Estamos
en la cuarta semana de cuaresma
otra
posibilidad de convertirnos,
otra
ocasión de empezar de nuevo.
Ya
sé que hay días en que tienes motivos
para
desesperar de nuestra tierra.
Hace
ya veinte siglos que tu Palabra se hizo carne:
¡veinte
siglos en los que no has dejado de gritamos:
«Convertíos
y creed la Buena Noticia»!
Y
nosotros seguimos agrediéndonos y haciéndonos sufrir mutuamente,
inventando
armas cada vez más perfectas para matarnos unos a otros,
explotando
las riquezas de la tierra sin ser capaces de compartirlas,
dejando
que millones de seres humanos mueran de hambre,
ignorando
la soledad de nuestro vecino...
Más
de veinte siglos llevas tú enviando a cada generación
profetas
que griten en nuestro desierto:
«¡Dad
frutos que den fe de vuestra conversión!».
Y
nada parece cambiar bajo el sol...
Sé
muy bien, Señor, que tendrías razones de sobra
para
impacientarte y montar en cólera...
Pero
escucha el clamor de tu Hijo Jesús,
la
oración de todos los santos, los de ayer y los de hoy,
que
te piden una nueva oportunidad para salvar a nuestra pobre tierra:
¡Padre,
tú que eres lento a la cólera y rico en amor,
ten
piedad de tu pueblo; sé paciente un año más!
El
Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R/.
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R/.
El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R/.
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R/.
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R/.
El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R/.
17.-HAY
CRUCES COMO «DE TEMPORADA»...
cruces
de Adviento,
cruces
de Cuaresma,
cruces
de Semana Santa,
cruces
de entierro y funeral,
cruces
de ayuno y abstinencia,
cruces
de ante-examen,
cruces
de Casa de Ejercicios,
cruces
de «Campaña en favor de...»,
cruces
de...
No
me fío mucho de esas cruces.
Señor,
si hay algo que tengo claro en mi vida,
es
que quiero seguirte.
Pero
he de reconocer
que
muchas veces el camino no es fácil:
Necesito
que me recuerden varias veces
durante
las cuatro semanas de Adviento que estás por llegar...
Necesito
que me ayuden a ser consciente
de
que seguirte implica pasar cuarenta días de desierto como tú hiciste...
Necesito
que me laven los pies, que me preparen un trozo de madera
con
el que parezca que estoy abrazando tu cruz,
necesito
música y fiesta para sentir la verdadera alegría de tu Resurrección...
Necesito
que me inviten “a no cenar” una noche
para
concienciarme de que muchos de tus hijos
siguen
muriendo de hambre...
Necesito
vivir un gran problema
para
darme cuenta de que un examen no es el fin del mundo...
Necesito
que hagan unas convivencias
para
poder hacer un hueco y encontrarme contigo...
Haz,
Señor, que todo esto
no
se convierta en cruces de desconfianza.
Que
sea capaz de esperarte
con
mi corazón y mis manos rebosantes de ESPERANZA,
que
sea capaz de salir a tu encuentro por mi mismo,
sin
que sea necesario que los demás me empujen a ello. Amén
18.-
EN LA ESPERA, SEÑOR
Tantas
veces, Señor, te hablo y te digo: “Aquí estoy”.
Tantas
veces, Señor, soy el primero en salir al paso
cuando
hablan de nosotros, los cristianos;
tantas
veces, Señor, intento seguirte desde mis circunstancias…
Pero
miro a mi alrededor y veo que algo falla
y
pronto me desanimo; tardo poco en vencerme y en cubrir mi rostro;
tardo
poco en pensar que no soy capaz de cambiar nada,
y
que mi trabajo, mi esfuerzo por mostrarte a los otros, es escaso.
Quiero
ser, Señor, como un niño, que mira con ilusión todo lo que le rodea,
que
arriesga por aquello en lo que cree,
que
camina con confianza si alguien le tiende la mano
y
que siempre, siempre, más o menos tiempo, sabe esperar.
