sábado, 31 de enero de 2015


Cada año, desde 1964, el día 30 de enero se celebra el Día Escolar de la No violencia y la Paz (DENIP) en conmemoración del día de la muerte de Mahatma Gandhi, el hombre que con su lucha pacífica y sus acciones de noviolencia, consiguió que la independencia de la India, su país natal, se hiciera realidad. También se conmemora la muerte de otro pacifista, Martin Luther King, que fue asesinado al igual que Gandhi y del que aprendió que la resistencia pacífica era el arma más potente en manos de los oprimidos que luchaban por su
libertad.

El mensaje del DENIP es bien sencillo: El amor universal es mejor que el egoísmo. La no-violencia es mejor que la violencia. La paz es mejor que la guerra.
Escuchamos ahora palabras sabias, palabras que testimonian la paz, que hablan en un lenguaje universal de esperanza y de amor. Ellas son testimonios de paz para nosotros y para todos los hombres, de hoy y de siempre. (Se escucharán los siguientes textos, leídos por diferentes personas)
Del Evangelio según San Juan      (Jn 4,7.8.11.12)
Amigos, amémonos unos a otros, pues el amor procede de Dios. Todo el que ama nació de Dios y conoce a Dios. El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. Queridos amigos, pues Dios nos amó tanto que nosotros debemos amarnos el uno al otro. Nadie ha visto jamás a Dios, mas si nos amamos, Dios vive en nosotros y su amor llega a su plenitud en nosotros.

Dice un monje Budista (Thich Nhat Hanh)
Dice un adagio chino: (La corriente no es la orilla) Cuando nace un profeta de la paz el agua del río se hace más clara y las plantas y los árboles de la montaña se vuelven intensamente verdes. Cuando un profeta de la paz está en medio de vosotros y vosotros ponéis vuestro pie cerca de su paso, sentís luz, os hacéis paz con él y el mundo se llena de trasparencia. Por eso digo que si tú te sientas al lado de Jesús o del Buda no intentes analizar sus palabras, respira su paz.

Dice Martín Luther King (Pastor de la Iglesia evangélico y líder negro)
Me niego a hacer mía la afirmación cínica de que los pueblos irán cayendo, uno tras otro, en el torbellino del militarismo, hacia el infierno de la destrucción termonuclear.
Creo que la verdad y el amor sin condiciones tendrán la última palabra. La vida, aun provisionalmente vencida, es siempre mas fuerte que la muerte.
Creo firmemente que, incluso en medio de los obuses que estallan y de los cañones que retumban, permanece la esperanza de un radiante amanecer.
Creo igualmente que un día toda la humanidad reconocerá en Dios a la fuente de su amor.
Creo que este amor salvador y pacífico será un día la ley. El lobo y el cordero podrán descansar juntos, cada hombre podrá sentarse debajo de su higuera, en su viña, y nadie tendrá ya que tener miedo.
Creo firmemente que lo conseguiremos.

CARTA DE SAN FRANCISCO A LOS CIUDADANOS DEL MUNDO
Escuchemos ahora lo que nos diría nuestro padre San Francisco hoy:
A cuantos vivís en la tierra, el hermano francisco, os saluda con gozo y os desea de todo corazón la Paz verdadera y el Amor fraterno de nuestro Señor y Hermano Cristo Jesús.
Hace ocho siglos, durante mi vida terrena, escribí cartas a todos los hombres invitándoles a vivir en paz, hermandad y santa alegría. Vuelvo a hacerlo ahora, a inicio del siglo XXI, por que hasta mi morada celestial están llegando noticias de violencias, odios, guerras, racismo, terrorismo, hambre... Nos están llegando muchos hermanos bañados en sangre, muertos prematuramente.
Queridos hermanos: ¿Tendré que suprimir de mi Cántico de las Criaturas aquel verso que dice “Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana, la Madre Tierra”? ¿Tanto habéis endurecido el corazón que ya no os queda una gota de sentimiento, de compasión, de delicadeza, de cortesía, de amor?
¡Pobre Hermana Madre Tierra, cuando sus hijos cultivan el odio en vez del amor, crean discordia en vez de armonía, siembran tristeza y lágrimas en vez de alegría y sonrisas...; que matan la Paz y adoran la violencia!
Cuando el Señor me visitó con su paz, yo la voceaba a todas horas, en todas partes, a todos los hermanos: “La Paz con vosotros”, “El Señor os dé su Paz”... Y las Hermanas Criaturas, el sol, las estrellas, el viento, el agua,... aplaudían mi locura de Hermano Universal.
Hermanos todos, ciudadanos de un mundo enfermo:
Recuperad el silencio, aplastado por tantos ruidos.
Aprender a escucharos y escuchad a Dios en el rumor del río, la cascada, el bosque, el campo, la brisa del aire...
Fijaos en la alegría de los niños que juegan, en la mirada de los enamorados, en la caricia del beso de quienes os quieren... Porque quien llena los ojos y el corazón de tanta bondad e inocencia, es incapaz de asesinar la Vida y el Amor.
Dejad un sitio a Dios en vuestro corazón y la Paz interior irradiará ternura, alegría, esperanza, hermandad,... a vuestro alrededor.
Haced llegar a todos los rincones del mundo mis palabras predilectas: “Paz y Bien”.
¡Loado seas, mi Señor, por todos los que escuchen esta carta y la pongan en práctica¡
Jamás me cansaré de desearos la Paz.
Un abrazo de vuestro hermano Francisco de Asís.
(Esta carta es una versión libre y actualizada de la “Carta de Francisco de Asís a todos los españoles”, de Ángel Gajate, en Misión Joven, 1982)

Señor, haz de nosotros instrumentos de tu paz, que podamos hacer que brote el amor allí donde nos inunda el odio.
Que en nuestros conflictos tratemos con bondad a los que no piensan como nosotros.
Que sepamos apagar nuestros sentimientos de odio y que así aprendamos a vivir el perdón
Que escuchemos a quienes gritan su dolor y sepamos reconocer que somos iguales que ellos.
Que en lugar de repetir los “slogans” de moda nos unamos para analizar juntos lo que ocurre a nuestro alrededor.
Que despertemos confianza donde se insinúa la duda; que tendamos la mano al extranjero y abramos nuestras puertas a todo el que se acerca a nosotros.
Que donde reine la desesperación hagamos que viva la esperanza; que pongamos alegría allí donde hay tristeza.
Que escuchemos lo que otros saben y compartamos lo que nosotros sabemos.
Que aceptemos asumir nuestras responsabilidades a pesar de los problemas que puedan surgir.
Que compartamos nuestro pan con los que no lo tienen; que no gocemos nosotros solos de nuestros privilegios, sino que sepamos ser solidarios.
Que aceptemos, Señor, ser consolados a veces y otras veces ser rechazados; que intentemos siempre comprender, y que pidamos juntos tu perdón.
Que todos y cada uno aceptemos ser amados y que todos y cada uno sepamos amar, pues es compartiendo como se recibe y es perdonando y aceptando ser perdonados como viene a nosotros el perdón.
¡Que podamos vivir y festejar el sol, el cielo, la tierra, el mar, el perdón y encontrarnos serenamente con nuestra hermana la muerte, porque gracias a ella es como nacemos a la vida eterna!

Terminamos entonado la oración de la Paz
SEÑOR, HAZ DE MÍ UN INSTRUMENTO DE TU PAZ 
DONDE HAYA ODIO, PONGA AMOR. 
DONDE HAYA OFENSA, PONGA PERDÓN. 
DONDE HAYA DISCORDIA, PONGA  UNIÓN. 
DONDE HAYA DUDA, PONGA FE. 
DONDE HAYA ERROR, PONGA YO VERDAD. 
DONDE HAYA DESESPERACIÓN, PONGA YO ESPERANZA. 
DONDE HAYA TRISTEZA, PONGA YO ALEGRÍA. 
DONDE HAYA  TINIEBLAS, PONGA YO  LUZ. 
MAESTRO, HAZ QUE YO NO BUSQUE TANTO 
SER CONSOLADO, SINO CONSOLAR;
SER COMPRENDIDO, SINO COMPRENDER;
SER AMADO, SINO AMAR. 
PORQUE ES DANDO, COMO SE RECIBE. 
ES PERDONANDO, COMO SE ES PERDONADO. 
ES MURIENDO, COMO SE RESUCITA A LA VIDA ETERNA. 


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