martes, 27 de octubre de 2015

“Id y enseñad a todas las gentes”. Esta es la misión funda­mental de la Iglesia y de los cristianos, como miembros de ella. Jesús nos invita a ser misioneros en nuestro barrio, en nuestra casa... La misión encomendada por Jesús a los apóstoles sigue siendo actual y necesita, también hoy, brazos que la hagan realidad.
Palabra de Dios (Mc. 16, 15-16; 20)
Les dijo: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. El que crea y sea bautizado se salvará, y el que no crea se condenará”. Ellos se fueron a predicar por todas partes. El Señor cooperaba con ellos y confirmaba su doctrina con los prodigios que los acompañaban.

Reflexión
El misionero, es un enviado, que ha sentido en su interior la llamada de Cristo: “Id, enseñad”. Es un fuego abrasador que le consume y le espolea a convertir la vida rutinaria en tarea evangelizadora. ¿Cómo puedes responder tú a esta llamada en tu vida diaria y en convivencia con los demás? (Momentos de silencio y reflexión personal)

Oración del enviado
“Id por todo el mundo...”
Estas palabras están dichas
para cada uno de nosotros, para ti también.
Eres continuador de su obra, compañero en la misión.
Conviérteme primero a mí, dice el Señor,
para que yo pueda anunciar a otros
la Buena Noticia del Reino
que tú anunciaste a los sencillos y a los pobres.
Dame AUDACIA, pido yo al Señor.
En este mundo escéptico y autosuficiente,
en este ambiente cómodo e indiferente
tengo vergüenza y miedo
para presentarme como seguidor tuyo. 

EXIGENCIAS DE UNA BUENA CONVIVENCIA

Retomamos la reflexión de la semana antepasada sobre la buena convivencia:

6- Aprende a acoger con una sonrisa. A veces es difícil sonreír. Sin embargo, ofrecer una sonrisa a alguien, en un momento determinado, puede aportar satisfacciones interiores y recompensas inesperadas.
7- Sé una persona emocionalmente estable. No pases de los gritos a la charla sosegada, de la alegría incontrolada a la depresión y las lágrimas.
8- Interésate por quien camina a tu lado triste, agobiado, preocupado; pero siempre dentro del mayor respeto por su intimidad. Saberse acompañado en los momentos difíciles, y de una manera incondicional, es el mejor remedio y la mayor demostración de una auténtica amistad. Es una de las grandes conquistas humanas.
9- Si quieres triunfar ante los demás, 'aprende a escuchar', 'ten paciencia', habla con ponderación' y aprende a 'ponerte en la piel del otro'.

Convivir es vivir con. Consiste en compartir la vida, las actividades, con otros. Las convivencias son, por tanto, encuentros para convivir, para buscar juntos un objetivo, compartir la vida, las experiencias, y buscar una proyección futura. Es un momento extraordinario de la vida, sobre todo si de lo que se trata es de vivir los valores evangélicos.
Evangelio
Lucas 6, 12-19
Por aquellos días, Jesús se retiró al monte a orar y se pasó la noche en oración con Dios.
Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, eligió a doce de entre ellos y les dio el nombre de apóstoles. Eran Simón, a quien llamó Pedro, y su hermano Andrés; Santiago y Juan; Felipe y Bartolomé; Mateo y Tomás; Santiago, el hijo de Alfeo, y Simón, llamado el Fanático; Judas, el hijo de Santiago, y Judas Iscariote, que fue el traidor.

Al bajar del monte con sus discípulos y sus apóstoles, se detuvo en un llano. Allí se encontraba mucha gente, que había venido tanto de Judea y Jerusalén, como de la costa, de Tiro y de Sidón. Habían venido a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; y los que eran atormentados por espíritus inmundos quedaban curados. Toda la gente procuraba tocarlo, porque salía de él una fuerza que sanaba a todos.

Reflexión
Los evangelios, en particular el de hoy, nos muestran cómo siempre que Jesús debía tomar una decisión importante, pasaba toda la noche en oración. Es común oír: "No tengo tiempo para orar". Esto generalmente es verdad, pues el tiempo para orar debemos "crearlo". Esto implica renunciar a nuestro tiempo de diversión, a la televisión e inclusive, como Jesús, al descanso nocturno.

Solamente el cristiano que ora todos los días verá cambios en su vida, pues la oración es el elemento que permite que la gracia de Dios se convierta en vida. Es también común escuchar: "Dios siempre está conmigo y por eso yo hago mi oración mientras voy manejando al trabajo o a la escuela". Esto es verdad también, Dios siempre está con nosotros, pues Dios siempre tiene tiempo para nosotros, la pregunta sería si nosotros, como Jesús, también tenemos tiempo para Dios.

Si bien es cierto que todo momento es un buen momento para orar, es necesario dedicar un tiempo exclusivo para Dios, para estar con él, para que todos nuestros sentidos se centren y concentren en él. Date tiempo para orar, sólo así tendrás suficiente luz para dirigir las decisiones de tu vida.

El valor de las palabras

Parece mentira, todo lo que pueden llegar a hacer. Cómo acunan o cómo golpean. Cómo hieren o cómo acarician y sanan. Sinceras o falsas, pensadas o espontáneas… son uno de nuestros mayores tesoros. Las decimos, las escribimos, las leemos y compartimos. Aprendemos con las palabras prestadas de otros, y quizás también nosotros llegamos a decir algo que merezca la pena… para alguien. Hablamos, y en el hablar y en la escucha, a veces, nos encontramos… Jesús es Palabra de Dios. Palabra auténtica, de amor y pasión por nosotros. ¿Y yo? ¿Qué palabra soy?

Hay palabras que es mejor no decir. Porque no hacen falta.
Las que juzgan sin intentar comprender.
Las que son falsas.
Palabras de maledicencia o de crítica injusta, de chismorreo y de condena.
Palabras innecesarias, o cháchara para llenar silencios que asustan.
Palabras de burla que ignoran el dolor del débil.
Palabras que apuñalan por la espalda.
Es mejor callar aquello en lo que sabemos que no estamos siendo honestos,
o aquello que no diríamos en persona.
Callar aquello que levanta muros y genera desconfianzas y fracturas.

Es mejor callar lo que envenena los sueños y marchita las vidas.
¿Qué palabras están de más en tu hablar?
¿Qué sería mejor callar?

ENSEÑANZA BUDISTA

Un gran sabio budista solía andar cubierto únicamente con una túnica gastada y raída. Vivía de forma austera y muy pobre. Pero, aunque parezca absurdo, llevaba siempre consigo un pequeño plato de oro que le había regalado el rey, el cual en otro tiempo fue su discípulo.

El maestro de sabiduría portaba aquel plato como recuerdo, pero su corazón no era esclavo de aquel pedazo de oro.

Una noche, estaba a punto de acostarse para dormir entre las ruinas de un antiguo monasterio cuando observó la presencia de un ladrón escondido detrás de una de las columnas.
- “Ven aquí y toma esto”, le dijo el maestro de sabiduría mientras le ofrecía el plato de oro.
-“Así no me molestarás una vez que me haya dormido y podré gozar de este rato de paz que es el descanso”.

El ladrón agarró con ansia el plato y salió corriendo. Pero a la mañana siguiente regresó hasta el maestro de sabiduría con el plato... y con una petición:
-“Cuando anoche te desprendiste con tanta facilidad de este plato pensé que me hacías inmensamente rico y feliz. Ahora quiero que me enseñes esa riqueza interior que te hace ser tan desprendido y te otorga tanta paz”.


ORACIÓN:

Señor, enséñame a ser generoso.
No tengo muchas cosas para dar, pero he recibido muchos dones y los puedo compartir con los demás.
Enséñame a no ser egoísta, y a pensar primero en los demás.
Que no me guarde las cosas para mí, sino que aprenda a ofrecerlas, para que todos puedan disfrutar con lo que yo he recibido.
No tengo muchas cosas para dar pero lo poco que tengo se puede multiplicar si lo comparto.
Jesús, cambia mi corazón para que descubra que hay más alegría en dar que en recibir.
Ayúdame, Señor a descubrirte en la generosidad.

LA CONQUISTA DE UNO MISMO


El sabio Platón solía decir a sus discípulos que “la conquista de sí mismo es la mayor de las victorias”. Tenía toda la razón: no hay tarea más difícil que el correcto dominio de uno mismo. Y ¿qué quiere decir conquista o dominio de uno mismo? Significa saber ordenar adecuadamente la inteligencia y el corazón para que sepan buscar la verdad, realizar el bien en el ejercicio de su libertad.

A veces, los hombres llevan a acabo conquistas científicas y técnicas espectaculares, pero no son capaces de dominar su egoísmo y hacer una opción clara y decidida por la solidaridad y la fraternidad.

“Conquistarse a uno mismo” significa, en definitiva, poner lo mejor de uno mismo al servicio de los demás. Cuando te esfuerzas por “ser más” a favor del prójimo, cuando tu “ser libre” se realiza con los otros y para los otros has logrado la mayor de las victorias; dejar de ser una persona egoísta y comenzar a ser una persona solidaria.

Que tengas un buen día.



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