sábado, 24 de diciembre de 2011

Jueves 22 de Diciembre 2011

Bienvenidos a nuestra oración, quedan sólo dos días para Navidad, todos estamos preparándonos para las vacaciones que tanto necesitamos y deseamos, pero también debemos preparar nuestros corazones para recibir al Niño Dios que está a punto de nacer.

Encendemos, Señor, esta cuarta luz,
redoblando nuestro deseo de llegar,
limpios e irreprochables,
a tu gran Día sin ocaso.
Oh Dios, restáuranos;
que brille tu rostro y nos salve.

Te necesitamos, Cristo, a Ti,
Luz Viva y Verdadera,
para aclarar e iluminar los caminos
que nos conducen a Ti,
Camino de los caminos humanos.

Enciéndenos tú, Señor,
nuestras lámparas que te esperan,
cargadas del aceite de nuestras mejores obras.
Que Te alumbremos, como María,
Aurora del Sol naciente,
en nuestras palabras y obras
para luz del mundo y de los hermanos

Para que así sea, Luz de Luz,
Dios verdadero de Dios verdadero,

Ahora nos preparamos para hacer oración...
Buscamos la postura mejor para vivir ese diálogo con Dios... para ponernos a la escucha de la voz del Señor, que una y otra vez sacude y mueve toda nuestra vida...
Imaginamos que en ese silencio de nuestro interior abrimos bien la puerta de todo nuestro ser, para que llegue mejor al último rincón de nuestra vida, la voz del Señor... su mensaje de esperanza. Sólo somos una puerta que se abre y se abre... a esa presencia de Dios, que trae la salvación para todos...
Vivimos desde el silencio, esta actitud de apertura  y escucha total a Dios.

Hablar es cosa fácil, no así el escuchar
Sin duda por eso nos dio el Señor dos orejas pero sólo una lengua.
Oír como quien oye llover. Oír campanas sin saber de dónde, también resulta sencillo. No así lo de escuchar

Ponerse a la escucha de alguien es, en primer lugar, rechazar todo lo que puede distraer nuestros oídos, nuestra mente, nuestro espíritu.
Escuchar es acallar los tumultos interiores, apartar las fascinaciones de exterior, alejar las interferencias que dispersan la atención y distorsionan la palabra que el otro me dirige.

Escuchar  es hacer un silencio lo suficientemente denso como para que yo grite desde él: ¡Ahora tú eres mi centro¡, ¡Mi meta¡, ¡Mi carrera me lleva únicamente a ti!
Ponerse a la escucha de alguien es apartar la mirada de uno mismo y volverse hacia el otro, llegar al cara a cara, como diciendo: ¡Aquí estoy¡ ¡No existe para mí ningún otro interés! ¡Estoy listo para percibir hasta el susurro de tu palabra!

Escuchar  equivale a acoger. A abrir de par en par todas las puertas tras de las que uno se guarda. A derribar tanta alambrada y frontera tras de las que nos parapetamos.

Escuchar a alguien es descuidarme a mí y preferir al otro. Es preferir al que está ahí, ante mí; y acogerlo con su saco atestado de ropa más o menos limpia, pero que es la suya. Es aceptar que entre mí, es recibir al otro, son sus sueños y sus deseos; con sus gustos y disgustos; con sus filias y sus fobias.

Escuchar es prever que va a desordenar los estantes tan cuidadosamente ordenados de mi existencia; es cederle el sitio; es ofrecerle las llaves de la casa, como diciéndole: “Tu presencia me lo va a poner todo patas arriba; pero corro el riesgo: ¡te escucho! ¡Las palabras que me digas serán para mí espíritu y vida”.

Adviento es el tiempo de la escucha porque es el tiempo en el que, lentamente, asimilamos esa Palabra que ha venido a habitar entre nosotros. Adviento es el tiempo en el que todos los que escuchan  la Palabra aprenden a cambiar sus tinieblas en claridad. El tiempo en el que, poniéndose a su escucha, se arriesgan a hacer un camino hacia la luz.

Adviento es el tiempo en que los hombres escuchan al Señor por el altavoz de cada prójimo. Es cuando todo lo que endurece los corazones se derrite ante el calor del Evangelio. Es cuando saltan a la boca de uno palabras nuevas y al corazón de uno sentimientos nuevos y a la conducta de uno actitudes nuevas... Así nace el Otro en uno. Por eso, porque...
¡Adviento es tiempo de nacer!

A continuación vamos a escuchar un diálogo, que bien se podría dar entre el hombre y Dios

HOMBRE: ¿Cuánto me quieres Dios?
DIOS: Mucho más que la vela quiere al viento
más el mar quiere al agua y la sal
mucho más que el cristal quiere a la lluvia
te quiero mucho más
Mucho más que el espacio quiere al tiempo
que el calor necesita del sol
mucho más que la huella quiere al suelo
te quiero mucho más.

