
El
miércoles pasado fue miércoles de ceniza,
entramos
en el tiempo de Cuaresma.
Entrar
en Cuaresma es inaugurar
un
tiempo fuerte de penitencia y conversión...
aprovecha
la oportunidad.
Entrar
en Cuaresma es una llamada a salir de nosotros,
de
nuestras casas, de nuestros prejuicios,
de
nuestros intereses, gustos y comodidades...
sal
de ti y ves hacia el otro.
Entrar
en Cuaresma es afrontar la realidad personal
y
dejarse juzgar por la Palabra de Dios...
descúbrete,
acéptate, conviértete.
Entrar
en Cuaresma es dejar poner nuestro corazón
en
la sintonía del corazón de Dios...
practica
la com-pasión que hace hermanos.
Entrar
en Cuaresma es vaciar nuestras manos,
saber
renunciar a nuestras seguridades,
a
aquello que nos esclaviza...
libérate
para poder abrazar.
Entrar
en Cuaresma
es
saber caminar con otros creyentes
que
buscan a Dios
siguiendo
a Jesús en Espíritu y en Verdad...
¡Buen
camino!
PADRE
BUENO,
nos
ponemos en tus manos al inicio de esta Cuaresma,
para
que hagas de nosotros lo que tú quieras
porque
tú sabes lo que más nos conviene y necesitamos;
sea
lo que sea, te damos las gracias
por
este tiempo cargado de oportunidades,
de
posibilidades de liberación, de misericordia y de perdón,
por
este tiempo de llamadas de atención y de proyectos.
Queremos
aceptar todo lo que venga de ti
con
tal de que se cumpla en cada uno de nosotros,
en
nuestras comunidades cristianas y en todas tus criaturas, tu voluntad.
No
deseamos nada más, Padre.
Te
confiamos nuestro corazón y nuestras manos
y
nos comprometemos a ayunar de nuestros excesos
que
nos hacen tan insolidarios;
a
orar para poder mirar la vida y las cosas más allá de nosotros mismos;
a
hacer limosna, es decir, a gritar que nada es “mío”
porque
lo nuestro es la fraternidad.
Padre,
nos ponemos en tus manos sin medida,
con
infinita confianza:
llévanos
al desierto, acompaña nuestro discernimiento,
cólmanos
de esperanza, muéstranos tu misericordia y acógenos sin reservas
porque
Tú eres nuestro Padre.
Cuando
oímos la palabra “desierto” seguro que
pensamos en el “París-Dakar” o nos imaginamos un lugar con mucha arena,
camellos, o con imágenes que hemos visto en alguna película.
Pero
también sabemos que la palabra “desierto” aparece muchas veces en la Biblia;
el
pueblo de Israel caminó antes de llegar a la Tierra Prometida,
en
el desierto estuvo Juan el Bautista y otros profetas.
Hoy
vamos a pedirle a Jesús que nos lleve al desierto de nuestro corazón para que
podamos encontrarnos con nosotras mismas
y con Él.
Aquí
estoy contigo y quiero ser yo misma de verdad.
Quiero
entrar dentro de mi
Quiero
hacer camino hasta el desierto de mi corazón.
Quiero tocar mi hondura y dejar de vivir desde la
superficialidad.
Quiero,
Jesús, descubrirme por dentro y vivir desde dentro
Quiero
tomar conciencia de lo que no soy, y de lo que soy,
Quiero
poner en mi vida razones profundas que me hagan vivir.
Quiero tener motivaciones sanas que me eleven a la
altura,
Quiero
tener voluntad propia a la hora de decidir.
Quiero,
Jesús, dejar la arena y apoyarme en roca firme.
Quiero
ser original y no copiar modas,
Quiero
ser auténtica y no perder mi verdad por la imagen barata.
Quiero
ser valiente, enérgica, decidida y no andar en duda continua.
Quiero,
Jesús, ser yo.
Ábreme
el corazón a la escucha desde el silencio.
Ábreme
el corazón al contacto de tu Palabra.
Quiero
estar contigo a solas, en paz y en silencio porque se que me amas.
¡Tú
eres mi Señor!
Si
nadie me ama, tu alegría es amarme.
Si
lloro, tu deseo es consolarme.
Si
soy débil, Tú eres mi fuerza y mi energía.
Si
nadie me necesita, Tú me buscas.
Si
estoy vacío, tu plenitud me colmará.
Si
quiero caminar, Tú vienes conmigo.
Si
te llamo, Tú siempre vienes.
Si
me pierdo, Tú me buscas sin cesar.
Si
estoy cansado, tú eres mi descanso.
Si
peco, tú eres mi perdón.
Si
te pido, Tú eres don para mí.
Si
te necesito, me dices: Aquí estoy dentro de ti.
Si
estoy a oscuras, Tú eres luz para mis pasos.
Si
tengo hambre, Tú eres pan de vida para mí.
Si
soy infiel, Tú eres fiel.
Si
quiero conversar, Tú me escuchas siempre.
