miércoles, 19 de octubre de 2011

Jueves 20 de Octubre 2011







Un jueves más estamos reunidos para orar, para  aprender a comunicarnos con el Señor a decirle lo mismo que los Apóstoles ¡Señor enséñanos a orar! Y cuando los discípulos le hacen esta petición a Jesús, él les recita el Padrenuestro, así de simple y así de grandioso. Sin embargo, a nosotros no nos parece suficiente ¿Por qué? ¿Qué esperamos cuando rezamos?...

Señor, ayúdanos a dejarnos enseñar por Jesús a hablar contigo, como hablaba Él, en aquellos largos silencios de comunicación.

Señor, que cada jueves vengamos con ganas, porque la oración, aunque es un regalo tuyo, pide ilusión y esfuerzo por nuestra parte, para profundizar en ella.

Señor, ayúdanos a tener paciencia, porque no es tarea fácil y por mucho que nos parezca saber, siempre estaremos en un constante aprendizaje.

Señor haznos entender que eres Tú el que ora en nosotros. Jesús lo sabía bien cuando nos dijo:
“Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca halla; y al que llama se le abre” (Mateo 7, 7 – 9)

Señor, queremos tener un verdadero encuentro contigo, y para ello…

• Necesitamos que nos ayudes a tener fe en que, de verdad, Tú estás presente.
 “Donde dos o tres estén reunidos en mi nombre allí estaré yo en medio de ellos” Por eso cada vez que nos ponemos en oración renovamos nuestra fe, sentimos tu presencia y nos sentimos plenamente alegres y agradecidos por tu bondad.

• Necesitamos que nos ayudes a hacer dentro de nosotros un espacio para acogerte.
Con frecuencia nos sentimos inundados de ajetreo y dispersión, la misma vida lo lleva consigo, por eso hemos de silenciar nuestro ser para acoger al Señor que quiere decirnos esa “palabra personal” a cada uno, haciéndonos saber que: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra salida de la boca de Dios”

• Necesitamos que nos ayudes a estar abiertos a tú palabra.
Es importante estar abiertos a las novedades de Dios sin poner obstáculos a conocerlo cada vez más y más, para así poder seguirlo y poder amarlo para que: “Al conocerlo más, le amemos más y le sirvamos más”

• Necesitamos que nos ayudes a prolongar esta apertura a los hermanos.
Procurar que esta unión entre nosotros sea sólida y verdadera para que nuestra fraternidad recuerde a la de los primeros cristianos, “que poniendo todo en común ayudaban a las necesidades de los demás, teniendo un solo corazón y una sola alma”

• Necesitamos que nos ayudes a estar abiertos a la Iglesia.
Debemos ser conscientes de nuestra pertenencia a una comunidad eclesial y junta a la Iglesia Universal. Procurando no quedarnos anclados y cerrados en nuestro círculo, por muy a gusto que nos sintamos. Abriendo nuestras puertas a los demás y haciéndonos sensibles a los problemas de todas las personas lo mismo que lo hizo Jesús. Él nos lo dijo: “Para esto he venido al mundo”

• Necesitamos que nos ayudes a ofrecer, siempre, lo mejor de nosotros.
Al sentir tanto bien recibido, tantas gracias como Tú nos regalas, tantas aportaciones de los demás, tanto estímulo y tanta comprensión seguro que corresponderemos  a ello dando lo mejor de nosotros…
Pues “Lo que hemos recibido gratuitamente, gratis lo hemos de dar”

Y para terminar, en este silencio que envuelve la oración, al igual que supo hacer nuestro Padre San Francisco, vamos a escuchar la voz del Señor resonando en nuestro corazón:

Hoy quiero que me sientas a tu lado, quiero llegar hasta el fondo de tu propia soledad, esa soledad herida hasta lo más profundo por las incomprensiones y los golpes de la vida.
Hoy quiero decirte al corazón: “Vengo a traerte mi Paz” Vengo a enseñarte mis manos y mis pies llagados, mi costado abierto y mi corazón derrochando amor.

No hace falta que me expliques nada, ya ves que soy capaz de comprender hasta qué punto puede sufrir una persona ¡Te entiendo perfectamente!
Por eso quiero acercarme a ti de puntillas, sin hacer ruido al entrar, sin molestar en tu camino... pero haciéndome cercano para que puedas compartir conmigo tus problemas.

Llora todo lo que quieras, duda si lo encuentras necesario, pero no te importe compartirme tus sentimientos, es bueno no encerrarse en sí mismo. Aquí estoy para escucharte, para comprenderte, para ayudarte, para demostrarte que me interesa todo lo tuyo.
¡Ven! Mete tu mano en los agujeros de mis clavos, tus dedos en mi costado y observa que estas heridas son las que han sido capaces de transformar las tuyas.
                                                                    
Vive feliz, vive en paz, que nada te altere, que nada sea capaz de quitarte tu paz, ni la fatiga, ni tus fallos. Haz que brote y conserva siempre en tu rostro, una dulce sonrisa, reflejo de la que yo continuamente te dirijo. Y en el fondo de tu alma coloca, antes que nada, todo aquello que te llene de la paz de Dios. Adora y confía.
Imagínate por un momento que existe "alguien" que es el responsable de hacerte feliz.Su intención es: darte todo lo que necesitas, concederte todo lo
 bueno que deseas, resolver todos tus problemas, conseguirte buenos amigos, buscarte pareja y en general "hacerte muy feliz".

¡Buenas noticias, esa persona existe!

Esa persona... ¡ES  JESUCRISTO!, pero Él actúa a través de lo que hay dentro de ti... de lo que hay en tu corazón, y lo más importante... solamente si tú lo dejas, porque ¡Él jamás obliga!

Entonces, tú eres la única persona responsable de hacerte feliz. La felicidad es algo que sale de ti y no depende de factores externos ni de otras personas. Piensa en lo siguiente: No te quejes de nada, si lo que te molesta tiene solución ¡arréglalo!, si no, ¡olvídalo!.

Tú eres capaz de cambiar cualquier situación. Ten pensamientos positivos. Busca buena compañía y aléjate de los pesimistas. No le des vuelta a los pensamientos tristes, busca lo alegre y lo sano.

Enfrenta tus problemas como retos a vencer. Sé entusiasta y optimista en todo lo que hagas. Llena tu mente de buenas noticias. Disfruta lo que tienes y se agradecido. Siéntete vivo, observa lo hermoso que hay a tu alrededor y disfrútalo, está ahí para ti. Dale a las cosas su justa importancia y no te preocupes por tonterías. No critiques. ¡Perdona!, el rencor es una pérdida de tiempo y terrible para tu salud. Sé comprensivo con la gente. Sobre todo no pierdas las verdaderas amistades ya que son un tesoro.

La felicidad no es un destino, ¡es un camino! Sal de nuevo a tu “rutina” y emprende el camino a la felicidad.

No hay comentarios: