Señor,
en el silencio de este día que nace,
vengo a pedirte paz, sabiduría y fuerza.
vengo a pedirte paz, sabiduría y fuerza.
Hoy
quiero mirar al mundo con ojos llenos de amor.
Ser paciente, comprensivo, humilde, suave y bueno.
Ser paciente, comprensivo, humilde, suave y bueno.
Ver
a tus hijos detrás de las apariencias,
como los ves tu mismo,
para así poder apreciar la bondad de cada uno.
como los ves tu mismo,
para así poder apreciar la bondad de cada uno.
Cierra
mis oídos a toda murmuración.
Guarda mi lengua de toda maledicencia.
Que sólo los pensamientos que bendigan permanezcan en mi.
Guarda mi lengua de toda maledicencia.
Que sólo los pensamientos que bendigan permanezcan en mi.
Quiero
ser tan bienintencionado y buenoque todos los que se acerquen a mi sientan tu presencia.
Revísteme
de tu bondad señory haz que en este día yo te refleje.
Amén.
Evangelio:
Mateo 6,1-6.16-18
"Tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará"
"Tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará"
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Cuidad de no practicar vuestra
justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario, no
tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas
limosna, no vayas tocando la trompeta por delante, como hacen los hipócritas en
las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os
aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que
no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha; así tu limosna quedará en
secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará. Cuando recéis, no
seáis como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y
en las esquinas de las plazas, para que los vea la gente. Os aseguro que ya han
recibido su paga. Tú, cuando vayas a rezar, entra en tu aposento, cierra la
puerta y reza a tu Padre, que está en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo
escondido, te lo pagará. Cuando ayunéis, no andéis cabizbajos, como los
hipócritas que desfiguran su cara para hacer ver a la gente que ayunan. Os
aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfúmate la
cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la gente, sino tu Padre,
que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.
MIÉRCOLES
DE CENIZA
Con
la imposición de las cenizas, se inicia una estación espiritual particularmente
relevante para todo cristiano que quiera prepararse dignamente para la vivir el
Misterio Pascual, es decir, la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús.
Este
tiempo vigoroso del Año Litúrgico se caracteriza por el mensaje bíblico que
puede ser resumido en una sola palabra: "Convertíos". Este imperativo
es propuesto a la mente de los fieles mediante el rito austero de la imposición
de ceniza, el cual, con las palabras "Convertíos y creed en el
Evangelio" y con la expresión "Acuérdate que eres polvo y al polvo
volverás", invita a todos a reflexionar acerca del deber de la conversión,
recordando la inexorable caducidad y efímera fragilidad de la vida humana,
sujeta a la muerte.
La
sugestiva ceremonia de la ceniza eleva nuestras mentes a la realidad eterna que
no pasa jamás, a Dios; principio y fin, alfa y omega de nuestra existencia. La
conversión no es, en efecto, sino un volver a Dios, valorando las realidades
terrenales bajo la luz indefectible de su verdad. Una valoración que implica
una conciencia cada vez más diáfana del hecho de que estamos de paso en este
fatigoso itinerario sobre la tierra, y que nos impulsa y estimula a trabajar
hasta el final, a fin de que el Reino de Dios se instaure dentro de nosotros y
triunfe su justicia.
Sinónimo
de "conversión" es así mismo la palabra "penitencia"...
Penitencia como cambio de mentalidad. Penitencia como expresión de libre y
positivo esfuerzo en el seguimiento de Cristo.
Tradición
En
la Iglesia primitiva, variaba la duración de la Cuaresma, pero eventualmente
comenzaba seis semanas (42 días) antes de la Pascua. Esto sólo daba por
resultado 36 días de ayuno (ya que se excluyen los domingos). En el siglo VII
se agregaron cuatro días antes del primer domingo de Cuaresma estableciendo los
cuarenta días de ayuno, para imitar el ayuno de Cristo en el desierto.
Era
práctica común en Roma que los penitentes comenzaran su penitencia pública el
primer día de Cuaresma. Ellos eran salpicados de cenizas, vestidos en sayal y
obligados a mantenerse lejos hasta que se reconciliaran con la Iglesia el
Jueves Santo o el Jueves antes de la Pascua. Cuando estas prácticas cayeron en
desuso (del siglo VIII al X), el inicio de la temporada penitencial de la
Cuaresma fue simbolizada colocando ceniza en las cabezas de toda la
congregación.
Hoy
en día en la Iglesia, el Miércoles de Ceniza, el cristiano recibe una cruz en
la frente con las cenizas obtenidas al quemar las palmas usadas en el Domingo
de Ramos previo.
Significado simbólico de la Ceniza
Significado simbólico de la Ceniza
La
ceniza, del latín "cinis", es producto de la combustión de algo por
el fuego. Muy fácilmente adquirió un sentido simbólico de muerte, caducidad, y
en sentido trasladado, de humildad y penitencia. "En verdad soy polvo y
ceniza", dice Abraham en Gén. 18,27. El Miércoles de Ceniza, el anterior
al primer domingo de Cuaresma, realizamos el gesto simbólico de la imposición
de ceniza en la frente. Se hace como respuesta a la Palabra de Dios que nos
invita a la conversión, como inicio y puerta del ayuno cuaresmal y de la marcha
de preparación a la Pascua. La Cuaresma empieza con ceniza y termina con el
fuego, el agua y la luz de la Vigilia Pascual. Algo debe quemarse y destruirse
en nosotros -el hombre viejo- para dar lugar a la novedad de la vida pascual de
Cristo.
¿QUÉ
ES LA CUARESMA?
La Cuaresma es el tiempo litúrgico de
conversión, que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la
Pascua. Es tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar algo de
nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo.
La
Cuaresma dura 40 días; comienza el Miércoles de Ceniza y termina antes de la
Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo. A lo largo de este tiempo, sobre
todo en la liturgia del domingo, hacemos un esfuerzo por recuperar el ritmo y
estilo de verdaderos creyentes que debemos vivir como hijos de Dios.
El
color litúrgico de este tiempo es el morado que significa luto y penitencia. Es
un tiempo de reflexión, de penitencia, de conversión espiritual; tiempo de
preparación al misterio pascual.
En
la Cuaresma, Cristo nos invita a cambiar de vida. La Iglesia nos invita a vivir
la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios,
orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas. Nos invita a vivir
una serie de actitudes cristianas que nos ayudan a parecernos más a Jesucristo,
ya que por acción de nuestro pecado, nos alejamos más de Dios.
Por
ello, la Cuaresma es el tiempo del perdón y de la reconciliación fraterna. Cada
día, durante toda la vida, hemos de arrojar de nuestros corazones el odio, el
rencor, la envidia, los celos que se oponen a nuestro amor a Dios y a los
hermanos. En Cuaresma, aprendemos a conocer y apreciar la Cruz de Jesús. Con
esto aprendemos también a tomar nuestra cruz con alegría para alcanzar la
gloria de la resurrección.
Cuarenta
días
La
duración de la Cuaresma está basada en el símbolo del número cuarenta en la
Biblia. En ésta, se habla de los cuarenta días del diluvio, de los cuarenta
años de la marcha del pueblo judío por el desierto, de los cuarenta días de
Moisés y de Elías en la montaña, de los cuarenta días que pasó Jesús en el
desierto antes de comenzar su vida pública, de los 400 años que duró la
estancia de los judíos en Egipto.
En
la Biblia, el número cuatro simboliza el universo material, seguido de ceros
significa el tiempo de nuestra vida en la tierra, seguido de pruebas y
dificultades.
La
práctica de la Cuaresma data desde el siglo IV, cuando se da la tendencia a
constituirla en tiempo de penitencia y de renovación para toda la Iglesia, con
la práctica del ayuno y de la abstinencia. Conservada con bastante vigor, al
menos en un principio, en las iglesias de oriente, la práctica penitencial de
la Cuaresma ha sido cada vez más aligerada en occidente, pero debe observarse
un espíritu penitencial y de conversión.
