Hace pocas semanas hemos comenzado el curso.
Recordemos que un nuevo curso supone una oportunidad más en la vida de todos.
¡¡¡Y, nada mejor que comenzar este curso orando juntos recordando a San
Francisco de Asís!!!, del cual hemos celebrado su festividad hace unos días; el
santo que nos invita a poner todo lo que aprendamos en este curso, al servicio
de la Paz y el Bien, la Fraternidad y en definitiva del Amor.
Que nuestra oración sea alegre, un momento para dar
gracias a Dios por la posibilidad que se nos da de formarnos para poder
construir un mundo más justo, más humano y fraterno en este curso en el que,
bajo el lema de Atrévete y di lo siento, vamos a trabajar el valor del perdón.
Este perdón que nos debe llevar a conseguir la paz.
Señor, haz de nosotros instrumentos de tu paz.
Que podamos hacer que brote el amor
allí donde nos anega el odio;
que en nuestros conflictos
tratemos con bondad a nuestros enemigos;
que sepamos aclarar nuestros sentimientos de amor y de
odio,
de cólera y de aceptación, y aprender a vivir el perdón;
Señor, que despertemos confianza
allí donde se insinúa la duda
que donde reine la desesperación
hagamos que viva la esperanza;
que pongamos alegría donde hay tristeza;
que escuchemos lo que otros saben
y compartamos lo que nosotros sabemos.
Que aceptemos, Señor, ser consolados a veces,
y otras veces estar solos,
y que aprendamos a consolar a los demás;
que aceptemos ser acogidos a veces
y otras veces ser rechazados,
que intentemos siempre comprender,
y que imploremos juntos tu misericordia.
Que todos y cada uno aceptemos ser amados
y que todos y cada uno sepamos amar,
pues es compartiendo como se recibe
y es perdonando y aceptando ser perdonados
como viene a nosotros el Reino del perdón.
Entonces se acercó Pedro a Jesús y le preguntó:
—Señor, ¿cuántas veces he de perdonar a mi hermano
cuando me ofenda? ¿Siete veces?
—Jesús le respondió:
—No te digo siete veces, sino setenta veces siete.
Porque con el Reino de los Cielos sucede lo que con aquel rey que quiso ajustar
cuentas con sus siervos. Al comenzar a ajustarlas le fue presentado uno que le
debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el señor mandó que lo vendieran a
él, a su mujer y a sus hijos, y todo cuanto tenía, para pagar la deuda. El
siervo se echó a sus pies suplicando: "¡Ten paciencia conmigo, que te lo
pagaré todo!". El señor tuvo compasión de aquel siervo, lo dejó libre y
le perdonó la deuda. Nada más salir, aquel siervo encontró a un compañero suyo
que le debía cien denarios; lo agarró y le apretaba el cuello, diciendo: “¡Paga
lo que debes!”. El compañero se echó a sus pies, suplicándole: "¡Ten
paciencia conmigo y te pagaré!". Pero él no accedió, sino que fue y lo
metió en la cárcel hasta que pagara la deuda. " Al verlo sus compañeros
se, disgustaron mucho y fueron a contar a su señor todo lo ocurrido. Entonces
el señor lo llamó y le dijo: "Siervo malvado, yo te perdoné aquella deuda
entera porque me lo suplicaste."¿No debías haber tenido compasión de tu
compañero, como yo la tuve de ti?" Entonces su señor, muy enfadado, lo
entregó para que lo castigaran hasta que pagase toda la deuda. "Lo mismo
hará con vosotros mi Padre celestial si no os perdonáis de corazón unos a
otros.
Padre, ayúdanos a perdonar hasta setenta veces siete como Tú nos perdonas, con amor y paciencia hacia nuestros hermanos.
Padre,
gracias por este curso que hoy inauguramos con esta oración.
Sabes que nos cuesta comenzar a estudiar.
Haz, Señor, que veamos en nuestros compañeros
un motivo para alabarte
y que, por encima de todo, reine la amistad
entre nosotros
No hay comentarios:
Publicar un comentario