La única preocupación
Hay una cosa importante en la vida: buscar. El hombre busca
sin cesar el sentido de su existencia. Todo cuanto nos ofrece el mundo es
perecedero y pasajero, todo nos contenta durante un tiempo o nos distrae
durante unos segundos, pero sólo Dios nos colma eternamente. Por eso, aunque
sea inconscientemente, le buscamos. El texto evangélico nos habla de un joven
que buscaba. Se sentía a sí mismo “bueno” pero notaba que le faltaba algo para
ser feliz de verdad. Tenía casi todo para ser feliz pero le faltaba dar un paso
más...
Palabra de Dios (Mt 19, 16-22)
Se le acercó un hombre y le dijo: “Maestro, ¿qué tengo que
hacer de bueno para alcanzar la vida eterna? Él le dijo: “¿Qué me preguntas
acerca de lo que es bueno? El único bueno es Dios. Pero, si quieres entrar en
la vida, guarda los mandamientos”. Replicó “¿Cuáles?” Jesús dijo: “No matarás,
no comentarás adulterio, no robarás, no levantarás falsos testimonios, honra a
tu padre y a tu madre ama a tu prójimo como a ti mismo. El joven le dijo: “Todo
eso lo he guardado desde pequeño. ¿Qué más hace falta?” Jesús le dijo: “Si
quieres ser perfecto, anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y
tendrás un tesoro en el cielo; después, ven y sígueme”. Al oír esto, el joven
se fue muy triste, porque tenía muchos bienes...
Has sido fiel en lo
poco, pasa al banquete de tu señor
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:
"Un hombre, al irse de viaje, llamó a sus empleados y los dejó encargados
de sus bienes: a uno le dejó cinco talentos de plata, a otro dos, a otro uno, a
cada cual según su capacidad; luego se marchó. El que recibió cinco talentos
fue en seguida a negociar con ellos y ganó otros cinco. El que recibió dos hizo
lo mismo y ganó otros dos. En cambio, el que recibió uno hizo un hoyo en la
tierra y escondió el dinero de su señor.
Al cabo de mucho tiempo volvió el señor de aquellos
empleados y se puso a ajustar las cuentas con ellos. Se acercó el que había
recibido cinco talentos y le presentó otros cinco, diciendo: "Señor, cinco
talentos me dejaste; mira, he ganado otros cinco." Su señor le dijo:
"Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo
poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor." Se
acercó luego el que había recibido dos talentos y dijo: "Señor, dos
talentos me dejaste; mira, he ganado otros dos." Su señor le dijo:
"Muy bien. Eres un empleado fiel y cumplidor; como has sido fiel en lo
poco, te daré un cargo importante; pasa al banquete de tu señor."
Finalmente, se acercó el que había recibido un talento y dijo: "Señor,
sabía que eres exigente, que siegas donde no siembras y recoges donde no
esparces, tuve miedo y fui a esconder tu talento bajo tierra. Aquí tienes lo
tuyo." El señor le respondió: "Eres un empleado negligente y
holgazán. ¿Con qué sabías que siego donde no siembro y recojo donde no esparzo?
Pues debías haber puesto mi dinero en el banco, para que, al volver yo, pudiera
recoger lo mío con los intereses. Quitadle el talento y dádselo al que tiene
diez. Porque al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene, se le
quitará hasta lo que tiene.
Alguien dijo una vez:
Siempre recibimos a cambio lo mismo que ofrecemos.
Trabaja como si no necesitaras el dinero.
Ama como si nunca te hubieran herido.
Baila como si nadie te estuviera mirando.
Señor, queremos descubrir los talentos que nos has dado y
ponerlos a tu servicio. Enséñanos a ser generosos. Señor, te pedimos por los
que sufren cada día la injusticia y la guerra, que seamos capaces entre todos
de construir un mundo mejor.
APRENDER A SERVIR
Jesucristo vino al mundo para “servir” a la humanidad. Lo
dijo en numerosas ocasiones. Y lo hizo durante toda su vida en la tierra.
