miércoles, 17 de octubre de 2012

Miércoles 17 de Octubre

El 11 de Octubre de 2012 se cumplieron 50 años de la inauguración del Concilio Vaticano II y veinte años de la publicación de Catecismo de la Iglesia Católica. Por este motivo, el Papa Benedicto XVI ha querido convocar un “Año de la Fe” desde ese día hasta el 24 de Noviembre de 2013, solemnidad de Cristo Rey. «Hoy como ayer —escribió Benedicto XVI— Jesús nos envía por los caminos del mundo para proclamar su Evangelio a todos los pueblos de la tierra (…). Habrá que intensificar la reflexión sobre la fe para ayudar a todos los creyentes en Cristo a que su adhesión al Evangelio sea más consciente y vigorosa» ("Porta fidei", 7-8).

Se trata de una buena ocasión para introducir a toda la Iglesia en un tiempo de especial reflexión y redescubrimiento de la Fe. La promulgación de este “Año de la Fe” es una llamada del Papa a todos los cristianos a profundizar y afianzarse en la Fe a  hacer resplandecer la Palabra de la Verdad que el Señor Jesús nos dejó.
Todo un año para agradecer el don de la Fe que nos ofrece la Iglesia,  un año para recobrar la alegría de la Fe,  la alegría de un Dios que se acerca y nos toca el corazón. Un año para realizarnos en nuestra Fe en medio de un mundo en crisis. Nos toca ser cristianos HOY

¡Urge una verdadera y auténtica renovación de la fe, tanto a nivel personal como comunitario! Encontrar personas que transparenten esta fe es la mejor medicina contra el cansancio de ser cristianos que experimentamos en Europa... San Francisco de Asís, en su tiempo, fue una de estas personas con las que cruzarse no dejaba indiferente. Sus palabras, sus gestos, su mirada, su forma de vestir pobre y humilde... se convirtieron en transparencia de Cristo y su Evangelio. Y esto la gente lo notaba. Es lo que intenta decirnos Tomás de Celano cuando nos cuenta, de manera bellísima, que Francisco llevaba siempre a Jesús en el corazón, en los labios, en los oídos, en los ojos, en las manos. Jesús presente siempre en todos sus miembros... El Poverello, poco a poco, se había convertido en una viva imagen de Cristo, capaz de atraer a tantos hombres y mujeres a su seguimiento, ofreciéndoles la verdadera vida y la alegría más grande.

 Y tú, ¿a quién llevas en tu corazón, en tus labios, en tus oídos, en tu mirada...? ¿De quién eres transparencia? La gente, ¿nota que llevas a Cristo en ti y contigo, o más bien intentas ocultarlo por miedo o por vergüenza? ¿Se te nota que eres cristiano o prefieres pasar desapercibido? 

Hemos pronunciado tantas veces esta palabra…, que pocas veces hemos pensado en su significado, pero ¿Qué es la Fé?

La fe es creer en lo que no se puede ver.
Es guardar la calma cuando todo es turbulento.
La fe no es pasiva: ¡es poner las creencias en práctica!
Tener fe es pedir lo que se necesita.

La fe es oír lo imperceptible y ver lo invisible;
creer lo increíble y recibir lo imposible.
¡La fe va en contra de las expectativas y condiciones naturales!
Tener fe es crear un vacío en el corazón para que lo llene Dios.

Tener fe no es creer simplemente que Dios puede hacer algo,
¡sino que lo hará!
Con fe, la respuesta no sorprende. Ya se sabía que sucedería.

Tener fe es permanecer en tu puesto cuando todos los demás desertan.
Es quemar las naves para no poder volver atrás.
Es estar dispuesto a pagar cualquier precio.
Es hacer lo que Dios pide hoy y creer que Él hará mañana lo que ha prometido.

La fe es lo contrario del temor.
Tener fe es elegir a Dios a pesar de las demás posibilidades.
Es confiar en la Palabra de Dios y no en lo que te dicen tus sentidos.
Es estar dispuesto a morir confiando.
La fe es como un músculo que se vuelve fuerte y flexible al ejercitarlo.
¡La fe se edifica con el profundo amor a Dios!
 

La fe no es visible
ni se la puede tocar:
Pero la puedes sentir en tu corazón.

La fe es lo que te afianza 
cuando otros se resignan.
Es lo que te hace creer
en la bondad de los demás y te ayuda a hallarla.

Fe es confiar en un poder
mayor que el tuyo y saber que pase lo que pase,
este poder te ayudara a franquear 
lo que sea.
Es creer en ti 
y tener la valentía 
de defender lo que tú crees.

Fe es 
la serenidad en la tormenta,
la determinación en
la adversidad, 
y el amparo en las dificultades.

Señor, haz que mi fe sea PLENA, sin reservas
Señor, haz que mi fe sea LIBRE, que parta de mi adhesión personal, que acepte las renuncias y los riesgos que trae consigo,
Señor, haz que mi fe sea CIERTA, por su luz que asegura, por sus frutos pacificantes,   
Señor, haz que mi fe sea FUERTE, que no tema las dificultades de los problemas, que llenan la experiencia de nuestra vida, necesitada de luz;
Señor, haz que mi fe sea GOZOSA y dé paz y alegría a mi espíritu y lo capacite para la oración con Dios
Señor, haz que mi fe sea ACTIVA que sea una búsqueda continua, un testimonio continuo, y una continua esperanza.
Señor, haz que mi fe sea HUMILDE y no presuma fundarse en la experiencia de mi pensamiento y de mi sentimiento, sino que se rinda al testimonio del Espíritu Santo.

Es verdad, ¡no es fácil ser cristiano hoy y tener y transmitir nuestra fe! Por eso necesitamos vivir este año con mucha intensidad, de la mano de san Francisco, pidiendo al Señor que ponga “fuego en nuestro corazón, palabra en nuestros labios, fuerza en nuestra mirada” para que nuestra vida cristiana se renueve y pueda convertirse en un signo transparente que señale la “puerta de la fe” a tantos que buscan a Dios con sincero corazón.



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