martes, 16 de abril de 2013


Toda la vida es un don en cada persona. Dios te ha llenado, nos ha regalado grandes talentos y cualidades. Desde lo más hondo de nuestro ser Dios nos está llamando. Está tocando a la puerta de nuestra vida y nos dice una palabra sencilla, una invitación, otro regalo: VEN. Es la gran invitación que hace a todos los apóstoles…, es la gran invitación a unirnos a Él. Todo cristiano es un vocacionado, es un llamado por Dios a un proyecto concreto, a un plan, a una misión, a un envío, ID. Jesús a toda la Iglesia, después de su resurrección, nos dice: “id al mundo entero y anunciad el Evangelio”. Somos llamados para la misión. La cuestión es: ¿has escuchado su llamada? ¿has respondido? ¿te has puesto en camino?

Esta misión que el mismo Jesús comunicó una vez resucitado y que se ha ido viviendo de generación en generación, de cristianos a cristianos, es la misma que nosotros también tomamos ahora. Todos nosotros hemos sido llamados por Jesús para anunciar su evangelio entre los niños y jóvenes, y todos hemos respondido de forma generosa. Por este motivo, por ser Jesús el autor de la llamada, es por lo que nos encontramos reunidos ante su presencia. Para pedirle las fuerzas, el ánimo, la fe y el don necesario para ser fieles a ese mensaje que un día dio a sus discípulos y que ahora nos comunica a nosotros: «Id por todo el mundo y haced discípulos a todas las gentes».


SALMO DEL DISCIPULO QUE QUIERE ANUNCIAR A DIOS

Aquí estamos, Señor,
como tus discípulos en Galilea.
Aquí estamos, Señor,
respondiendo a tu llamada.
Aquí estamos, Señor,
porque nuestro gozo eres tú.
Aquí estamos, Señor,
queremos ser anunciadores de tu Reino.
Aquí estamos, Señor,
con la confianza puesta en ti.

Como los discípulos en Galilea...
nuestro deseo es salir a tu encuentro,
porque en medio de nuestra vida
tú ocupas siempre un lugar importante.

Respondiendo a tu llamada...
porque a ti no se te puede decir que no,
porque en nuestra respuesta encontramos el gozo.
Aquí nos tienes,
puedes contar con nosotros.
No sabemos si sabremos hacerlo como tú deseas,
pero sabes que la ilusión no nos falta.

Porque nuestro gozo eres tú...

Quien te descubre ya no puede vivir como antes;
quien te ha visto, ya no puede negarte;
quien te ha sentido, ya no puede olvidarte.
Queremos ser anunciadores de tu Reino...
porque te hemos sentido cerca;
porque ahora sabemos qué es lo bueno,
lo perfecto;
porque cuando algo tan grande como tú se descubre,
ya no es posible guardar silencio.

Aquí estamos,
porque sabemos que nos necesitas,
y te ofrecemos lo mejor que tenemos, nuestra propia vida,
para que sea instrumento al servicio de tu Reino.

Aquí estamos, Señor,
porque eres nuestro Dios.
Aquí estamos, Señor,
porque nos has mirado.
Aquí estamos, Señor,
con nosotros puedes contar.
Aquí estamos, Señor,
para decirte con el corazón
que nos ayudes en ésta, nuestra misión.

L Mt 28, 16-20

Los once discípulos fueron a Galilea, al monte que les había indicado Jesús. Al verlo, se postraron, pero algunos dudaron. Jesús se acercó y les habló: “Me han concedido plena autoridad en cielo y tierra.  Id  y haced discípulos entre todos los pueblos, bautizarlos consagrándolos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, y enseñarles a cumplir todo lo que yo os he mandado. Yo estaré con vosotros siempre, hasta el fin del mundo”.

Id y anuncia el evangelio... porque si gratis lo has recibido, gratis lo debes dar.
Id y anuncia el evangelio... porque sus palabras son palabras de vida.
Id y anuncia el evangelio... porque Dios te habla a través de la Palabra.
Id y anuncia el evangelio... porque nunca se debe ocultar.
Id y anuncia el evangelio... porque lo que es bueno para ti, con otros lo tienes que compartir.
Id y anuncia el evangelio... porque Dios te necesita.
Id y anuncia el evangelio... y yo estaré contigo hasta el final de los tiempos. Porque sin mí no puedes hacer nada; porque de mí te vendrá la fuerza para anunciarlo; porque tú solo no eres nada, pero conmigo lo eres todo.
Confía, confía en mí... Tú eres mi mensajero... Confía, confía

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