lunes, 20 de enero de 2014

Se nos presenta un año lleno de oportunidades a pesar de nuestros cansancios, nuestros fracasos, nuestras caídas y nuestras encrucijadas diarias, la Vida nos sigue pidiendo que la VIVAMOS. Cada mañana tenemos distintas dificultades, pero cuando las dificultades las consideramos como OPORTUNIDADES, la visión de nuestro mundo cambia. Debemos transcender y emprender un nuevo camino de infinitas posibilidades. Posibilidad de crecer, de sembrar, de reunir, de soñar, de aprender, etc… No nos cansemos nunca de VIVIR, a veces la VIDA está más allá de nuestra corta visión de la realidad. Sigamos remando. Y para ello, lo mejor es empezar el día dándote gracias,

Es bueno darte gracias, Señor, de corazón,
y cantarte con gozo cada día.
Es bueno proclamar por la mañana tu lealtad
y por la noche decirte de verdad que me has querido.
Es bueno decir que tus acciones, Señor,
son mi alegría y mi esperanza.
Es bueno decirte que las obras le tus manos
son júbilo y fiesta para mí.

Te doy gracias y me alegro por el don maravilloso de la vida.
Te doy gracias y me alegro por el don entrañable del bautismo.
Te doy gracias y me alegro por el don precioso de tu Espíritu.
Te doy gracias y me alegro por el don precioso de tu Palabra.
Te doy gracias y me alegro por el don único de tu Pan de vida.

Qué grandes son tus obras, Señor.
Qué profundos son tus designios.
Qué grandes son tus proyectos para nosotros.
Qué profundos son tus deseos para el que te busca.

Es bello, Señor, vivir siendo tú el centro de mi vida.
Es bello, Señor, saber que tú eres el Señor de mi vida.
Muchos no te conocen, Señor, y me da pena
que pongan su vida en cosas que se acaban.
Muchos no saben que tú eres Padre
y que nos quieres a todos con ternura.
Tú eres grande para siempre.
Tu amor me inunda v me hace feliz.
El hombre honrado florecerá como palmera,
se abrirá como un trigal fecundo,
siempre tendrá el fruto a mano y su vida ante ti, Señor, será preciosa.
Es bueno darte gracias, Señor, y cantarte de gozo cada día.
Es bueno abrir el corazón de par en par
y dejar que tu luz inunde de tu paz toda la vida.

Y si hay alguien que realmente abrió su corazón de par en par, y supo inundarse de Dios, y captar perfectamente el mensaje de que tenemos que morir al hombre viejo y renacer al hombre nuevo, ese es Juan el Bautista, de quien nos ha hablado el Evangelio estos días pasados, recordémoslo:


Evangelio según san Mateo (3, 13-17)

Entonces llegó Jesús desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara. Juan intentaba disuadirlo diciéndole: Soy yo quien necesita que tú me bautices, y ¿tú acudes a mí? Jesús le contestó: Déjame ya, que así es como nos toca a nosotros cumplir toda justicia.
Entonces Juan lo dejó. Jesús, una vez bautizado, salió en seguida del agua. De pronto quedó abierto el cielo y vio al Espíritu de Dios bajar como paloma y posarse sobre él, y una voz del cielo dijo: Éste es mi Hijo, el amado, en quien he puesto mi favor.

Antes de narrar su actividad profética, los evangelistas nos hablan de una experiencia que va a transformar radicalmente la vida de Jesús. Después de ser bautizado por Juan, Jesús se siente el Hijo querido de Dios, habitado plenamente por su Espíritu. Alentado por ese Espíritu, Jesús se pone en marcha para anunciar a todos, con su vida y su mensaje, la Buena Noticia de un Dios amigo y salvador del ser humano.