Por
eso, Señor:
en
la espera, conviérteme a la vida;
en
la espera, acaba con los límites que me desesperan;
en
la espera, ayúdame a desbordar esperanza;
en
la espera, Señor, quiero abrazar tu Cruz, esperanza de todos.
MISERICORDIA
La
cuaresma nos invita a reflexionar sobre el bien que a todos nos hace en la vida
un gesto de misericordia, misericordia como actores o misericordia contemplada
como espectadores, pero sólo con el tiempo te das cuenta de que son así las
cosas… sostener una mano, escuchar a un amigo o a un enemigo, querer y dejarse
querer... En el entierro de un sacerdote diocesano de Zamora escuché decir a
una de sus catequistas: “gracias, Félix, siempre amigo de tus amigos y de tus
enemigos”. Cuánta misericordia contenida en tan pocas palabras. Pero sólo con
el tiempo te das cuenta de que las cosas son así.
La
cuaresma nos invita a reflexionar sobre nuestros sentimientos de misericordia
tantas veces ocultada en nombre de la justicia, como si no tuviéramos derecho a
sentir. La cuaresma nos invita a no apresurarla o forzarla, porque no podemos
dar nada que no tengamos primero. Pero sólo con el tiempo te das cuenta de que
así son las cosas.
ORACIÓN
Hoy,
a la puerta del colegio que hay al lado de casa he presenciado un encuentro. He
visto a un niño que se reencontraba con sus padres. Venían de un largo viaje,
venían de adoptar a un hermano para su hijo y al verlos soltó su cartera y se
lanzó a su encuentro sin fijarse en las escaleras, sus padres soltaron sus
abrigos e hicieron lo mismo sin importarles nada… Así de libre quiero ir yo a
tu encuentro, Dios mío, en esta cuaresma, libre y dispuesto para el abrazo de
la más grande experiencia de la vida, para el abrazo de tu misericordia. Se me
encoge el corazón sólo de pensarlo y, sencillamente, sólo puedo decir que eres
lo más importante que me ha pasado en la vida. Amén
20.-
UN SÍ COMO EL DE MARÍA
El
sí de María es:
UN
SÍ PERMANENTE: pues dijo sí
y
nunca se volvió a atrás.
UN
SÍ GOZOSO, dicho en positivo,
no
contrariado, ni angustiado.
UN
SÍ GRATUITO, pues nada pide a cambio.
UN
SÍ HUMILDE, no desde la autosuficiencia,
sino
desde la pequeñez y la pobreza.
UN
SÍ LIBRE, dicho desde la lucidez y el amor,
y
no desde el miedo o la imposición.
UN
SÍ RESPONSABLE, bien consciente,
bien
pensado y decidido,
aceptando
las consecuencias.
UN
SÍ CONFIADO, porque pone su fuerza en Dios.
UN
SÍ CREYENTE, fruto de la fe; un sí al misterio.
UN
SÍ ENAMORADO, como el de una novia,
porque
Dios es todo su amor.
UN
SÍ MATERNAL, con entrañas y anhelo de madre,
abierto
a la ternura y la misericordia.
UN
SÍ DE PLENITUD, porque no es el sí de una persona
sino
el sí de todas las personas:
el
sí de todos los pobres de Dios,
los
que sólo confían en Él,
los
que todo lo esperan de Él;
el
sí de todos los creyentes,
el
sí de todos los profetas que obedecen
y
se entregan y cantan al mundo nuevo,
el
sí de todos los mártires
que
ponen su vida en Dios hasta el fin.
UN
SÍ ENTREGADO, pues pone toda su vida en manos del Padre.
UN
SÍ REPARADOR, por todos los “noes” pronunciados,
por
todas las rupturas con Dios.
María,
ayúdanos a decir sí.
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