Magdalena; está ahí sosteniéndonos, consolándonos, acompañándonos.Como María, ¿buscamos a Jesús o nos desanimamos porque muchas veces no sabemos dónde encontrarle?
Silencio

Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús. Le dijo Jesús: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dijo: «Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.»

Silencio
Cuando Dios parece estar ausente ¿buscamos respuestas fáciles y rápidas?
Silencio

Jesús le dijo: «María.» Ella se volvió y le dijo en hebreo: «Rabboni» —que quiere decir: «Maestro»— Jesús le dijo: «No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios.»

Silencio
María no le reconoce en un primer momento porque Ël aún no l a ha llamado por su nombre. El nombre encierra nuestra identidad, nos distingue, por eso cuando Jesús le dice “María” ella le reconoce. Así es Dios, no nos llama en montón, nos llama por nuestra individualidad, quiere construir una historia de amor personal, con cada uno, quiere ser Señor de cada corazón y establecer allí su morada. Encontrar a Jesús no quiere decir apropiarnos de él, sino convertirle en nuestro maestro. Hoy en la oración ponte delante de aquel sepulcro vacío y escucha como el Señor Resucitado, te llama por tu nombre y te pregunta ¿por qué lloras?... Cuéntale tus cosas, experimenta su fuerza y su consuelo, descubre que no te quiere triste ni angustiado, te quiere resucitado. Míralo, El está vivo para ti ¡No hay nada que temer!
Silencio

Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras.

Silencio
¿Soy testigo de Jesús Resucitado?

 

Venimos ante ti, Señor,
desde nuestra búsqueda,
desde nuestra ignorancia,
desde nuestras dudas.

Acéptalas, Señor,
como nuestra ofrenda de hoy,
la úni­ca que podemos hacerte,
la única que sabemos.

Te manifestamos nuestro deseo de encontrarte,
nuestra voluntad de bus­carte.
Ayúdanos.
Ven en socorro de nuestra debilidad,
de nuestra ignorancia.

Danos, Señor, el don de intuirte
a través de la vida que Tú nos regalas.
Sabemos, Señor,
que estás empeñado en encontrarnos,
en que te encontre­mos.
Condúcenos Tú hasta que seas
la experiencia más viva de nuestro cora­zón.
Entonces, Tú seguirás conduciéndonos.


Para terminar esta oración pedimos por los que todavía no han tenido el encuentro con El y nos comprometemos a llevar, como María el mensaje de la salvación a nuestros hermanos.

Silencio

No hay comentarios: