martes, 3 de junio de 2014

Si María no hubiera dicho "sí", ¿cómo podría Dios haberse hecho hombre? María no es una semidiosa que concede favores. María es la puerta de entrada de nuestra salvación. Dios nos ama con locura, pero no nos ama por encima de nuestra libertad. El amor solo puede habitar en aquel que lo acepta sin condiciones. La primera en aceptarlo sin mirar las consecuencias fue ella. ¿Admiración? No solo le debemos eso.
Mirándola a ella, podemos ver también lo que hace el amor cuando dices "sí". Lo que Dios hizo con ella es lo que puede hacer con nosotros.
En ella encontramos el modelo para que nuestra vida tenga éxito. Y es alentador saber que ella no fue nadie especialmente inteligente, excepcionalmente cualificada, distinguidamente importante... Una humilde aldeana que ni siquiera estaba casada. Sencilla, pobre, en situación delicada, vulnerable..., pero dijo sí, y dio un vuelco a la historia.
Es una suerte que Dios quisiera venir a nosotros y un alivio qué fuera María la que dijo sí.
Pero nosotros no siempre sabemos decir que “Si” y por eso te pedimos “perdón Señor”
CERCANÍA: En ocasiones pasamos de los problemas de los demás porque estamos ocupados mirando nuestros propios intereses. PEDIMOS PERDÓN. Aquí está nuestro compromiso para estar cerca de nuestros amigos que lo pasan mal.

- GENEROSIDAD: Nos suelen decir algunas veces que somos egoístas. A veces no es cierto, pero otras veces tienen razón: vivimos en nuestro mundo, en nuestras cosas, en nuestros deportes, en la diversión y el juego… PEDIMOS PERDÓN. Nuestro compromiso es practicar la generosidad concreta en nuestros propios ambientes y en las personas que entren en contacto con nosotros.

- RESPONSABILIDAD: Las notas no siempre son buenas. Nuestros intereses están en otros lugares fuera del colegio: nos gusta salir, jugar, divertirnos y tenemos pereza de hacer los deberes, de estudiar… PEDIMOS PERDÓN. Nos comprometemos a dar pasos hacia la responsabilidad y a considerar importante lo que tiene importancia y es bueno para nuestro futuro.

- ACOGIDA: en algunas ocasiones nos fijamos en los aspectos que nos diferencian más que en los que nos asemejan. PEDIMOS PERDÓN. Nos comprometemos a acoger a todos, sean de donde sean y tengan la religión que tengan.

- ALEGRÍA: A veces no estamos alegres porque no nos conformamos con lo que tenemos, con lo que nos dan PEDIMOS PERDÓN. Hemos de demostrar que no es cierto y que nuestra alegría sale de dentro, es limpia, sana, profunda… éste es nuestro compromiso.
La Virgen María, como en las bodas de Canaa, no dudo en pedirle a Jesús aquellos que necesitaba, no para ella misma sino para los que le rodeaban. Igualmente, y confiadamente, nosotros nos atrevemos a pedirle al Señor…

PETICIONES

Nuestros estudios, en esta etapa de nuestra vida, son una gran responsabilidad, pero también un regalo. Pidamos al Señor que, al igual que María, aceptemos esa responsabilidad y ese regalo. ROGUEMOS AL SEÑOR.

María tuvo la importante tarea de educar a Jesús. Pedimos al Señor que acompañe y ayude a todos los que se esfuerzan y se preocupan por nuestra educación y felicidad. ROGUEMOS AL SEÑOR.

También por todos nosotros: que seamos capaces de valorar más las cosas sencillas y miremos a las personas como Dios les mira. ROGUEMOS AL SEÑOR.

También nos preocupan la paz y la justicia de este mundo; el bienestar para los más necesitados. Para que entre todos construyamos un mundo más solidario. ROGUEMOS AL SEÑOR.


Pero nuestra oración no estaría completa si no le damos gracias a Dios por todo lo que nos da cada día. Por eso, en este momento, expresamos de esta forma nuestro agradecimiento al Padre [con las palabras del mismo San Francisco]…


Tú eres santo, Señor Dios único, que haces maravillas.
Tú eres fuerte, tú eres grande, tú eres Altísimo.
Tú eres Rey omnipotente.
Tú eres Padre santo, Rey del cielo y de la tierra.
Tú eres Trino y Uno, Señor Dios de los dioses.
Tú eres el Bien, todo el Bien, el sumo Bien, Señor Dios vivo y verdadero.
Tú eres Amor, tú eres Caridad.
Tú eres Sabiduría, tú eres Humildad, tú eres Paciencia.
Tú eres belleza, tú eres Seguridad, tú eres Paz.
Tú eres Gozo y Alegría, tú eres nuestra Esperanza.
Tú eres Justicia, tú eres Templanza, tú eres toda nuestra Riqueza.
Tú eres Belleza, tú eres Mansedumbre.
Tú eres Protector, tú eres nuestro Custodio y Defensor.
Tú eres Fortaleza, tú eres Refugio.
Tú eres nuestra Esperanza, tú eres nuestra Fe.
Tú eres Caridad, tú eres nuestra Dulzura.
Tú eres nuestra Vida eterna, grande y admirable Señor,
Dios Omnipotente, misericordioso Salvador".



Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

María, Madre del sí,
tu ejemplo me admira.
Me admira porque arriesgaste tu vida;
me admira porque no miraste a tus intereses
sino a los del resto del mundo;
me admira y me das ejemplo de entrega a Dios.

Yo quisiera, Madre, tomar tu ejemplo,
y entregarme a la voluntad de Dios como tú.
Yo quisiera, Madre, seguir tus pasos,
y a través de ellos acercarme a tu Hijo.

Yo quisiera, Madre, tener tu generosidad y entrega
para no decir nunca «no» a Dios.
Yo quisiera, Madre tener tu amor
para ser siempre fiel a tu Hijo.

Madre del sí,
pide a tu Hijo por mí, para que me dé tu valentía.
Pide a tu Hijo por mí, para que me conceda
un corazón enamorado de él.
Pide a tu Hijo por mí, para que me dé
la gracia necesaria para entregarme y no fallarle nunca.


No hay comentarios: