Se
nos presenta un año lleno de oportunidades a pesar de nuestros cansancios,
nuestros fracasos, nuestras caídas y nuestras encrucijadas diarias, la Vida nos
sigue pidiendo que la VIVAMOS. Cada mañana tenemos distintas dificultades, pero
cuando las dificultades las consideramos como OPORTUNIDADES, la visión de
nuestro mundo cambia. Debemos transcender y emprender un nuevo camino de
infinitas posibilidades. Posibilidad de crecer, de sembrar, de reunir, de
soñar, de aprender, etc… No nos cansemos nunca de VIVIR, a veces la VIDA está
más allá de nuestra corta visión de la realidad. Sigamos remando. Y para ello,
lo mejor es empezar el día dándote gracias,
Es
bueno darte gracias, Señor, de corazón,
y
cantarte con gozo cada día.
Es
bueno proclamar por la mañana tu lealtad
y
por la noche decirte de verdad que me has querido.
Es
bueno decir que tus acciones, Señor,
son
mi alegría y mi esperanza.
Es
bueno decirte que las obras le tus manos
son
júbilo y fiesta para mí.
Te
doy gracias y me alegro por el don maravilloso de la vida.
Te
doy gracias y me alegro por el don entrañable del bautismo.
Te
doy gracias y me alegro por el don precioso de tu Espíritu.
Te
doy gracias y me alegro por el don precioso de tu Palabra.
Te
doy gracias y me alegro por el don único de tu Pan de vida.
Qué
grandes son tus obras, Señor.
Qué
profundos son tus designios.
Qué
grandes son tus proyectos para nosotros.
Qué
profundos son tus deseos para el que te busca.
Es
bello, Señor, vivir siendo tú el centro de mi vida.
Es
bello, Señor, saber que tú eres el Señor de mi vida.
Muchos
no te conocen, Señor, y me da pena
que
pongan su vida en cosas que se acaban.
Muchos
no saben que tú eres Padre
y
que nos quieres a todos con ternura.
Tú
eres grande para siempre.
Tu
amor me inunda v me hace feliz.
El
hombre honrado florecerá como palmera,
se
abrirá como un trigal fecundo,
siempre
tendrá el fruto a mano y su vida ante ti, Señor, será preciosa.
Es
bueno darte gracias, Señor, y cantarte de gozo cada día.
Es
bueno abrir el corazón de par en par
y
dejar que tu luz inunde de tu paz toda la vida.
Y
si hay alguien que realmente abrió su corazón de par en par, y supo inundarse
de Dios, y captar perfectamente el mensaje de que tenemos que morir al hombre
viejo y renacer al hombre nuevo, ese es Juan el Bautista, de quien nos ha
hablado el Evangelio estos días pasados, recordémoslo:
Evangelio
según san Mateo (3, 13-17)
Entonces
llegó Jesús desde Galilea al Jordán y se presentó a Juan para que lo bautizara.
Juan intentaba disuadirlo diciéndole: Soy yo quien necesita que tú me bautices,
y ¿tú acudes a mí? Jesús le contestó: Déjame ya, que así es como nos toca a
nosotros cumplir toda justicia.
Entonces
Juan lo dejó. Jesús, una vez bautizado, salió en seguida del agua. De pronto
quedó abierto el cielo y vio al Espíritu de Dios bajar como paloma y posarse
sobre él, y una voz del cielo dijo: Éste es mi Hijo, el amado, en quien he
puesto mi favor.
Antes
de narrar su actividad profética, los evangelistas nos hablan de una
experiencia que va a transformar radicalmente la vida de Jesús. Después de ser bautizado
por Juan, Jesús se siente el Hijo querido de Dios, habitado plenamente por su
Espíritu. Alentado por ese Espíritu, Jesús se pone en marcha para anunciar a
todos, con su vida y su mensaje, la Buena Noticia de un Dios amigo y salvador
del ser humano.
¡QUIERO
SER COMO JUAN, SEÑOR!
Y que te sirvas de mí, para anunciar tu llegada
Y que me concedas la humildad, para saber que no soy sino tu siervo
Y que me hagas ver los signos de tu llegada
¡QUIERO SER COMO JUAN, SEÑOR!
Y colaborar contigo para que, tu Reino, sea una pronta realidad
Y que venga tu Palabra sobre mí y me empuje a proclamarla
Y que, sin miedo al que dirán, anuncie y denuncie lo que falta en el mundo
Y que, sin miedo a la prueba, anuncie y denuncie lo que sobre en el mundo
¡QUIERO SER COMO JUAN, SEÑOR!
Y que viva este momento, como un momento de gracia
Y que viva mi vida, como una llamada a darme por los demás
Y que viva mi existencia, como un pregón de esperanza
Y que viva mis días, sabiendo que Tú –tarde o temprano- llegarás
¡QUIERO SER COMO JUAN, SEÑOR!
Y ser un heraldo, aunque sea minúsculo, de tu presencia
Y ser un heraldo, aunque sea insignificante, de tu llegada
Y ser un heraldo, aunque me asalten las dudas, de tu grandeza
Y ser un heraldo, aunque me cueste el desierto, de tu nacimiento
¡QUIERO SER COMO JUAN, SEÑOR¡
Rescatando, de los caminos perdidos, a los que andan sin esperanza
Levantando, de los caminos torcidos, a los que cayeron abatidos
Alegrando, de los caminos melancólicos, a los que dejaron de sonreír
Recuperando, de los caminos confundidos, a los que creyeron tenerlo todo
¡QUIERO SER COMO JUAN, SEÑOR!