¿Cómo
he de vivir la Cuaresma?
1.
Arrepintiéndome de mis pecados y confesándome.
Pensar
en qué he ofendido a Dios, Nuestro Señor, si me duele haberlo ofendido, si
realmente estoy arrepentido. Éste es un muy buen momento del año para llevar a
cabo una confesión preparada y de corazón. Revisa los mandamientos de Dios y de
la Iglesia para poder hacer una buena confesión. Ayúdate de un libro para
estructurar tu confesión. Busca el tiempo para llevarla a cabo.
2.
Luchando por cambiar.
Analiza
tu conducta para conocer en qué estás fallando. Hazte propósitos para cumplir
día con día y revisa en la noche si lo lograste. Recuerda no ponerte demasiados
porque te va a ser muy difícil cumplirlos todos. Hay que subir las escaleras de
un escalón en un escalón, no se puede subir toda de un brinco. Conoce cuál es
tu defecto dominante y haz un plan para luchar contra éste. Tu plan debe ser
realista, práctico y concreto para poderlo cumplir.
3.
Haciendo sacrificios.
La
palabra sacrificio viene del latín sacrum-facere, que significa "hacer sagrado".
Entonces, hacer un sacrificio es hacer una cosa sagrada, es decir, ofrecerla a
Dios por amor. Hacer sacrificio es ofrecer a Dios, porque lo amas, cosas que te
cuestan trabajo. Por ejemplo, ser amable con el vecino que no te simpatiza o
ayudar a otro en su trabajo. A cada uno de nosotros hay algo que nos cuesta
trabajo hacer en la vida de todos los días. Si esto se lo ofrecemos a Dios por
amor, estamos haciendo sacrificio.
4.
Haciendo oración.
Aprovecha
estos días para orar, para hablar con Dios, para decirle que lo quieres y que
quieres estar con Él. Te puedes ayudar de un buen libro de meditación para
Cuaresma. Puedes leer en la Biblia pasajes relacionados con la Cuaresma. Ven y
sígueme
REFEXIÓN
DE LA MAÑANA: “LA ÚNICA PREOCUPACIÓN”
Evangelio
según San Mateo (Mt. 19, 16-22)
Se
le acercó un hombre a Jesús y le dijo: “Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno
para alcanzar la vida eterna? Él le dijo: “¿Qué me preguntas acerca de lo que
es bueno? El único bueno es Dios. Pero, si quieres entrar en la vida, guarda
los mandamientos”. Replicó “¿Cuáles?”. Jesús dijo: “No matarás, no comentarás
adulterio, no robarás, no levantarás falsos testimonios, honra a tu padre y a
tu madre, ama a tu prójimo como a ti mismo”. El joven le dijo: “Todo eso lo he
guardado desde mi juventud, ¿Qué más hace falta?”. Jesús le dijo: “Si quieres
ser perfecto, anda, vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, y tendrás
un tesoro en el cielo; después, ven y sígueme”. Al oír esto, el joven se fue
muy triste, porque tenía muchas riquezas...
REFLEXIÓN
Hay
una cosa importante en la vida: buscar. El hombre busca sin cesar el sentido de
su existencia. Todo cuanto nos ofrece el mundo es perecedero y pasajero, todo
nos contenta durante un tiempo o nos distrae durante unos segundos… sólo Dios nos colma eternamente. Por eso,
aunque sea inconscientemente, le buscamos. El texto evangélico que leemos hoy
nos habla de un joven que buscaba. Se sentía a sí mismo “bueno” pero notaba
que le faltaba algo para ser feliz en plenitud. Tenía casi todo para ser feliz,
pero le faltaba dar un paso más dejar todo y seguir a Jesús ¿Seríamos capaces
de hacerlo?
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