miércoles, 31 de octubre de 2012

Dentro de dos días los católicos estamos de celebración, vamos a compartir la fiesta de todos los santos. Esa es la verdadera fiesta de estos días. Los cristianos no debemos despistarnos con festejos de monstruos y de brujas, sino que hemos de ir más allá y profundizar en lo que desde pequeños aprendimos en nuestras familias: conmemorar la memoria de los santos y orar por nuestros difuntos.
Los santos no son personas diferentes de nosotros, en todos los tiempos ha habido santos, de diferente edad, unos niños, otros jóvenes, adultos, viejitos, hay santos y hay santas, unos flaquitos, otros gorditos, unos muy inteligentes otros muy sencillos, algunos han nacido muy ricos otros fueron muy pobres, unos son blancos otros negros, unos han sido santos desde pequeños, otros llevaron una vida en la que no conocían a Dios, y se portaron muy mal, pero cuando se encontraron con Jesús, cambiaron, y decidieron ser felices siguiéndolo.
Ser santos es querer seguir a Jesús, actuar como él, hacer el bien como él, amar como él. SER SANTO ES SER AMIGO DE JESÚS.
La Iglesia celebra el misterio de la santidad, de todos los que, en Jesús, hemos sido incorporados a la familia de Dios. Todos, pero todos, estamos llamados a ser santos, Dios nos quiere santos, y para eso nos dio el Don de la Fe, fue su regalo cuando nos bautizaron, y todos los que estamos bautizados tenemos que ser santos, pero también tenemos que querer serlo. Tal como dice el evangelio, el fruto que  quiere el Padre que demos en su Hijo no es nada más ni nada menos que la santidad.  Escuchemos ahora diez consejos que nos da una religiosa terciaria franciscana, beatificada recientemente (Sor Mª del Transito Cabanillas), para alcanzar la santidad:

1.     Habla mucho con el Señor en la oración. Si quieres experimentar a Jesús presente en tu vida, necesitas tiempos para dialogar con Él y ponerte a la luz de su Palabra. El encuentro cotidiano nos hace falta para serenarnos, reavivar la fe, celebrar la vida, interceder, ponernos en manos del Padre. Es haber encontrado el camino del corazón que busca ser habitado por Dios.

2.     Descubre que la mano de Dios está siempre contigo. Usa los ojos espirituales y pon en práctica lo que se llama "la mirada de fe". Es la que te hace descubrir la presencia providente y amorosa de Dios en el camino de tu vida.

3.     Que el Divino Amor sea el móvil de nuestras acciones: se un signo del amor en el mundo de hoy. Deja que el amor de Jesús te habite de tal manera que lo lleves en el corazón, en los ojos, en los oídos y en las manos para que todos sientan que son amados y que pueden amar.
4.     Vive lleno del Divino Espíritu: déjate guiar por el Espíritu de Jesús y recibe toda la gracia que necesitas para llevar a cabo tu misión. Jesús te regala su Espíritu que irá modelando en ti, desde adentro, el hombre y la mujer nueva.

5.     Encomienda todo a la Virgen: la Virgen, así como guardaba en su corazón todas las cosas de su Hijo guarda también todo lo que le entregamos con amor y confianza.

6.     Busca la unidad que solamente nace de un corazón humilde: ser cristiano es sobre todo ubicarse como el menor de todos y convivir en una actitud de entrega buscando más comprender que ser comprendido, más consolar que ser consolado y deseando amar más que ser amado.

7.     Ahora que tienes tiempo, obra el bien: "¡No pierdan el tiempo tan precioso que Dios nos ha concedido..!". Siempre tenemos tiempo para aquello que queremos de verdad. Quien ha entrado en el camino de la santidad, se ha convertido en un sembrador incondicional de la paz y del bien con la vida y con la palabra en el ambiente donde esté.

8.     Bendice al Señor de corazón por todo: hay que ser muy positivos y sinceros en todas las obras, palabras y pensamientos. La alegría interior, la gratitud en todo lo que nos toca vivir es fuente de paz y sanación del corazón.

9.     Promueve obras de caridad y misericordia: sal al encuentro de los necesitados. Ante el hermano necesitado: "Cuídalo todo lo posible", porque a través de los pobres, Jesús nos pregunta ¿Qué harás tú por mí?

10. Comunica el precioso contingente de la fe: transmite a Jesús a quienes se te acerquen y hazte eco del mandato de Jesús. Solamente los que han vivido una experiencia personal y profunda del amor de Dios sienten esta necesidad. Nuestro mundo necesita testigos de la fe, de la esperanza y de la caridad.

Para terminar recordar que el día de todos los Santos debéis felicitaros todos por llevar un santo dentro, porque todos lo tenemos, el tema es buscar en nuestro interior ese santo oculto y comenzar a obrar en los cambios para este camino hacia la santidad. Dios espera al final del camino para tomar nuestras manos e invitarnos a ser partícipes de su santidad.


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