Un constructor de sendas para los que te busquen
Un arquitecto de autopistas para los que te deseen
Un elevador de puentes, para los que te quieran encontrar
Un ingeniero de pistas, para los que quieran vivir contigo
Y que te sirvas de mí, para anunciar tu llegada
Y que me concedas la humildad, para saber que no soy sino tu siervo
Y que me hagas ver los signos de tu llegada
¡QUIERO SER COMO JUAN, SEÑOR!
Y colaborar contigo para que, tu Reino, sea una pronta realidad
Y que venga tu Palabra sobre mí y me empuje a proclamarla
Y que, sin miedo al que dirán, anuncie y denuncie lo que falta en el mundo
Y que, sin miedo a la prueba, anuncie y denuncie lo que sobre en el mundo
¡QUIERO SER COMO JUAN, SEÑOR!
Y que viva este momento, como un momento de gracia
Y que viva mi vida, como una llamada a darme por los demás
Y que viva mi existencia, como un pregón de esperanza
Y que viva mis días, sabiendo que Tú –tarde o temprano- llegarás
¡QUIERO SER COMO JUAN, SEÑOR!
Y ser un heraldo, aunque sea minúsculo, de tu presencia
Y ser un heraldo, aunque sea insignificante, de tu llegada
Y ser un heraldo, aunque me asalten las dudas, de tu grandeza
Y ser un heraldo, aunque me cueste el desierto, de tu nacimiento
¡QUIERO SER COMO JUAN, SEÑOR¡
Rescatando, de los caminos perdidos, a los que andan sin esperanza
Levantando, de los caminos torcidos, a los que cayeron abatidos
Alegrando, de los caminos melancólicos, a los que dejaron de sonreír
Recuperando, de los caminos confundidos, a los que creyeron tenerlo todo
¡QUIERO SER COMO JUAN, SEÑOR!
Un constructor de sendas para los que te busquen
Un arquitecto de autopistas para los que te deseen
Un elevador de puentes, para los que te quieran encontrar
Un ingeniero de pistas, para los que quieran vivir contigo
CONTIGO
QUIERO, SEÑOR
Alcanzar
y bajar hacia las aguas del Jordán
para
sentir que Dios llama siempre
a
pesar de las dificultades del camino.
CONTIGO
QUIERO, SEÑOR
Dejar
la comodidad de mi casa,
de
mis amigos y trabajos,
para
empeñarme un poco
en
aquello que el Evangelio
necesita
de mis manos y de mi esfuerzo.
CONTIGO
QUIERO, SEÑOR
Renovar
mi Bautismo
un
tanto empolvado por el paso del tiempo.
Reavivar
mi Bautismo
un
tanto mortecino.
Fortalecer
mi Bautismo
a
veces débil y acomodado.
Escuchar
mi nombre y una llamada
“Tú
eres mi Hijo.”
Para
que nunca falte en tu causa
buenos
testigos
que
pregonen tu Palabra.
que
pronuncien tu nombre,
que
den testimonio de tu Reino,
que
ofrezcan lo que son y tienen
y
Dios sea conocido, amado y bendecido
en
las cuatro direcciones del mundo.
CONTIGO
QUIERO, SEÑOR
Renovar,
levantar,
Ilusionar
y mejorar,
Incentivar
y alimentar,
Revitalizar
y fortalecer
lo
que un día, por la fuerza del Espíritu,
me
hizo hijo de Dios
miembro
de su pueblo
hijo
de la Iglesia
testigo
de tu Reino:
EL
BAUTISMO
Amén.
ORACIÓN
FINAL:
Gracias,
Dios y Padre, porque te has dignado manifestarte
y
hemos oído tu voz en las palabras de tu hijo amado.
Queramos
o no, conscientes o no,
estás
presente en nosotros y nos das la vida.
Tú
eres la vida que vivimos, el amor que sentimos y el bien que hacemos.
Tu
espíritu nos enriquece y nos abre horizontes,
ilumina
nuestra íntima conciencia
y
nos mueve a solidarizarnos con los demás.
Gracias
por ser nuestra fuente de inspiración.
Gracias
también, Padre, por tantos testigos y profetas
que
nos han abierto los ojos y nos han ayudado a descubrir
el
sentido de nuestro propio bautismo.
Gracias
por tanta buena gente
que
nos ha enseñado el camino que lleva a Ti
Te
suplicamos, Padre de bondad,
que
nos envíes tu Espíritu, como hiciste con Jesús a orillas del Jordán,
para
que nos decidamos a seguir sus huellas
y
merezcamos llamarnos también hijos tuyos.
Te
pedimos por cada uno de nosotros para que reflejemos en nuestra vida
el
compromiso de nuestro bautismo y demos testimonio, personal y colectivo,
de
profesar y seguir el verdadero mensaje de Jesús.
Te
pedimos por toda la humanidad,
para
que unos junto a otros, solidariamente,
construyamos,
porque es posible,
ese
mundo justo y equitativo que has soñado
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