Si
te miro, veo la verdad de mi corazón.
Si
todos me olvidan, tus entrañas se estremecen recordándome.
Si
no tengo a nadie, te tengo a Ti.
Si
soy silencio, Tu palabra habitará en mi corazón.
Yo
le había pedido a Dios poder para ser amado...
y
me he encontrado con el amor para no necesitar ser poderoso.
Yo
le había pedido a Dios la salud para hacer grandes cosas...
y
me he encontrado con la enfermedad para hacerme grande.
Yo
le había pedido la riqueza para ser feliz...
y
me he encontrado con la felicidad para poder vivir la pobreza.
Yo
le había pedido a Dios leyes para dominar a los otros...
y
me he encontrado con la libertad para liberarlos.
Yo
le había pedido a Dios admiradores para estar rodeado de gente...
y
me he encontrado amigos para no estar solo.
Yo
le había pedido a Dios ideas para convencer...
y
me he encontrado espacio para convivir.
Yo
le había pedido dinero para comprar cosas...
y
me he encontrado personas para compartir mi dinero.
Yo
le había pedido milagros para creer...
y
él me ha dado fe para hacer milagros.
Yo
le había pedido una religión para ganarme el cielo...
y
él sólo me ha dado su Hijo para acompañarme por la tierra.
Yo
le había pedido todo para gozar en la vida...
y
él me ha dado la vida para que goce de todo.
Yo
le había pedido ser un dios...
y
él sólo pudo hacerme un hombre
Somos
hombres, Señor, perdónanos:
por no saber decirte nada,
por ser avaros de nuestro tiempo
y no tenerlo para encontrarnos contigo.
por no saber decirte nada,
por ser avaros de nuestro tiempo
y no tenerlo para encontrarnos contigo.
Somos
hombres, Señor, perdónanos:
por esconder la claridad del Evangelio,
por nuestras cobardías
y nuestros compromisos con el pecado.
por esconder la claridad del Evangelio,
por nuestras cobardías
y nuestros compromisos con el pecado.
Perdónanos,
Señor, por nuestras faltas de amor,
nuestros arrebatos, nuestros prejuicios,
nuestra indiferencia, y todo lo que mata el amor.
nuestros arrebatos, nuestros prejuicios,
nuestra indiferencia, y todo lo que mata el amor.
Perdónanos,
Señor,
por no saber perdonar,
por no saber reconciliarnos
con nosotros mismos,
y, menos aún, con los otros.
por no saber perdonar,
por no saber reconciliarnos
con nosotros mismos,
y, menos aún, con los otros.
¿Cuándo
será que sabremos amar como Tú amas?
¿Cuándo será que sabremos amar al otro
por él y por Ti?
Perdona la fealdad de nuestra mirada.
Somos hombres, Señor, perdónanos
¿Cuándo será que sabremos amar al otro
por él y por Ti?
Perdona la fealdad de nuestra mirada.
Somos hombres, Señor, perdónanos
DEBILIDAD
Dios,
Padre nuestro, quiero volver a Ti
y tomar en serio la ternura de tu corazón.
Pero
me canso y caigo,
intento hacer de Ti un Dios a mi medida,
que no me mire muy de cerca.
intento hacer de Ti un Dios a mi medida,
que no me mire muy de cerca.
Señor,
hazme reconocer a tu Hijo
creer en Él, porque me amó hasta el extremo
de dar su vida por mi.
creer en Él, porque me amó hasta el extremo
de dar su vida por mi.
ORACIÓN
Nuestros
desiertos
Cuando
amamos, nos gusta estar juntos,
y
cuando estamos juntos, nos gusta hablar.
Cuando
amamos resulta molesto tener siempre mucha gente alrededor.
Cuando
amamos, nos gusta escuchar al otro, solo,
sin
otras voces que nos estorben.
Por
eso los que aman a Dios han amado siempre el desierto;
Y
por eso, a los que le aman, Dios no puede negárselo.
Y
estoy seguro, Dios mío, de que me amas
y
de que en esta vida tan saturada,
atrapado
por todos los lados por la familia,
los
amigos y todos los demás,
no
puede faltarme ese desierto en el que se te encuentra.
Nunca
vamos al desierto sin atravesar muchas cosas,
sin
estar fatigados por un largo camino,
sin
apartar la mirada de su horizonte de siempre.
Los
desiertos se ganan, no se regalan.
Los
desiertos de nuestra vida
no
se los arrancamos al secreto de nuestras horas humanas
más
que violentando nuestras costumbres, nuestras perezas.
No
se trata de aprender a perder el tiempo.
Hay
que aprender a estar solo
cada
vez que la vida nos reserva una pausa.
Y
la vida está llena de pausas que podemos descubrir o malgastar.
Pues
así estamos hechos,
y
no podemos preferirte sin un pequeño combate:
Haz,
Señor, que entre en el desierto
pese
a todas mis debilidades.
Acompáñame
y permanece siempre conmigo.
Amén