¡QUIERO SER COMO JUAN, SEÑOR!
Y que te sirvas de mí, para anunciar tu llegada
Y que me concedas la humildad, para saber que no soy sino tu siervo
Y que me hagas ver los signos de tu llegada

¡QUIERO SER COMO JUAN, SEÑOR!
Y colaborar contigo para que, tu Reino, sea una pronta realidad
Y que venga tu Palabra sobre mí y me empuje a proclamarla
Y que, sin miedo al que dirán, anuncie y denuncie lo que falta en el mundo
Y que, sin miedo a la prueba, anuncie y denuncie lo que sobre en el mundo

¡QUIERO SER COMO JUAN, SEÑOR!
Y que viva este momento, como un momento de gracia
Y que viva mi vida, como una llamada a darme por los demás
Y que viva mi existencia, como un pregón de esperanza
Y que viva mis días, sabiendo que Tú –tarde o temprano- llegarás

¡QUIERO SER COMO JUAN, SEÑOR!
Y ser un heraldo, aunque sea minúsculo, de tu presencia
Y ser un heraldo, aunque sea insignificante, de tu llegada
Y ser un heraldo, aunque me asalten las dudas, de tu grandeza
Y ser un heraldo, aunque me cueste el desierto, de tu nacimiento

¡QUIERO SER COMO JUAN, SEÑOR¡
Rescatando, de los caminos perdidos, a los que andan sin esperanza
Levantando, de los caminos torcidos, a los que cayeron abatidos
Alegrando, de los caminos melancólicos, a los que dejaron de sonreír
Recuperando, de los caminos confundidos, a los que creyeron tenerlo todo

¡QUIERO SER COMO JUAN, SEÑOR!
Un constructor de sendas para los que te busquen
Un arquitecto de autopistas para los que te deseen
Un elevador de puentes, para los que te quieran encontrar
Un ingeniero de pistas, para los que quieran vivir contigo

CONTIGO QUIERO, SEÑOR
Alcanzar y bajar hacia las aguas del Jordán
para sentir que Dios llama siempre
a pesar de las dificultades del camino.

CONTIGO QUIERO, SEÑOR
Dejar la comodidad de mi casa,
de mis amigos y trabajos,
para empeñarme un poco
en aquello que el Evangelio
necesita de mis manos y de mi esfuerzo.

CONTIGO QUIERO, SEÑOR
Renovar mi Bautismo
un tanto empolvado por el paso del tiempo.
Reavivar mi Bautismo
un tanto mortecino.
Fortalecer mi Bautismo
a veces débil y acomodado.
CONTIGO QUIERO, SEÑOR
Escuchar mi nombre y una llamada
“Tú eres mi Hijo.”
Para que nunca falte en tu causa
buenos testigos
que pregonen tu Palabra.
que pronuncien tu nombre,
que den testimonio de tu Reino,
que ofrezcan lo que son y tienen
y Dios sea  conocido, amado y bendecido
en las cuatro direcciones del mundo.

CONTIGO QUIERO, SEÑOR
Renovar, levantar,
Ilusionar y mejorar,
Incentivar y alimentar,
Revitalizar y fortalecer
lo que un día, por la fuerza del Espíritu,
me hizo hijo de Dios
miembro de su pueblo
hijo de la Iglesia
testigo de tu Reino:
EL BAUTISMO
Amén.

ORACIÓN FINAL:

Gracias, Dios y Padre, porque te has dignado manifestarte
y hemos oído tu voz en las palabras de tu hijo amado.
Queramos o no, conscientes o no,
estás presente en nosotros y nos das la vida.
Tú eres la vida que vivimos, el amor que sentimos y el bien que hacemos.
Tu espíritu nos enriquece y nos abre horizontes,
ilumina nuestra íntima conciencia
y nos mueve a solidarizarnos con los demás.
Gracias por ser nuestra fuente de inspiración.
Gracias también, Padre, por tantos testigos y profetas
que nos han abierto los ojos y nos han ayudado a descubrir
el sentido de nuestro propio bautismo.
Gracias por tanta buena gente
que nos ha enseñado el camino que lleva a Ti
Te suplicamos, Padre de bondad,
que nos envíes tu Espíritu, como hiciste con Jesús a orillas del Jordán,
para que nos decidamos a seguir sus huellas
y merezcamos llamarnos también hijos tuyos.
Te pedimos por cada uno de nosotros para que reflejemos en nuestra vida
el compromiso de nuestro bautismo y demos testimonio, personal y colectivo,
de profesar y seguir el verdadero mensaje de Jesús.
Te pedimos por toda la humanidad,
para que unos junto a otros, solidariamente,
construyamos, porque es posible,
ese mundo justo y equitativo que has soñado


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