HOMBRE: Y yo sin saberlo casi

DIOS: y tu casi sin saber

HOMBRE: los dos somos más que todo, los dos, mucho más

DIOS: Mucho más, que te amas a ti mismo

HOMBRE: mucho más que me quiero yo a mí

DIOS: más que el fin puede amar a su principio
  te quiero mucho más,

HOMBRE: Tienes el cielo como casa, y te atreves a dejarlo para caminar junto a nosotros  ¿No ves, Señor, cómo estamos? El hombre, mata al hombre. Tu mundo, ya          no es aquel que Tú creaste. La vida, ya no es vida ¿POR QUÉ BAJAS TANTO, SEÑOR?
Una corte de ángeles te rodea y prefieres nacer en medio de la indiferencia de los hombres. Posees el calor celestial y te aventuras al frío de la tierra. Destellas la grandeza de tu ser Dios y te revistes de nuestra pobreza.
¿POR QUÉ BAJAS TANTO, SEÑOR?
Eres Dios y, quieres ser hombre. Vives en la Ciudad Eterna y deseas caminar a pie de tierra. Hablaste durante siglos sin dejarte ver y, ahora, te descubrimos en un Niño.
¿ES NECESARIO TANTO, SEÑOR?
Eras intocable, y te dejas acariciar. Eras invisible, y te podemos adorar. Estabas más allá de las nubes y, te contemplamos en un pobre pesebre
¿ES NECESARIO TANTO, SEÑOR?
Déjanos por lo menos, Señor, conquistarte con la fuerza de nuestro amor, calentarte con la hondura de nuestra fe. Abrigarte, con la esperanza que nos traes. Responderte, con la humildad de nuestros corazones.
No sé si es necesario tanto, Señor, sólo sé que, el mundo, hoy más que nunca te necesita como salvación. Sólo sé, Señor, que tu llegada es motivo para la alegría en medio de la tormenta de tristeza que sacude a nuestro mundo.
¡Gracias por hacer tanto, Señor! ¡Gracias por venir a nuestro encuentro!
Te quiero mucho más Señor

Esperando que después de oír este diálogo hayamos aprendido a escuchar a Dios nos disponemos a prepararnos para su venida esta Navidad, respondemos diciendo
TE ESPERAMOS VEN SEÑOR.

Por los que esperan,
por los que desesperan.
Por los que buscan,
por los que no buscan.
Por los que caminan,
por los que se cansaron de caminar.
TE ESPERAMOS VEN SEÑOR.

Por los que aman,
por los que estropean el amor.
Por los que confían,
por los que desconfían.
Por los buenos,
por los que aún no lo son.
TE ESPERAMOSVEN SEÑOR.

Por los que creen en Ti,
por los que no creen en nada.
Por los que callan y hacen el mal
con su silencio.
Por los que hablan y no hacen bien
con su palabra.
Por los que siembran cizaña,
por los que confían en que crecerá también el trigo y un día se agostará la cizaña.
TE ESPERAMOSVEN SEÑOR.


Terminamos nuestra oración de hoy con el siguiente Decálogo que nos ayudará a vivir de forma más intensa este tiempo de Navidad
  1. Vive con ENTUSIASMO estos días de Navidad: ¡Dios ha bajado a la tierra! Envía un SMS y pon: “Dios ha nacido: feliz Navidad"
  2. Exterioriza PUBLICAMENTE lo que crees y sientes: ¡Cristo ha nacido! Cuelga en el exterior de tu casa un símbolo cristiano
  3. Tú, como Jesús, también te puedes hacer pequeño en estos días y ser la alegría de alguien: visita algún enfermo, ejerce la caridad, ayuda en alguna residencia de ancianos
  4.  Demuestra la ALEGRIA cristiana de estos días. No olvides cantar villancicos en la sobremesa de la nochebuena o siempre que tu familia esté reunida.
  5. Ilumina, además de tu interior, el exterior de tu domicilio. Dios, que está en ti, también habla a través de lo que tú haces.
  6. Que no falte el belén, o por lo menos la figura del Niño Jesús, en tu hogar. La imagen del Niño, en Navidad, es tan imprescindible como un balón en un partido de futbol. ¡Cuántos hay que juegan a la Navidad “sin el esférico de Jesús de Nazaret”
  7. Participa en las celebraciones de tu parroquia. Ófrecete para los distintos ministerios. Tú, como los pastores, también puedes ofrecer algo de tu pan, leche o miel
  8. ADORA al Señor. Visita diferentes belenes instalados en parroquias, plazas o lugares públicos. Explica a tus pequeños, si los tienes, el sentido de la Navidad
  9. REZA con emoción contenida, ante la llegada de un Dios tan divino y humano. ¿Sirve algo una mesa en la que no se coma? ¿Sirven de algo unas navidades en las que no se rece?
  10. FELICITA, con lenguaje y símbolos cristianos, el acontecimiento que es la razón y el ser de estos    días: ¡DIOS HA NACIDO! ¡ALELUYA!

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