Servir consiste en buscar siempre la felicidad del otro.
Consiste en compartirlo todo. Es
el único medio de cambiar el mundo y de devolverle la capacidad de amar.
Es una tarea difícil. Algunos dicen que es imposible. Jesús
nos demuestra que no lo es tanto, Él lo consiguió y nos invita a que nosotros
también lo intentemos. Pero... ¿cómo? Jesús nos da las pistas: mirando más allá
de las apariencias; sirviendo y ofreciendo nuestra paciencia, nuestra alegría,
nuestro perdón; caminando hasta el final, sin cansarnos y tirar la toalla a
mitad de camino. Con Jesucristo los cristianos logran que la vida triunfe sobre
el mal y la muerte.
Los cristianos, siguiendo al Señor Jesús, aprendemos a
servir, a ofrecer lo mejor que tenemos para que el otro sea feliz. Los
seguidores de Jesús tenemos que entender la vida como un tiempo para aprender a
servir.
Aprender a servir, explicando a un compañero el problema que
no entiende. Aprender a servir, no criticando a los demás, sino ayudándoles a
mejorar. Aprender a servir, cumpliendo con nuestras obligaciones. Aprender a
servir, perdonando de corazón a aquellos que nos molestan. Aprender a servir,
pensando siempre en la felicidad de los que están a mi alrededor.
TENGO ALGO QUE DECIRTE
HOY
Piensa ahora mismo en alguien. Alguien a quien llevas tiempo
queriéndole decir algo. Esa persona a quien no se lo has dicho porque te da
vergüenza, porque está lejos, porque tienes miedo, porque no encuentras el
momento...
Quizás quieras decirle GRACIAS por tantos favores que te
hace, por tantas veces a tu lado cuando lo necesitas.
Quizás la palabra sea PERDÓN por haberle herido o haberle
fallado.
Puede que quieras que escuche como sale de tus labios un TE
QUIERO.
¿No crees que esas palabras merecen tanto la pena que sólo
por ellas merece la pena vencer la vergüenza, el miedo y los problemas de
agenda? ¿No crees que si has pensado ya en la persona a la que se lo dirías, es
porque es más importante que las excusas?
Hoy plantéatelo. Acércate y dile a esa persona: HAY ALGO QUE
TE TENGO QUE DECIR.
Vengo aquí esta mañana, mi Señor, a olvidar las prisas de mi
vida. Ahora solo importas Tú, dale tu paz a mi alma.
Vengo aquí esta mañana, mi Señor, a encontrarme con tu paz
que me serena. Ahora solo importas Tú, dale tu valentía a mi alma.
“QUE TU LUZ BRILLE”
Jesús les decía a sus discípulos:
“¿Acaso se trae una lámpara para taparla con una vasija de
barro o ponerla debajo de la cama? ¿No es para ponerla encima de una mesa o de
un candelero y que alumbre a toda la casa”.
Como dice Jesús… nadie enciende una vela para esconderla,
sino para que dé luz. Ciertamente que parece evidente esto que hemos escuchado.
Pues mirad.
Creo que en muchas ocasiones, todos nosotros podemos ser luz
para todos los que nos rodean, pero en lugar de “ABRIRNOS” y dar nuestra luz,
nos escondemos y no dejamos que la luz que llevamos dentro salga para alumbrar
a los demás.
Quizá por miedo a SER AUTÉNTICOS, a ser gente que se
preocupa por los demás, por ser compañeros atentos, cercanos a todos, y por
miedo a “ser diferente”, escondemos esa luz que todos llevamos dentro, y que
puede hacer tanto bien a los demás.
Es decir; nadie se compra un móvil para no usarlo; nadie
compra una lavadora para luego lavar a mano, nadie compra un coche para dejarlo
en el garaje… Por eso, ábrete a los demás, comparte tus cualidades con los que
te rodean, sonríe, bromea, haz que la gente sea más feliz y consigue así que tu
vida sea luz para los que te conocen, y no oscuridad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario